El 24 de julio se celebró el Día Mundial del Autocuidado, un concepto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) define como la capacidad de las personas, familias y comunidades para cuidar su propia salud, prevenir y afrontar enfermedades o discapacidades con o sin ayuda de un profesional de la salud.
Las prácticas de autocuidado deseables incluyen alfabetización en salud, bienestar mental, actividad física, alimentación saludable, limitación de hábitos o prácticas de riesgo -como fumar, o consumir exceso de alcohol-, buena higiene -lavado de manos, por ejemplo- y el uso responsable de medicamentos de venta libre y servicios de salud.
Los sistemas de salud, tanto en Argentina como en el mundo, se enfrentan a importantes desafíos derivados de los cambios demográficos, el cambio climático, el aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles y la fragmentación de los servicios de salud. Este contexto puede verse aún más afectado, considerando que para 2030 la OMS prevé una escasez mundial de unos 18 millones de trabajadores para la salud.
“Es fundamental concientizar a las personas para practicar el autocuidado y tomar decisiones sobre su propia salud, como la automedicación responsable y segura cuando se reconoce una condición menor de padecimiento”, señaló la Dra. Jimena Worcel, Directora Médica de la Cámara Argentina de Medicamentos de Venta Libre (CAPEMVeL).
Un índice pionero para el autocuidado
Con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Federación Mundial de Autocuidado (GSCF) creó el Índice de Preparación para el Autocuidado 2.0 (SCRI 2.0, por sus siglas en inglés), con el objetivo de trabajar en un mejor diseño de los sistemas de salud y sentar las bases para distintas iniciativas.
Los hallazgos de la investigación confirmaron la falta actual de una visión integral tanto del autocuidado como de sus beneficios sistemáticos. Si bien las percepciones del autocuidado varían a nivel mundial, el concepto está presente en muchas políticas nacionales de salud, principalmente a través de programas de prevención como la vacunación y promoción de la salud.
A pesar de que la educación en salud sigue siendo relegada en gran medida a nivel mundial, el SCRI 2.0 descubrió que el empoderamiento individual reduce la necesidad de intervenciones de atención médica y promueve una mejor salud en todas las poblaciones.