Muchas veces leemos comentarios desagradables y fuera de lugar en las redes sociales hacia las personas que tienen sobrepeso y obesidad: “No debería haber talles para gente que no quiere cuidarse”. O “los talles deberían ser para gente normal y no para quien no se pone las pilas”. O “tienen que dejar Netflix y el sillón, y salir a caminar”.
Cientos de valoraciones que expresan el carácter discriminador de parte de nuestra sociedad y su profundo desconocimiento sobre cuestiones vinculadas a la salud. Por eso aprovecho este espacio para aclararlo una vez más: es falso que todas las personas con obesidad o sobrepeso no bajen porque “viven comiendo y no se mueven”. Si bien es cierto que hay quienes no priorizan su salud, existen variadas cuestiones que influyen en esto, por más que la persona desee cambiar y busque caminos para sentirse mejor:
• Factores genéticos: no siempre ante un padre o una madre con obesidad, hay hijos que desarrollen esta problemática. Pero en muchos casos sí. Además, no sólo depende de la genética, sino también de las costumbres en el hogar. Cuando el entorno posee malos hábitos, los hijos también los heredan, y después es muy difícil cambiarlos a lo largo de la vida. Pero se puede si la persona quiere salir adelante.
• Factores emocionales: la mente muchas veces es más fuerte y lleva a comer para tapar emociones. Lo bueno es que esto puede abordarse desde lo terapéutico, ya que justamente la obesidad suele darse por temas emocionales, además de hormonales. Lo anímico también influye, y mucho. A veces la depresión y el desgano se imponen frente a la exigencia y el tiempo lógico que demoran los tratamientos. También algo llamado “trastorno por atracón” que lleva a la obesidad.
• Factores hormonales: un hipotiroidismo no detectado puede causar sobrepeso. También la insulina alta en sangre o el cortisol elevado hacen que a la persona se le haga más difícil adelgazar, por más que haga ejercicio y se cuide con las comidas. Muchos nutricionistas imponen a sus pacientes dietas estrictas “porque no logran bajar”, sin pensar que alguna de estas hormonas puede estar alterada, entonces el diagnóstico se demora y la persona sigue subiendo a paso acelerado.
Y hay otro factor central: la sociedad en que vivimos. A la persona con sobrepeso y obesidad se la discrimina. La Argentina es un país “gordofóbico”. Podemos verlo en los comentarios de las redes o en la tevé, o escucharlo incluso en la calle, donde cualquiera descarga sus burlas sobre alguien con sobrepeso. ¿No es comprensible, entonces, que a estas personas discriminadas les cueste más ir al gimnasio “porque la gente mira”? ¿O que les de pudor comer en público, porque se exponen al permanente juzgamiento ajeno?
Por todas estas cosas, a las personas con sobrepeso u obesidad les cuesta más que a otras encarar un tratamiento. Recordemos que muchas comen para no decir, para no sentir, para no pensar... Y este malestar que genera la sociedad agrava el problema, haciendo más intrincado el camino hacia la recuperación.
* Lic. en Nutrición y especializada en trastornos alimenticios