Las enfermedades transmitidas por el mosquito Aedes aegypti -dengue, chikungunya y zika- continúan dominando la escena epidemiológica de las regiones tropicales, subtropicales y templados del planeta. Se estima que solo en las Américas, 500 millones de personas habitan en áreas con presencia del mosquito vector y circulación comprobada del virus dengue, además de los virus chikungunya y zika que hicieron su ingreso al continente en 2013 y 2015 respectivamente.
En Argentina, la mayor urbanización, los cambios ambientales y la presencia de criaderos activos durante varios meses del año dan lugar a que en la actualidad la presencia del mosquito transmisor constituya un riesgo para la población. “El dengue es un problema no solo presente en la región norte de nuestro país, sino que se ha expandido y consolidado en todo el sector central, incluyendo las grandes provincias más pobladas como Buenos Aires, Córdoba, Rosario y también, desde luego, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los municipios que la rodean”, afirma Manuel Espinosa, responsable del área de enfermedades transmitidas por mosquitos de la Fundación Mundo Sano.
El surgimiento de brotes epidémicos en nuestro país es estacional, y está relacionado principalmente con las variaciones de temperaturas y lluvias a lo largo de los meses del año, y con el comportamiento de las personas. A mayor circulación de gente, y ausencia de cuidados ambientales y personales para la prevención, mayor es la probabilidad de que aumenten los casos. “En otros países la circulación del virus del dengue es permanente. No es el caso del nuestro, por lo que el virus comienza a circular a partir del ingreso del mismo por el traslado de personas, ya sea por viajes vinculados a trabajo o turismo”, destaca Espinosa.
Históricamente, la principal línea de acción para la prevención fue el control vectorial. Las estrategias para el control de Aedes aegypti en la Región de las Américas y el Caribe, están dirigidas a la eliminación de los criaderos domiciliarios y el control químico/biológico de las fases larvarias del mosquito, junto con intervenciones focalizadas que se intensifican ante la aparición de casos en el contexto de brotes epidémicos, a fin de reducir los niveles de infestación de mosquitos adultos con capacidad vectorial.
El caso Tartagal
La ciudad de Tartagal, Salta, es un claro ejemplo de cómo un programa de vigilancia y control de Aedes aegypti, sostenido en el tiempo de manera ininterrumpida, logró reducir el número de casos de dengue.
El programa se lleva a cabo desde el 2009, año en el que se produjo uno de los mayores brotes de dengue en nuestro país, y consiste en la realización de monitoreo larval (se visitan las viviendas para registrar si hay presencia de larvas de Aedes aegypti en recipientes artificiales, así como también de posibles criaderos, recipientes que puedan acumular agua), y el monitoreo de actividad reproductiva, puesta de huevos, de los mosquitos, que se realiza mediante la instalación y lectura de ovitrampas, dispositivos que presentan condiciones ideales para que las hembras de los mosquitos puedan colocar sus huevos). Con la información generada a partir de estas actividades, se genera evidencia sobre la dinámica local de las poblaciones de los mosquitos Aedes, vectores que transmiten las arbovirosis dengue, chikungunya y zika.
Asimismo, cuando el sistema de salud reporta un caso sospechoso de dengue, se realiza un “bloqueo de foco”, actividad que incluye la limpieza exhaustiva de la zona y la aplicación de insecticidas espaciales para eliminar a los mosquitos adultos y evitar la transmisión del virus a personas sanas vecinas del domicilio del caso detectado. Además, se complementa con acciones de concientización a niños y niñas en edad escolar a través del proyecto educativo “Prevención en acción: recursos pedagógicos para un Mundo Sano”.
“Las acciones realizadas en estos años permitieron reducir el riesgo de dengue en la zona, lo cual se ve reflejado en la baja incidencia de los brotes ocurridos”, afirma Manuel Espinosa. “Entre 1998 y 2009, Tartagal registró el 61,4% del total de los casos de dengue registrados en la provincia de Salta, mientras que, en el período posterior al inicio del Programa (2010-2020), se redujo al 8,7%”, destaca Espinosa.