Los brazos en alto, la sonrisa de oreja a oreja, las banderas que flamean al ritmo de la batucada y el típico gaste al vecinos. El pueblo de Rodeo celebra, vive la felicidad a flor de piel. Y no es para menos.
Después de tres clásicos ligueros (dos en la B y uno en la A) en los que no había podido quedarse con los tres puntos, y en torneos donde el eterno rival luego se consagró campeón, tuvo revancha y se quedó con el más importante, el de la categoría superior.
El triunfo del Toponero se basó, justamente, en la experiencia, oficio y mayor jerarquía de sus jugadores. En otras palabras, le tiró la chapa encima. Porque en un partido entretenido, por momentos de ida y vuelta y con prácticamente las mismas situaciones de gol por bando, Rodeo hizo pesar el depurado rodaje de varios de sus protagonistas en este tipo de contiendas. Y no se trata de desmerecer a los auténticos valores del Fraile, esos que le dieron un 2015 inolvidable, sino que es imposible soslayar y dejar de subrayar ese aspecto determinante en el análisis de los 90 minutos.
En un partido que había comenzado parejo, con los típicos minutos de estudio, el equipo de Bermegui supo explotar las grietas que le ofreció Beltrán producto de sus falencias en el retroceso y en la marca. Del resto se encargó Gonzalo Carmona. En ocho minutos, un abrir y cerrar de ojos, el ex Palmira ya había festejado dos veces de cara a su gente.
Es verdad que entre un grito y otro hubo una situación taxativa como fue el gol (mal) anulado a Lucas Páez y un derechazo de Maxi Navarro que hizo estremecer el travesaño del arco de Javier Videla. Pero no mucho más. El error del Fraile (y la virtud de Rodeo) fue la libertad con la que se movió Mortes y el duelo que Herensperger le ganó por varios cuerpos a Navarro y compañía.
Esta vez, la aceitada línea de tres del fondo beltranino resultó un problema. Inteligente, Bermegui explotó los costados y puso a Matías Horcas (más rápido que Cato Salomón) como lateral por la derecha.
Los ingresos de Ramos y Vallecillos le trajeron aire fresco a Beltrán, que salió a vender cara la derrota y acorraló -con más garra que fútbol- a su rival de toda la vida. El descuento de Lucas Páez hizo soñar a los mil quinientos beltraninos que coparon la tribuna Este, pero en la primera de cambio el equipo de la V azulada le puso la rúbrica al marcador. Beltrán pudo descontar, pero falló en la puntada final. La categoría de Rodeo pudo esta vez. Y sí, ahora es Rodeo de la punta...