Teniendo en cuenta las veces que hemos chocado con la misma piedra, con consecuencias sociales y económicas harto conocidas, quiero compartir ésta reflexión a sabiendas de que quienes comprendan serán ciudadanos comunes, no políticos en su mayoría, ya que la vara con la que ellos miden cuida muy bien de no arriesgar si supone trabajo serio o sacrificio.
Cuando luego de la crisis de 1890 el país retomó su ritmo, llegó la 1° Guerra Mundial y dilapidamos el crédito favorable tirando “manteca al techo” e importando champagne, sin industrializar. Después de la 2° Guerra demoramos un poco más, pero usamos la riqueza comprando trenes chatarra.
Cada vez que un gobierno tuvo posibilidades de producir nuevas riquezas fueron “vendidas” a extranjeros, como las petroleras o las químicas, y si había oposición política se “compraban” los sables necesarios y... chau esperanzas, casos Frondizi o Illia. Menem vendió las “joyas de la abuela” que siguen costando juicios perdidos.
Cuando la soja valía U$S 600/tonelada, generando como 600.000 millones de ingresos, llegó el “populismo repartidor” que en vez de crear trabajo fomentó la vagancia subsidiada.
Cada crisis se superó dilapidando las riquezas disponibles, por eso, ante la deuda actual de U$S 320.000 millones, pido a mis conciudadanos que no dejemos que en vez de servirnos de Vaca Muerta terminemos “matando a la vaca” mientras cunde la pobreza.
Lic. Atilio G. Galdiolo
DNI 6.897.384