Esto supone que la incontinencia es más común de lo que se piensa, pero ¿por qué a la sociedad le cuesta tanto hablar del tema?.
Las pérdidas de orina ocurren por cambios en el suelo pélvico, el músculo que controla la apertura y cierre de la uretra, que sostiene la vejiga y controla el esfínter urinario. Al acercarse al último trimestre del embarazo, es normal que la presión del bebé en el útero comprima la vejiga, provocando en las futuras madres un aumento en las ganas de hacer pis. Esta tensión causa lo que se conoce como incontinencia de “esfuerzo”, que se origina por la fuerza abdominal a raíz de la tos, la risa, los estornudos o al cargar peso. A pesar de que es más común de lo que se admite, y tiene una razón física, a muchas mujeres les cuesta aceptar estas pérdidas involuntarias de pis.
Existen factores como el aumento de peso durante el embarazo o el hecho de haber tenido un parto natural que hacen que algunas mujeres continúen teniendo incontinencia urinaria incluso después del parto. En la mayoría de los casos puede resolverse naturalmente dentro de los 6 meses posteriores al nacimiento del bebé. Ingerir alimentos ricos en fibra, evitar el consumo en exceso café, té o bebidas carbonatadas puede ayudar a la disminución de la irritación de la vejiga. Además, realizar ejercicios como pilates y técnicas de contracción de los músculos pélvicos conocido como “Kegel” pueden contribuir.
Lo más importante es entender que la pérdida de orina es algo común y les sucede a muchas personas y, lejos de avergonzarse de la situación, lo ideal es mantener la calma y asesorarse.
Asesoró: Plenitud