Si algún adulto mayor de 50 años despidió el 2020 sin haberse hecho controles prostáticos ese año por culpa de la pandemia, olvidos o por temor al diagnóstico, estos primeros meses del año son una oportunidad inmejorable para sacar turno con su urólogo de confianza.
Si no conoce a ninguno, seguramente su médico de cabecera sabrá a quién recomendarle. No es un tema menor: el de próstata es un tumor frecuente y potencialmente grave, pero si se lo encuentra a tiempo, se puede frenar su avance, evitando que ponga en riesgo la vida.
“Todo indicaría que este nuevo año va a verse teñido también de cierto distanciamiento o aislamiento, hasta tanto no se logre controlar la pandemia de COVID-19. En ese contexto, no deberíamos permitir que se repita la situación del año pasado, donde la enorme mayoría de la población descuidó aspectos centrales de su salud, suspendiendo o postergando chequeos anuales. Ya estamos viendo más cáncer y tumores más avanzados que antes. En el caso de la próstata y de cualquier tipo de cáncer, realizarnos los controles necesarios es, indudablemente, la mejor manera de cuidarnos y ése es uno de los mensajes más importantes que queremos destacar en este Día Mundial”, sostuvo Marta Artigas, Fundadora y Presidente de ACIAPO.
“La falta de consulta y controles del año pasado generó una demora en el seguimiento de casos de cáncer de vejiga, lo que hizo que los pacientes lleguen a la instancia de cirugía con tumores avanzados y de peor pronóstico”, advirtió el Dr. Diego Barreiro, médico urólogo.
“En la visita al urólogo de los varones a partir de los 50 años (o a partir de los 40, si hay antecedentes familiares o la presencia de la mutación genética denominada BCRA1/2), el especialista solicitará los estudios que considere apropiados para evaluar la salud de la persona y, eventualmente, diagnosticar a tiempo una enfermedad potencialmente grave como el cáncer de próstata”, afirmó el Dr. Barreiro.
Entre los tipos de cáncer en hombres en nuestro país, el de próstata es el más frecuente, representando 1 de cada 5 diagnósticos, con cerca de 12 mil nuevos casos cada año. Además, contrario a lo que se cree, es un serio problema de salud que puede complicarse y, de hecho, ocupa el tercer puesto en mortalidad por cáncer en hombres, con cerca de 3.700 fallecimientos anuales, detrás del de pulmón y del de colon-recto.
Es ideal que el hombre tenga un urólogo de confianza al que visitar anualmente y allí, en el diálogo médico-paciente, evacue dudas, erradique mitos, aclare si determinados síntomas son propios de la edad o si pudieran estar reflejando la existencia de alguna enfermedad prostática o genitourinaria.
Tal como refirió el Dr. Barreiro, esto es relevante porque “persiste el mito de que orinar muchas veces por noche, que disminuya el flujo de orina, urgencia miccional o dificultades para vaciar la vejiga son parte inevitable del envejecimiento, mientras que, en realidad, podrían ser signos de la hiperplasia prostática benigna, una condición diferente del cáncer de próstata, pero que tratándola puede mejorar significativamente la calidad de vida”.
Una vez detectado el cáncer de próstata, para su tratamiento hoy se dispone de múltiples y muy buenas herramientas terapéuticas, como cirugía, radioterapia, vigilancia activa, observación, terapia hormonal, quimioterapia o una combinación de algunas de ellas. En cada caso, según las características del individuo y el tipo y estadio del tumor, el especialista, en conjunto con el paciente, decidirá la mejor opción de tratamiento. A los pacientes con cáncer de próstata localizado se les indican tratamientos con fines curativos.