En 1945, la Academia de Bellas Artes de Mendoza reunía a personajes sustanciales del arte argentino, como Víctor Delhez y Sergio Sergi, "los dos mejores grabadores del país" a criterio de Julio Cortázar (tal como escribió en una carta de ese mismo año a Lucienne C.- de Duprat).
Entre esos genios, hubo uno que no le pasó desapercibido a ese joven profesor de literatura francesa: un tal Roberto Azzoni, "paisajista fuerte y áspero", lo definió.
Azzoni había fundado esa misma academia en 1933, junto a otros recordados hombres que le dieron fisionomía al campo artístico vernáculo: Vicente Lahir Estrella, Antonio Bravo y Fidel de Lucía.
Azzoni, el fuerte y áspero paisajista, dirigió incluso siete años esa Academia, que para Cortázar había “reunido a un grupo que difícilmente se hallaría en otras academias del país”. Y razón tenía.
El escritor pasó brevemente por aquí y le esperaron muchos rumbos distintos, en un viaje de ida Europa.
Azzoni, sin embargo, hizo el viaje contrario: aunque había nacido en Génova el 2 de julio de 1899, llegó a Mendoza temprano en su vida y fue mendocino el resto de sus largos años, hasta ese 16 de mayo cuando murió. Fue en 1989: hace poco más de dos semanas fueron 30 años.
Entonces, dos aniversarios redondos motivan a recordar una vez más a Azzoni, quien no fue toda su vida un paisajista (aunque sus paisajes estén entre las piezas más expresivas que dio nuestro arte) ni tampoco fue un plástico unidimensional (pues siempre evolucionó).
“Ellas”, la muestra que se ve desde ayer en la Mansión Stoppel, da cuenta de ese espíritu evolutivo que decidió, a medida que avanzaba el siglo, ir transitando en vez de permanecer.
Azzoni tuvo etapas realistas, donde transmigró el paisaje local en óleos; tuvo etapas impresionistas, comulgó con en el expresionismo latinoamericanista e incluso tuvo la necesidad de entrar en las inconmensurables aguas la abstracción: “No sólo a aquella que le sirvió para sintetizar, sino a la que se solaza con la materia, pero no para que valga por sí misma, ya que la obligó a servir al contenido, a la expresión”, explicó con fabulosa pericia Andrés Cáceres, en una semblanza.
¿Cómo asir una personalidad tan cautivante y compleja? He aquí el problema que representó montar esta muestra por los 120 años de su nacimiento.
Patricia Barranco, Daniel Rueda y María Laura Tinte formaron el equipo curatorial que se vio cara a cara con la colección de los familiares de Azzoni. Tantearon la posibilidad de iluminar sus paisajes (“vinieron a nosotros visualizaciones de posibles experiencias pintando al aire libre en el Valle de Uco”) y también la de tender lazos con las vanguardias que llegaron de Europa en los ‘30 y de las que se hizo eco. Sin embargo, hubo una revelación.
“De pronto tuvimos la sensación que en nuestro experiencia no éramos solo tres, sino que había algo revelador que nos advertía que no debíamos olvidar que el arte por el arte mismo siempre fue relativo en el sentir de Azzoni, lo que nos hizo mirar hacia el expresionismo y en especial el valor a la figura humana”, escribieron, y así surgió “Ellas”, mujeres que rezumaron desde los distintos lenguajes plásticos que el artista fue cultivando a través del tiempo. Solo ellas: “Aceptamos el triunfo de la imagen y sus mensajes”, destacaron los curadores.
En “Ellas” hay madres, hay hijas, hay amigas, hay mujeres en chacras, en parrales, en páramos, sentadas y ejerciendo diferentes acciones.
Las mujeres de Azzoni son duras, heroicas; incluso en algún punto aguerridas, en su aparente despojo y simpleza. Son mujeres que trabajan la tierra y que reproducen la vida familiar y social. En un siglo que no llegó a conocer el pintor, ¿no parece su discurso actual y reivindicativo? Porque si sus paisajes eran “fuertes”, como decía Cortázar, sus mujeres también.
La muestra
“Ellas”, muestra en homenaje a los 120 años del nacimiento de Roberto Azzoni, inauguró ayer y puede visitarse en el Museo Carlos Alonso - Mansión Stoppel (Emilio Civit 348). Visitas de martes a domingo, de 10 a 19.
Las entradas tienen un valor de $50 para público en general y $30 para estudiantes y jubilados. Los martes la entrada es gratuita. Grupos de más de 10 personas, solicitar turno de visita a museoalonsomendoza@gmail.com
Sobre Azzoni
Roberto Azzoni nació el 2 de julio de 1899, en Génova, Italia, y falleció en Mendoza en 1989. Radicado con su familia en Argentina a principios del siglo XX, se estableció en Mendoza siendo muy pequeño.
Considerado uno de los grandes maestros de su generación, fue discípulo de Ramón Subirats. Realizó, en 1926, su primera exposición individual, en las salas del Banco de la Provincia de Mendoza.
Azzoni fue premiado en varias oportunidades, como en el Salón de Artes plásticas de Mendoza, en 1948, por el Ministerio de Educación y Cultura; en el Salón de Santa Fe, en 1955; Segundo premio en el Salón Nacional, en 1947, entre otros.
Desde 1948, ocupó la cátedra de pintura y dibujo de la Escuela Superior de Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Cuyo, en donde también realizó un mural, entre 1969 y 1970.
Otra invitación
Uno de los curadores de esta muestra, Daniel Rueda, también lleva una intensa labor de gestión en ArteH, el espacio de arte de Hipercerámico (Acceso Norte y Manuel A Sáenz. Las Heras).
El jueves pasado inauguraron dos muestras, una de Egar Murillo ("Nostalgia del presente", en la sala 1) y otra de Diego Stigliano ("Sublimación de los impulsos", en la Sala 2). Permanecerán abiertas al público hasta el 26 de julio.