La hermética oscuridad de una caja de seguridad judicial guarda secretos aún más oscuros dentro de un cuaderno escolar inédito, donde una mujer anotó sus peores vivencias infantiles: los abusos sexuales a los cuales la sometió durante 20 años su propio padre, con quien tuvo 7 hijos que sus progenitores criaron como propios. Este verdadero "diario de la brutalidad" guarda la historia -vista por ojos de niña-mujer-, de un ex colectivero adicto al tabaco que resultaría ser el agresor sexual más famoso de Mendoza y tal vez de país: "El Chacal de la Cuarta".
Hoy, a 11 años de que se conociera el caso y a 10 de la muerte de Armando José Lucero Puebla (68), tal el nombre del atroz agresor sexual en cuestión, todo el peso del pasado vuelve y se actualiza porque la víctima sigue buscando justicia, ahora denunciando a su madre, una jubilada del Poder Judicial a quien ella considera como la entregadora y propiciadora de todos sus males.
Todo comenzó el mediodía del lunes 8 de mayo de 2009, cuando una mujer de 35 años acompañada por su madre, de 57, ingresó a la Unidad Fiscal de Capital para denunciar a su padre biológico, quien la había sometido durante largos años y con el que había sido madre 7 veces.
Así recuerda el momento el juez Marcelo Gutiérrez del Barrio, por entonces fiscal capitalino: "Es como si hubiera sido ayer. Un caso impactante desde lo emocional, ¿no? Esa tarde me contó todo lo que había sufrido desde pequeña. En ese entonces ella tenía 35 años y un aspecto introvertido, sumiso. Tengo otro recuerdo de ella: un tiempo después, cuando ya había recibido asistencia psicológica, con otro peinado, distinta. Me acuerdo que me dijo: 'Sabe doctor, fui al Parque por primera vez'".
Tras tomar la denuncia, el magistrado ordenó allanar la fatídica casa de la Cuarta Sección de Ciudad donde vivía el Chacal con su pareja, su hija abusada, los 7 niños y una abuela. Un extraño "hogar donde existía según un psicólogo que los había asistido 2002 -cuando el caso fue ignorado por la Justicia- una dinámica familiar disfuncional con característica de aglutinamiento".
El mismo día de la denuncia, Armando Lucero fue detenido e imputado por "abuso sexual agravado por el vínculo con acceso carnal en cantidad no determinada de hechos en concurso real", un delito que amerita unos 50 años de cárcel, que la muerte le impidió cumplir.
"Estoy arrepentido", le dijo el Chacal a los periodistas, tres días después, camino al penal de Boulogne Sur Mer, cuando la noticia rebotaba en todos los medios de país y en buena parte de la prensa internacional. Es que, meses antes, el mundo se había asombrado con el arquitecto Josef Fritzl, más conocido como "El Chacal de Austria", quien había mantenido en el sótano de su casa durante 24 años a su propia hija, con la que también había tenido 7 hijos. Este aberrante caso hizo que la prensa local bautizara a Lucero como "El Chacal de la Cuarta".
Muy lejos de una persona arrepentida es la imagen que hoy le viene a la mente a uno de sus defensores. "Cero resonancias emocionales. Era un sociópata. En el trato frecuente era normal. Si te lo presentaban, no mostraba nada raro, salvo que era fumador empedernido y por eso se murió. Un buen vecino de la Cuarta. Pero cuando hablabas del caso, el tipo tenía un impacto cero, ni enojo, ni tristeza, ni nada. Era como si un bioquímico anotara el resultado de un análisis; no trasmitía nada", recuerda el abogado Pablo Cazabán, quien en ese momento formaba parte un dinámico dúo de defensores junto a Fabián Hathallah.
Escritos en el inédito cuaderno
Si bien la víctima, al denunciar a su bestial padre, contó sus años más duros, en el cuaderno que hoy está guardado la Unidad Fiscal de Delitos Sexuales -escrito por la mujer después de recibir tratamiento psicológico- el relato es más amplio y detallado.
