La rinitis alérgica o rinosinusitis es el problema alérgico más frecuente. Ataca especialmente a aquellas personas que tienen una predisposición genética que las hace responder de forma exagerada a hongos y ácaros y otros bichejos, convirtiéndose en incómodos protagonistas de una de las enfermedades crónicas más fastidiosas del mundo: la alergia.
En la Argentina, alrededor de 4 millones de personas conviven con este malestar que se manifiesta comúnmente a través de la rinitis, una inflamación de la mucosa nasal de naturaleza inmunológica. Algunos factores medioambientales también pueden desencadenar los síntomas habituales: tos, secreción y picazón nasal. ¿Pero cómo superar entonces la alergia de otoño, sin estornudar en el intento?
Carlos Baena, profesor de Neumología y Director del Centro de Investigación en Medicina Respiratoria de la Universidad Católica de Córdoba, explica a Rumbos que “las personas alérgicas tienen, en general, la tendencia a presentar más síntomas durante la primavera y el otoño, lo cual ha sido demostrado en varios estudios. En la primavera los síntomas aparecen como consecuencia de la exposición a los gránulos de polen; en cambio, en el otoño, están más relacionados con otros alérgenos como los ácaros del polvo doméstico”.
Baena prosigue: “La expresión de los síntomas alérgicos ocurre en el marco de otros, como la polución ambiental, el tabaquismo y las infecciones virales. En esta época y parte del invierno, las infecciones virales, especialmente las inducidas por rinovirus, tienen una gran responsabilidad en el surgimiento de las alergias”, agrega.
El médico Ledit Ardusso, profesor adjunto de Alergia e Inmunología de la Universidad Nacional de Rosario, aporta más datos: “En otoño suele haber una mayor manifestación de las alergias respiratorias, aunque esto no responde a un solo factor. Por un lado, en el otoño se da un pico de infecciones virales que disparan el desarrollo de enfermedades respiratorias. Por otro lado, en esta época se dan cambios bruscos de temperaturas que también actúan como disparadores de la enfermedad”.
La sustancia que produce más alergias, aclara el especialista, son los ácaros del polvo: arácnidos microscópicos que se encuentran sobre todo en los dormitorios y entre la ropa de cama, ya que se alimentan de la piel de las personas y animales que se va descamando. “Por ejemplo, en otoño, la gente comienza a sacar la ropa que tenía guardada en los últimos 3 o 4 meses. Allí, hay 5 o 6 generaciones de ácaros muertos que son los que producen las alergias respiratorias”, precisa Ardusso.
Según la región
De acuerdo al Estudio Internacional de Asma y Alergia en Niños, realizado entre chicos de 13 y 14 años en la Argentina, la prevalencia de rinitis en nuestro país es variable. En Córdoba, por ejemplo, la padece el 17 por ciento de los chicos, mientras que la prevalencia más alta se da en Salta, con un 21 por ciento. Los rosarinos, en tanto, son los menos propensos, con el 12,3 por ciento.
Ardusso indica que “los ácaros del polvo están en el ambiente los 365 días del año y cerca del 80 por ciento de los alérgicos de la Pampa Húmeda son sensibles a ellos. Pero cabe aclarar que no hay más o menos alérgicos según las distintas provincias. Lo que varía es la sustancia a la que se exponen. Por ejemplo, en las provincias húmedas como Santa Fe o Buenos Aires, los ambientes son más propicios para la reproducción de los ácaros”.
Y amplía: “Pero en otras zonas, más calurosas y desérticas, hay menos ácaros, pero una mayor exposición a los hongos en formas de esporas o al polen, como ocurre en Mendoza, que es una provincia más ventosa. En Córdoba hemos encontrado pólenes en el aire tanto en agosto como en abril. Además, el cambio climático, las radiaciones solares y el efecto invernadero han potenciado la alergenicidad de algunos pólenes. En las ciudades, la conjunción de pólenes con partículas de la polución ambiental parece incrementar la respuesta alérgica, y esa es una de las causas por la cual las alergias son más frecuentes en los ambientes urbanos que en los rurales”, aclara el experto.
¡Vade retro, ácaros!
Las enfermedades alérgicas son crónicas por definición, aun cuando un paciente alérgico pueda estar varios años sin presentar síntomas. Las alergias respiratorias están frecuentemente asociadas a otras afecciones como el asma, la sinusitis y la conjuntivitis. La mayoría de los pacientes con asma tiene rinitis, que es a la vez un factor de riesgo para la primera enfermedad.
“El control del medioambiente hogareño debe formar parte del tratamiento de los pacientes y, de más está decir, que el tabaco en la casa de personas alérgicas debe ser evitado por completo –aclara Ardusso–. En los niños de padres que fuman es más frecuente la aparición de síntomas de rinitis y asma.”
Los especialistas en alergología “estamos entrenados para asesorar a los adultos sobre los cuidados que hay que tener para disminuir la exposición a los ácaros y hongos en las viviendas”, afirma Baena.
Los niños, primero
La rinitis alérgica es más común en chicos, adolescentes y adultos jóvenes, aunque se puede presentar a cualquier edad. Las alergias durante el otoño suelen ser persistentes con un componente inflamatorio más importante que deriva en el bloqueo nasal: la famosa nariz tapada.
Según relata el médico Baena, “en un estudio realizado en niños se pudo demostrar que tener rinitis diagnosticada por un médico durante el primer año de vida aumenta seis veces el riesgo de padecer asma a futuro”.
Para su colega Ardusso, en tanto, la alergia, por tratarse de una problemática crónica, “requiere desde la infancia de un tratamiento integral que incluya la farmacoterapia, tanto para aplacar los síntomas, como para prevenir nuevos episodios. Por eso es tan importante educar al paciente, para que sepa cuándo usar los medicamientos”.
Polen, ácaros, virus, contaminación ambiental: un cóctel que disgusta, pero puede prevenirse con una visita al especialista y siguiendo al pie de la letra el tratamiento.