1. Evita el mal aliento. La saliva tiene cualidades antibacterianas, cuando no bebemos agua y estamos poco hidratadas, su cantidad decrece en la boca y produce halitosis.
2. La sed dispara tus ganas de comer azúcar. La deshidratación te vuelve hambrienta, o mejor dicho, ansiosa, particularmente de cosas dulces.
Es frecuente cuando has estado entrenando y has bebido poca agua que el cuerpo use el glicógeno disponible, la consecuencia de que no te hayas hidratado suficientemente al practicar algún tipo de actividad es que, al terminar de entrenar, irás corriendo a comer cualquier cosa dulce que tengas a mano.
3. La falta de agua reseca la piel. Lo mejor para garantizar la frescura, belleza y lozanía de la piel es hidratarla desde dentro, y el mejor modo de hacerlo es beber agua suficiente.
Eso sí, a la hora de determinar cantidades mínimas, unos expertos apuestan por un mínimo de dos litros de líquido (no solo agua) diarios y otros llegan incluso hasta tres, litros.