H ace seis años Lola Arias, una de las grandes autoras del teatro argentino, hizo algo impensado: creó una obra protagonizada por ex-combatientes de Malvinas. Ingleses y argentinos. La obra se llamó “Campo minado” y desde su estreno viene recibiendo un sinfín de premios nacionales e internacionales e impactando a espectadores de todo el mundo. A propósito del aniversario número 40 de la guerra de Malvinas, nos sentamos a charlar con Lola Arias para saber cómo fue la experiencia de reunir las historias de soldados enfrentados: la desconfianza inicial, los recuerdos del horror, las heridas compartidas y la capacidad de escuchar y entender al otro. “Campo minado” se acaba de reestrenar en el porteño Teatro General San Martín y tiene una versión cinematográfica, titulada “Teatro de guerra”, que se puede ver de forma gratuita en todo el país, en la plataforma Cine.ar.
¿Cuál fue el primer disparador en tu cabeza de lo que luego iba a convertirse en “Campo Minado”?
El proyecto comenzó en 2013. Yo estaba embarazada de mi hijo Remo y me invitaron a participar en Londres de un festival de teatro que conmemoraba los 100 años de la Primera Guerra Mundial. En ese momento yo no tenía pensado abordar el tema de Malvinas, pero lo tenía muy cerca como parte de investigaciones y reconstrucciones que había hecho sobre la Dictadura militar. Fue a partir de esa invitación que empecé a pensar en Malvinas y en la idea de poner en escena un “flashback”, ese momento en el que el presente se interrumpe por el pasado, donde alguien es atravesado por un momento de su historia que interrumpe el flujo normal de su vida. Pensé una video-instalación en la que un grupo de veteranos de Malvinas reconstruían vivencias de la guerra en los lugares donde viven y trabajan hoy. Y ese fue el germen de “Campo minado”.
¿Cómo fue el proceso de tomar contacto con excombatientes de ambos bandos? ¿Fue complicado lograr que se animaran a participar?
Fue un proceso largo. Durante 2014 y 2015 me dediqué a investigar y a hacer contacto con gente que había escrito libros sobre la guerra y que había entrevistado a soldados argentinos e ingleses y también con asociaciones de veteranos en ambos países. En Argentina fue más fácil encontrar gente que quisiera hablar de la guerra y en Inglaterra fue más complicado, sobre todo por el hecho de que yo fuera argentina, lo que generaba una cierta desconfianza. Luego, cuando comencé a hacer las entrevistas y audiciones, pasaron cosas como que Marcelo –uno de los protagonistas- me plantó varias veces, me decía que, después de la guerra, para él era muy difícil el solo hecho de escuchar hablar inglés. La idea de subirse a un escenario con soldados ingleses le resultaba impensable. Hubo un trabajo muy largo para convencerlo de que podía ser una experiencia valiosa para él y, de hecho, hoy está muy agradecido y es uno de los que más disfruta con la obra. Y, por parte de los ingleses, estaba la desconfianza de que yo no fuera lo suficientemente “neutral” como artista, como directora de una obra en la que se reflejaran los puntos de vista de los argentinos y los ingleses por igual.
¿Cómo fue ese primer contacto entre exsoldados argentinos e ingleses, hubo desconfianzas entre ellos?
El primer encuentro se produjo en 2016, cuando llegaron los tres ingleses –Lou, David y Sukrim- para conocer a los argentinos. Habíamos pasado ya un proceso de selección largo para llegar a todos ellos, por lo que tenían mucha curiosidad de conocerse. Al inicio había emoción y supongo que también bastante desconfianza y miedo. Pero creo que, por sobre todo, había curiosidad. Las primeras semanas fueron realmente emocionantes, todos comenzaron a contar dónde habían estado, las cosas que habían pasado… hubo muchos llantos y muchas conversaciones. Empezamos a ensayar en febrero y en abril todavía seguíamos... Ese 2 de abril los argentinos llevaron a los ingleses a uno de los actos recordatorios, un gran encuentro de excombatientes, y fue algo muy fuerte para los ingleses, que no dimensionaban la resonancia que tenía la guerra aquí.
¿Qué te sorprendió de la interacción entre argentinos e ingleses?
Me sorprendió mucho la empatía, la capacidad de entender y escuchar, y la amistad que se fue forjando entre ellos. Tras casi seis años de hacer la obra se ha constituido algo muy poderoso entre ellos. Y cómo, al final, ya eran un “grupo”, en el que dejó de existir la división entre argentinos e ingleses. Se convirtieron en un todo.
¿Cómo es la reacción del público cuando la obra se presenta en Inglaterra?
En Inglaterra la reacción fue siempre fuerte y sorprendente. Allí, la guerra de Malvinas no tiene la trascendencia que tiene en nuestro país, en gran parte porque Inglaterra tiene una historia imperial, de pelear en el mundo entero a lo largo de los siglos. Para ellos es una guerra más, pero es verdad que al ser la más reciente, cuando la estrenamos allí había mucha gente muy conmocionada, en especial las personas mayores a los que el conflicto marcó muy fuerte en términos internos. A partir de Malvinas, Margaret Thatcher es reelecta y encara un cambio muy fuerte en la política y la economía que afectó a mucha gente. Las generaciones más jóvenes, sin embargo, reaccionaban como con más sorpresa, como si fuera algo de lo que nunca habían escuchado hablar.
En la obra, la música es un elemento que funciona como denominador común entre ingleses y argentinos: ¿recordás cómo fue que surgió?
La música es el lenguaje que todos hablan, porque los ingleses no hablan español y los argentinos apenas un poquito de inglés. Y lo de que ocupara un lugar relevante en la obra surgió a partir de que en los ensayos vi que varios tenían una relación con la música. Rubén, uno de los argentinos, es baterista y tenía una banda tributo a los Beatles. Y me pareció muy interesante esa figura de alguien que peleó en la guerra, que casi muere en el hundimiento del Belgrano y que luego se dedica a tener una banda de tributo a artistas ingleses.
Alguna vez dijiste que pensabas que los soldados ingleses no habían sufrido tanto la guerra, pero que al hacer Campo Minado viste que no era así. ¿Qué cosas o testimonios te hicieron ver eso?
Eso se ve muy bien en la obra: el sufrimiento y las heridas que causó la guerra en los soldados de ambos lados es brutal. Tanto para argentinos como para británicos fue una experiencia radical que transformó sus vidas por completo.
¿Cómo fue evolucionando la reacción del público argentino frente a la obra desde su estreno hasta ahora?
Creo que al inicio teníamos mucho miedo en relación a los excombatientes y al público argentino en general, de si iban a aceptar la obra, si iban a aceptar escuchar las historias de los ingleses. Y el tiempo demostró claramente que sí. Recuerdo que al estreno vinieron excombatientes con banderas que decían “Las Malvinas son argentinas”, como en una forma de afirmar que el estar viendo la obra no significaba resignar memorias ni reclamos de soberanía. Y al final de la función se acercaron a abrazar a los ingleses, emocionados de poder compartir ese dolor. A lo largo del tiempo perdimos ese miedo inicial porque vimos que el público necesitaba escuchar la historia de los otros, para poder entender la magnitud humana de la guerra en toda su expresión.