Las arrugas, se quiera o no, aparecen, y tarde o temprano se quedan, pero siempre mejor más tarde que temprano, así que se inventó el botox. Una toxina que genera la relajación muscular y del cutis eliminando las arrugas de la zona tratada; pero cuidado, que el exceso paraliza el músculo y se produce un efecto plástico y antinatural en las expresiones.
Su uso más común, y en lo que se destaca, es en la reducción de las arrugas del rostro, frente, entrecejo, costado de los ojos, nariz, mejillas, cuello, y para el tratamiento de la hiperhidrosis (exceso de sudoración). La frecuencia de aplicación, es decir, el tiempo que dura activa la sustancia, es de aproximadamente 6 a 7 meses.
Tal como afirma la Dra. Mónica Milito, especialista en cirugía plástica, estética y reparadora, a diario Clarín es importante que quien lo aplique sea un profesional idóneo, responsable y con mucho conocimiento sobre la musculatura y anatomía facial ya que un pequeño error puede tener resultados indeseados.