Dueño de la audacia, el coraje y la picardía en su máxima expresión. Ese loco lindo tenía las tres virtudes por las que suele sacar pecho el fútbol argentino. "Yo juego siempre así. A veces las cosas me salen, otras sí; pero siempre hago lo que se me ocurre. Y me divierto, me divierto mucho", decía.
Ese muchacho de apellido inglés que nació en Santiago del Estero, pero por esas cosas del destino la familia tuvo que trasladarse a Buenos Aires y el genio se forjó en los picados barriales del Bajo Belgrano. En plena villa, donde no entra la policía, el referí es alguien que está pintado y los duelos eran por unos pesos. Donde los grandes intentan hacer pesar su experiencia y donde los pibes se le plantan con su habitual caradurismo.
Le gustaba hacer pasar a los grandotes con sus quiebres memorables y más allá de que no se iban sin alguna patadita de souvenir, no claudicaba.
"Me acostumbré a que en la cancha nunca matan a nadie, salvo que alguno entre con un cuchillo, lo que vi un par de veces", decía cuando se le cuestionaba sobre su desfachatez en un campo de juego.
Arrancó jugando de ocho hasta que un técnico le dijo, si jugas de 7 los tenés que matar a todos y más allá de que no le gustó mucho terminó haciendo caso. Lo que pocas veces hizo en su vida. Le gustaba más la villa que ningún otro lugar. Se escapaba de las concentraciones para ir a dirimir un duelo de barrio. "A mí no me importa si juego con 50 mil personas en las tribunas o con veinte tipos. No les llevo el apunte ni a los gritos, ni a los aplausos. A mí me gusta jugar", decía.
Ni con la plata que le dio el profesionalismo se fue de la Villa: "Vivir ahí fue lo mejor que me pasó, en ningún lado estaba tan tranquilo como en la 'villa'. Yo era un pibe feliz al que no le faltaba nada. Me pasaba el día entero pateando contra el paredón. Muchos critican a la gente de la 'villa' pero, para mí, era un orgullo. Siempre seré villero, y lo digo sin drama".
El potrero es el que lo extrañará, como dijo ayer César Luis Menotti, el técnico que más lo conoció. Se han escrito miles de anécdotas sobre él. Para muchos fue un Maradona que se quedó a mitad de camino. Hay quienes lo comparan con Diego, claro que sus excesos lo frenaron rápidamente.
Integró la Selección argentina campeona del mundo en 1978, dirigida por César Luis Menotti, quien también lo dirigió en Huracán. Jugó 55 partidos con la camiseta argentina y convirtió 13 goles. También tuvo una actuación destacada en el Mundial de Alemania 1974. Debutó en el fútbol en 1971 en Defensores de Belgrano y con sólo 20 años descolló en Huracán, donde dirigido por Menotti se convirtió en su máximo referente. Jugó en tres períodos diferentes en el "Globo"(1973-1980, 1981 y 1983) y también en River, Colo Colo de Chile, AmaZulu de Sudáfrica, Independiente y Excursionistas, donde se retiró en 1985. A lo largo de su carrera jugó 349 partidos y marcó 129 goles, un promedio de 0,37.
En Mendoza
El público de Mendoza tuvo la suerte de disfrutarlo varias veces. Se presentó en la provincia cuatro veces haciendo seis goles.
El 14 de noviembre de 1973 hizo su "debut" por primera vez en la provincia, fue por el Nacional de ese año con el extraordinario Huracán que dirigía César Luis Menotti.
Fue 3 a 3 con un gol de Houseman que para el cronista de Los Andes mereció un 7. Los otros dos goles de Huracán fueron convertidos por Miguel Angel Brindisi; mientras que Luis Darío Felman (2) y Carlos Secundino Benítez convierton para la Lepra. En ese Huracán jugaba también el mendocino Roque Avallay, mientras que esa Lepra tenía a Víctor Legrotaglie como refuerzo.
Volvió a estar en la provincia el 30 de noviembre de 1975 pero esta vez del otro lado del Parque. Por la última fecha de la primera ronda de ese Nacional, Huracán necesitaba ganar para conseguir la clasificación a la próxima fase, pero Gimnasia lo derrotó 2 a 1 con goles de Palavecino y Salguero. El gol del Globo fue convertido por Houseman a los 27' minutos del primer tiempo. Seis fue el puntaje que le puso ese día Los Andes.
En 1980, se presentó el 25 de febrero en San Rafael en un partido que formó parte del Torneo Vendimia.
Fue frente a Arizu Villa Atuel con triunfo del Globo de Parque Patricios pero no marcó goles.
Mientras que el 28 de ese mes se jugó la final del certamen en el Malvinas Argertinas con una de las mayores goleadas que se recuerden en nuestro medio. Fue 12 a 0 para el equipo porteño y aquel día Houseman convirtió cuatro goles.
Como todo en la vida, desde un cuento de hadas hasta las alegrías y las tristezas todo tiene un fin. Ese lo puso un cáncer de lengua que le terminó ganando el partido y pensar que había dejado el alcohol y el tabáco porque le tenía mucho miedo a esa enfermedad que se había llevado a sus padres.
Es el tercer campeón del mundo con Argentina que se va (los otros fueron Rubén Galván, hace una semana y Cucciuffo, este del plantel del 86). El fútbol, está de luto y siempre sonará aquel cántico de la hinchada de Huracán: "el loco es lo más grande del fútbol nacional”.