Se acaba el tiempo para terminar el proyecto y lo que queda por resolver es difícil: en esos momentos, los jefes tienden a dar órdenes cortas y concretas a sus empleados.
Sin embargo, dos científicos de Alemania y Australia afirman que eso es justamente lo que no hay que hacer, ya que en esos momentos se necesitan empleados motivados, independientes y capaces.
Por eso, las preguntas abiertas son más útiles que las simples órdenes, indica la tesis de los investigadores, que publicarán su trabajo en la revista especializada “Academy of Management Review”.
Los jefes pueden motivar mejor a sus empleados con las preguntas correctas e incluso aumentar su satisfacción en el trabajo. La pregunta debe ser lo más abierta posible y dejar al empleado espacio para la respuesta. De esta forma, el empleado se siente competente y considerado. Una buena pregunta es, por ejemplo: “En su opinión, ¿cómo va el proyecto?”.
A nadie lo motiva ser preguntado de forma de sólo poder responder “sí” o “no”, explica el profesor Niels Van Quaquebeke de la Universidad de Hamburgo, uno de los dos investigadores del proyecto.
En su estudio, los científicos emplean el término en inglés “respectful inquiry”, que se traduce como “pregunta respetuosa”. La idea de motivar a los empleados con preguntas no es nueva, pero los investigadores fortalecen las recomendaciones con conclusiones de la teoría de la autodeterminación.
Ésta menciona distintas necesidades básicas que aparecen también en el trabajo diario, como el deseo de poder solucionar tareas, tomar decisiones y sentirse parte.
Si el jefe da a entender, mediante las preguntas que considera a sus empleados importantes y competentes, puede aumentar su entusiasmo y compromiso.
Además de hacer la pregunta correcta, el “respectful inquiry” también comprende escuchar de forma atenta e interesada las respuestas. Si después de preguntar el jefe sigue de largo o mira su móvil, el empleado leerá en él desinterés. En el peor de los casos, esto desmotiva en vez de, como se espera, aumentar el rendimiento.