La esclerosis lateral amiotrófica –conocida también como enfermedad de Lou Gehrig, en honor al jugador de béisbol al que se le diagnosticó por primera vez– es una enfermedad progresiva del sistema nervioso que afecta a personas de entre 40 y 70 años, dañando las neuronas motoras y atrofiando los músculos. En estas semanas, dicha enfermedad fue noticia en la Argentina tras ser diagnosticado con ELA el ex ministro de Educación y actual senador de Juntos x el Cambio Esteban Bullrich.
Es importante dejar claro, y más en estos tiempos, que no se trata de una patología infecciosa ni contagiosa, y que el porcentaje de casos hereditarios es inferior al 5%.
La causa de la ELA estaría en los neurotransmisores, que comunican a las neuronas entre sí: puntualmente, se cree que el exceso de ácido glutámico (un importante neurotransmisor) en el espacio extracelular es la causa de esta enfermedad.
La patología compromete de manera completa al sistema motor voluntario. Se caracteriza por la atrofia y disminución de la fuerza de los músculos de los miembros, del tronco, de la deglución, de la fonación y de la respiración. Todo es consecuencia del daño y muerte de las neuronas motoras, es decir, las que sirven para dar movimiento.
En el sistema nervioso, los mensajes los transmiten las neuronas: las neuronas que reciben estímulos y son el camino de entrada son llamadas “sensitivas”, las que conectan neuronas entre sí son las “asociativas” y las que estimulan un efector como el músculo y funcionan como salida se llaman “motoras”, y son las únicas que se ven afectadas por la esclerosis lateral amiotrófica.
Cabe destacar que esta patología no compromete la sensibilidad, la visión, el oído, el gusto, el olfato, la inteligencia ni la capacidad para prestar atención. Las personas con ELA conservan la lucidez aún en las etapas más avanzadas de la enfermedad.
Las estadísticas mundiales indican que, cada 100 mil habitantes, uno o dos padecen esclerosis lateral amiotrófica. En la Argentina, en tanto, se estima que la problemática afecta a unas 700 personas.
Si bien los tratamientos actuales no logran revertir el daño provocado por la ELA, sí pueden retrasar la progresión de la enfermedad y hacer sentir al paciente mucho más cómodo e independiente.
El riluzole es un medicamento en comprimidos que se administra por vía oral y ha demostrado que aumenta la esperanza de vida.
Otras novedades farmacológicas promisorias son el edaravone, un tratamiento intravenoso para la ELA que podría proporcionar beneficios a todas las personas que viven con la enfermedad, independientemente del momento de su aparición, ya que es un eliminador de radicales libres que alivia los efectos del estrés oxidativo, un factor probable en el inicio y la progresión de la esclerosis lateral amiotrófica.
Una buena noticia es que en la actualidad existen numerosos estudios clínicos y experimentales sobre medicamentos y tratamientos esperanzadores para abordar esta enfermedad progresiva.
*El autor es médico neurólogo y director del Instituto de Neurología Buenos Aires.