Más de 40 mil personas por año sufren una muerte súbita en Argentina

Se define a la muerte súbita (MS) como “muerte natural de causa cardiovascular, que se produce en forma inesperada con un corto intervalo desde el inicio de los síntomas desencadenantes, habitualmente ocurre en menos de una hora o que acontece durante el sueño”.

Más de 40 mil personas por año sufren una muerte súbita en Argentina
Como el 70% de los casos se producen en el ámbito extrahospitalario, la comunidad no médica es la primera encargada de atender un episodio de muerte súbita.

La MS representa la mitad de las muertes cardiovasculares y el 25% del total de las muertes en adultos. Aproximadamente un 50% ocurre en personas sin enfermedad cardíaca conocida, siendo ésta su primera expresión.

Puede ocurrir a cualquier edad, porque no existen indicadores previos. Las personas con mayor riesgo de muerte súbita son los lactantes de hasta 6 meses, y los adultos con enfermedades cardiovasculares vinculadas a la carga genética y los hábitos poco saludables. En niños y jóvenes la cantidad de casos es menor, y se debe en su mayoría a alteraciones cardiovasculares congénitas.

Se calcula que más de 40.000 personas por año sufren una muerte súbita en Argentina. La mayoría ocurre fuera de centros asistenciales. Este terrible evento puede suceder a cualquier edad, aunque a medida que pasa el tiempo la probabilidad de que ocurra es mayor”, explica Valeria El Haj, Directora Médica Nacional de OSPEDYC.

La prevención primaria de la muerte súbita consiste en adoptar un estilo de vida saludable basado en una alimentación adecuada, realizar ejercicios físicos periódicos, no fumar, controlar la presión arterial, los valores de azúcar y colesterol, y visitar periódicamente al cardiólogo para hacer chequeos para detectar en forma precoz cualquier enfermedad cardíaca.

La velocidad con la que se reaccione para socorrer a la víctima le ofrece más posibilidades de sobrevivir. “Por cada minuto de retraso en actuar, se pierde un 10% de posibilidades de salvar a esa persona, es por eso que es fundamental concientizar a la comunidad sobre la importancia de aprender maniobras de para Reanimación Cardio Pulmonar (RCP)”, desarrolla la profesional.

Con tan sólo tres pasos se puede salvar una vida:

  • Acercarse a la víctima y constatar si responde o respira y si no lo hace, iniciar las maniobras de RCP.
  • Llamar al número de emergencias para que rápidamente llegue la ambulancia.
  • Comprimir con las dos manos el centro del pecho de la víctima con una profundidad de 5 a 6 cm y una frecuencia de 100/120 veces por minuto con mínimas interrupciones, hasta que llegue el sistema de emergencias. En el caso que se cuente con un desfibrilador (DEA), se deberá usar siguiendo las indicaciones del dispositivo para su utilización.

La Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), ofrecen cursos de dos horas para aprender a realizar las maniobras adecuadas de Reanimación Cardiopulmonar básica (RCP). Saber hacer estas maniobras y conocer la cadena de supervivencia puede significar la diferencia entre la vida y la muerte de una persona que sufre un ataque que le genera un desvanecimiento súbito. “Si todos los habitantes de la Argentina supieran cómo actuar, se reducirían en un 70% las muertes súbitas que ocurren fuera del hospital”, destaca El Haj.

La cadena de la vida es el conjunto de acciones dirigidas a salvar la vida de las personas que se encuentran en parada. Cualquier persona puede llevar a cabo esta cadena. Cada minuto de retraso a la hora de ponerla en marcha disminuye las posibilidades de que la persona sobreviva hasta en un 10%.

Por último, El Haj sostiene que los cinco eslabones de la cadena de supervivencia son los siguientes:

1. Reconocimiento precoz y pedir ayuda.

2. Resucitación cardiopulmonar (RCP) precoz:

  • Colocar la base de la mano en el centro del tórax de la persona.
  • Poner la otra mano sobre la primera y entrelazar los dedos.
  • Situar los hombros arriba de las manos, poner los brazos de forma perpendicular al cuerpo y estirar los codos.
  • Hacer presión sobre la base de la mano, mientras se deja caer el cuerpo sobre ella. Realizar compresiones rápidas (aproximadamente 100 por minuto de 5cm de profundidad).

3. Desfibrilación precoz: el desfibrilador externo automático, conocido como DEA, puede ser utilizado por cualquier persona. Son dispositivos que producen descargas eléctricas, con el objetivo de que el corazón reaccione y vuelva a funcionar. Su uso aumenta las probabilidades de supervivencia y suelen ser sencillos de utilizar, ya que hay una voz que guía a la persona que lo utiliza.

4. Soporte vital avanzado efectivo: este eslabón es el que llevan a cabo los profesionales sanitarios en el hospital.

5. Cuidados integrados post paro cardíaco: cuidados que recibe el paciente de los profesionales sanitarios, con el objetivo de que éste vuelva a un funcionamiento cerebral normal, un ritmo cardíaco estable y una función hemodinámica normal.

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