Aquí se transcriben, por primera vez, algunos fragmentos de ese cuaderno, tomados textualmente de la denuncia presentada contra la madre de la víctima por sus abogados, Cristian Vaira Leyton y Agustín Magdalena. El relato comienza cuando la niña tenía 6 años.
"Todo comenzó en la casa de mi abuela, en la Cuarta Sección de Ciudad... Quiero contar que mi papá empezó a tocarme cosas que yo no quería, me hacía sentir mal. Un día estaba jugando con él; él me decía que le sacara las canas y ahí me empezó a tocar entre medio de las piernas; después de eso me daba una moneda y me dijo que no dijera nada", se puede leer.
Los tocamientos fueron aumentando en frecuencia y gravedad, siempre por la mañana, cuando la madre estaba trabajando. "Él hacía todos los días lo mismo; me alzaba, me sacaba de la cama (y yo con mucho miedo) y me decía despacito al oído 'si decís algo y se despiertan tus hermanos te pego con el cinto'".
"Un día él discutió con mi tata y mi tata le dijo que se vaya; él agarró sus cosas y se fue al lote de la mamá de él en Dorrego. Esperaba que se durmieran todos y ahí se bajaba de la cama y me empezaba a tocar y a pasarme la lengua ahí abajo, y yo temblando de miedo. En ese tiempo yo tendría unos seis años".
En otro momento cuenta: "Ese año yo repetí el año. Pasó el tiempo y todos los días él siguió haciendo eso. Estuvimos hasta el año 1985 cuando fue el terremoto. Pasó el terremoto y a los días nos vamos a "Las tablitas", ese barrio que se usó después del terremoto, ahí fuimos la segunda familia en llegar".
Y allí fue la primera vez que Lucero la violó. "Cuando terminó eso me subió la ropa y me dijo que no dijera nada, yo lloraba del dolor y él me pegaba y me decía 'callate' y no podía del dolor".
"Todo esto pasó hasta los 13 años cuando nos entregaron la casa que es en el barrio Huarpes I, manzana F, casa 14 y ahí teniendo 15 años me hago señorita. Yo no sabía lo que me pasaba y mi hermano mayor me dijo qué era. Me viene por primera vez y ya a la segunda ya no me llega y yo no sabía lo que me pasaba y se me iba subiendo la panza", cuenta en otra parte de relato.
"En el expediente queda claro que, tanto el padre como la madre, eran unos monstruos. No hubo encubrimiento de parte de la madre sino que participó y fomentó los abusos. A pesar de sus celos, ella le cuidaba a los niños y les elegía los nombres. La víctima era muy pequeña y convivía con esos hijos-hermanos", afirma el abogado Vaira Leyton, querellante en la causa que actualmente se instrumenta contra la viuda de El Chacal.
Morir en soledad
Tres días antes de cumplir un año dentro del penal de Boulogne Sur Mer y a sólo 20 días de ser sometido a juicio, Armando Lucero murió el 5 de mayo de 2010, en una cama del hospital Central. Veinte días antes había sido internado por un cuadro respiratorio grave. El cigarrillo y un puntazo que alguien le dio en un pulmón, allá por los setenta, terminaron de pasarle factura.
"Estaba muy flaco, desmejorado. Sabía que se venía el juicio y quería declarar", dijo ese día la defensora oficial Silvina González, una de las últimas personas que lo vio.
"Perverso, seductor, psicópata y con tendencia a la pedofilia", decía el informe psiquiátrico del agresor sexual realizado por el Cuerpo Médico Forense.
El Chacal de la Cuarta murió solo. Nadie, ni sus hermanos, ni sus dos ex esposas, ni los 14 hijos que tuvo con ambas, ni los 7 chicos que nacieron de la incestuosa relación con su hija, fue a verlo. Ni a la cárcel ni al hospital.