El famoso “ojo vago”: ¿qué es la ambliopía?

También conocida como “ojo perezoso”, es una alteración en el desarrollo del sistema nervioso central que se manifiesta como una disminución unilateral, o en menor frecuencia bilateral, de la agudeza visual mejor corregida sin causa orgánica que la justifique.

El famoso “ojo vago”: ¿qué es la ambliopía?

Esto quiere decir que aquellos pacientes que la padecen tienen dificultades para ver las letras o dibujos en las pruebas de consultorio, sin lograr mejorías con ningún anteojo.

La afección se debe a que, durante la infancia, el cerebro no “aprendió” a procesar de manera correcta las imágenes que le envían nuestros ojos. Si un ojo envía una imagen de menor calidad que el otro, el cerebro tiende a “ignorar” la imagen borrosa, invalidando el desarrollo del sistema visual de ese lado. Al no desarrollarse correctamente la vía visual, el ojo que veía borroso continuará viendo así por el resto de la vida.

La importancia de su detección a edades tempranas radica en la reversibilidad del cuadro cuando se diagnostica y se trata oportunamente. Es decir, en la infancia es posible -mediante el tratamiento adecuado- estimular de manera óptima al cerebro para “enseñarle” a ver con mejor calidad sin necesidad de suprimir ninguna de las imágenes que llegan a través de nuestros ojos.

Debemos tener en cuenta que la ambliopía se considera una de las causas más importantes de impedimento visual en el mundo, tiene alta prevalencia en niños y genera una discapacidad visual permanente e irreversible si no se detecta durante la niñez. Por ese motivo se la considera un gran problema de salud pública y son de vital importancia los controles oftalmológicos reglados, aún cuando uno supone que el paciente no presenta ningún problema visual. Especial atención merecen los niños en este aspecto, quienes no suelen quejarse de ver borroso, ya sea porque no saben lo que significa ver mejor (lo desconocen) o porque al tener una buena imagen visual de uno de los ojos, no perciben la dificultad que les proporciona el otro.

Las causas de ambliopía suelen ser variadas, desde la necesidad de uso de anteojos, o la presencia de desviaciones oculares, hasta causas más graves como las cataratas congénitas. Estos factores, fácilmente diagnosticables por un oftalmólogo, suelen pasar desapercibidos por otros profesionales que no cuentan con la tecnología adecuada para su detección, por lo que la consulta oftalmológica en los niños debe ser igual de importante que el seguimiento y control con su pediatra.

La Asociación Argentina de Oftalmopediatría recomienda realizar controles oftalmológicos al nacimiento, a los 6 meses, al año y luego cada dos años regularmente.

Un estudio realizado en el Hospital Italiano de Buenos Aires detectó que el 33% de la población comprendida entre los 3 y 7 años no realizó nunca un control con el oculista desde el nacimiento. Este es un valor alarmante, ya que implica una falta de detección por parte del sistema de salud de los factores de riesgo causantes de ambliopía en la etapa de mayor plasticidad cerebral, en donde todavía podemos “enseñar” a los ojos a ver bien. Debido a esto, un gran número de pacientes padecerán la enfermedad y tendrán discapacidad a largo plazo de no mediar el tratamiento oportuno.

El manejo óptimo de la ambliopía requiere de una detección temprana de la misma, con la identificación de los factores de riesgo asociados. Los controles oftalmológicos desde el nacimiento son de vital importancia para evitar las graves consecuencias que puede tener esta enfermedad si no se trata de manera correcta en el momento preciso.

La autora es médica oftalmóloga del Hospital Italiano de Bs As -Fellowship en oftalmopediatría y estrabismo.

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