El glaucoma es la segunda causa de ceguera evitable a nivel mundial por detrás de la catarata.
En la actualidad, se estima que el 10 por ciento de la población padece glaucoma, considerada una enfermedad silenciosa ya que cuando los síntomas aparecen y la enfermedad está avanzada.
¿Qué es el glaucoma?
Es una enfermedad ocular que causa un daño progresivo en el nervio óptico produciendo una paulatina pérdida de visión.
El factor principal de riesgo es la hipertensión ocular, dado que si aumenta la presión en el interior del globo ocular, el nervio óptico se comprime dañando las neuronas que lo forman, produciendo la muerte celular de éstas y disminuyendo el campo visual del paciente.
Por eso, desde la Cámara de Medicina Oftalmológica (CAMEOF) se advierte sobre la importancia del diagnóstico precoz para preservar la mejor visión posible.
“La consulta periódica al oftalmólogo es una oportunidad ideal para controlar la presión ocular y revisar el fondo de ojo, lo que permite detectar precozmente enfermedades que amenazan la visión”, afirma la institución.
La peculiaridad de esta enfermedad es que, en su fase inicial es asintomática. Pero cuanto antes se diagnostique, antes se puede tratar, aunque no se recuperar lo perdido.
Síntomas
Cuando la enfermedad está avanzada los síntomas más frecuentes son dificultad para ver por los laterales o por algunas partes del ojo, problemas para enfocar bien o dolor de cabeza, entre otros.
El glaucoma puede aparecer en un ojo o en ambos. En algunos casos, las personas con presión ocular alta no tienen glaucoma, y en otros, se presenta en personas con presión ocular normal.
La cantidad de presión ocular considerada como normal varía según la persona. Un nivel normal de presión para una persona puede ser alto para otra. Por eso, es tan importantes la realización de exámenes regulares.
Prevención
Para prevenir el glaucoma es fundamental realizar revisiones oftalmológicas periódicas, en las que el especialista puede comprobar el estado en el que se encuentran las fibras del nervio óptico y si existe degeneración.
El deterioro del nervio ocular es irreversible y ocasiona una progresiva pérdida de la visión lateral, “como si miráramos a través de un túnel”. Precisamente esa pérdida de visión gradual y la ausencia de dolor, en la mayoría de los casos, provoca que el paciente no sospeche.
El gran problema del glaucoma es que si no se detecta a tiempo puede producir graves problemas de visión y, en un 5 por ciento de los casos, ceguera total. Una vez diagnosticada, no obstante, se puede frenar en la mayor parte de los casos.
Aunque puede aparecer en cualquier momento de la vida, es más frecuente a partir de los 60 años y hay varios factores de riesgo como la diabetes, la presión intraocular alta, antecedentes familiares, miopía elevada (más de 5 dioptrías), hipertensión arterial o estar medicado con corticoides.
CAMEOF recomienda revisiones periódicas cada 2 años a partir de los 40 y anualmente desde los 45-50 años.
Tratamiento
El tratamiento más común para el glaucoma son las gotas para los ojos recetadas por un médico oftalmólogo. Estas gotas reducen la presión en el ojo y previenen el daño al nervio óptico. No curan el glaucoma ni revierten la pérdida de visión, pero ayudan a evitar que la enfermedad empeore. La detección precoz del glaucoma es clave para que la patología no desemboque en ceguera