Un nuevo estudio publicado en la revista “NeuroImage” concluyó que no solo existen diferencias significativas en la salud del cerebro entre las personas con obesidad y las que tienen un peso normal, sino que además se produce una marcada mejora de la edad cerebral tras la cirugía bariátrica.
“Estos resultados sugieren que las anomalías de la salud cerebral relacionadas con la obesidad podrían revertirse mediante una pérdida de peso significativa y sostenida y la mejora generalizada de las alteraciones cardiometabólicas”, escriben los investigadores canadienses a cargo del estudio.
Los autores explican que las personas que viven con obesidad suelen tener una mayor edad cerebral, lo que denota una peor salud del cerebro, probablemente debido a la atrofia relacionada con la obesidad de la materia gris y blanca.
La disminución de los valores de edad cerebral tras la cirugía bariátrica se asoció significativamente con el grado de pérdida de peso y la mejora concomitante de los factores cardiometabólicos, más concretamente la presión arterial y la resistencia a la insulina.
“Estos hallazgos apoyan la idea de que la mejora de la integridad y la salud del cerebro podría ser consecuencia de un mejor flujo sanguíneo cerebral y una mayor sensibilidad a la insulina tras la pérdida de peso inducida por la cirugía bariátrica”, aseguran los autores.
Según explican en el trabajo, el cerebro humano experimenta cambios morfológicos a lo largo de la vida adulta que generalmente se asocian con una disminución del rendimiento cognitivo, así como con otros síntomas conductuales y motores. “La variabilidad de una persona a otra en los cambios cerebrales asociados a la edad se ha relacionado con los resultados clínicos (por ejemplo, el deterioro cognitivo y la demencia) y la edad calculada en función de dichos cambios cerebrales puede utilizarse como medida de la salud del cerebro”, detallan. Más concretamente, la diferencia entre la edad cerebral calculada en base a las características derivadas de las imágenes de resonancia magnética y la edad cronológica se define como ‘edad delta’ o ‘estimación de la brecha de edad cerebral’. Esta edad delta permite medir si el cerebro de un individuo se ve más viejo o más joven que un cerebro normal que coincide con la edad cronológica.
Sobre los resultados de este nuevo estudio canadiense se refirió el doctor Mariano Socolovsky -jefe de Neurocirugía del Hospital de Clínicas y profesor de Neurocirugía de la Universidad de Buenos Aires-, quien calificó los hallazgos de sorprendentes e interesantes porque brindan basamento científico objetivo para afirmar que la cirugía de la obesidad no solamente permite el descenso de peso, una mejora de la calidad de vida, aumento de la sobrevida, mejoría de las articulaciones y de parámetros como el colesterol, los triglicéridos y el índice de glucemia sino también de la edad cerebral.
“Lo que lograron determinar en primer lugar en este trabajo es que la edad cronológica no siempre es la misma que la edad cerebral. Es decir que el cerebro es afectado por el sobrepeso y que envejece más rápidamente cuando está sometido a una inflamación, como la que produce la obesidad”, detalló el neurocirujano.
Asimismo, el otro hallazgo que destacó de esta novedosa investigación fue la evidencia del impacto que tiene la cirugía bariátrica sobre el envejecimiento acelerado del cerebro como consecuencia de la obesidad. “El estudio realmente demuestra que la disminución de peso prolongada e importante que produce la cirugía bariátrica retrotrae ese envejecimiento prematuro del cerebro entre tres y seis años (en el período estudiado, y en los pacientes estudiados)”, remarcó Socolovsky.
El especialista apuntó que en el estudio -para el cual se utilizó resonancia magnética y una técnica especial- se observó que había una afectación del encéfalo, tanto de la sustancia gris como de la blanca, que son los dos tejidos más importantes del cerebro. “Al determinarla con una resonancia, la afectación se midió en forma anatómica y no funcional. Es decir, que los cambios observados son morfológicos y por ende más groseros: cambios de calidad y estado de los tejidos, que son más notorios y evidentes. En otras palabras, sospecho que si se realizaran estudios sobre el funcionamiento del cerebro midiendo funciones como la memoria, la inteligencia, y otras capacidades cognitivas, muy probablemente estos cambios que produce el descenso de peso marcado sean aún más evidentes”, sostuvo Socolovsky.
Por su parte, el licenciado en Nutrición Diego Querze -responsable de la sección Nutrición y Enfermedades Neurológicas de Fleni- coincidió en que la obesidad y el sobrepeso generan un estado de inflamación crónica, multifactorial, que afecta el organismo en múltiples niveles, incluidas la salud cardiovascular y la salud cerebral. “Entre las complicaciones asociadas con la obesidad se encuentran los factores de riesgo cardiometabólicos, como son la diabetes tipo 2, las dislipemias, la hipertensión, a lo que debe sumarse el sedentarismo que suele acompañar el exceso de peso”, puntualizó, para luego añadir: “Todos estos factores de riesgo vasculares son los que directamente van a afectar nuestra salud cerebral. El exceso de tejido adiposo es lo que ocasiona generalmente este estado de inflamación”.
Cerebro joven
Además de tratar la obesidad y el sobrepeso, otra estrategia fundamental para mantener un cerebro “joven”, según subrayó Socolovsky, es el “ejercicio cerebral”, es decir mantener activo el cerebro. “Básicamente, se trata de estudiar, aprender cosas nuevas, relacionarse, sin importar la edad cronológica de la persona”, resumió. Y además hizo hincapié en el rol clave del estilo de vida. “Si uno analiza las poblaciones que tienen mayor longevidad pero también mayor calidad de vida al llegar a la ancianidad, se pudo observar que son las de la zona Mediterránea. Allí se estudió a los pobladores y se dedujo que ellos mantienen una ejercitación física y cerebral, llevando también una vida más sociable -se ha demostrado que las personas aisladas, que no tienen una vida social muy activa, tienen tendencia a envejecer más rápido- y el tercer factor que se identificó como importante en esta población mediterránea longeva fue la alimentación y su dieta característica, también llamada “‘mediterránea’”, argumentó el neurocirujano.
En esa misma línea, Querze explicó que es crucial prevenir o tratar de prevenir los factores de riesgo cardiovascular, que son los mismos que afectan la salud cerebral. “Hay alimentos que se debe intentar de evitar, como los procesados o ultraprocesados, que favorecen los estados de sobrepeso u obesidad”, precisó.
En tanto, hizo hincapié en que otros nutrientes y alimentos son útiles como antiinflamatorios: el omega 3, omega 6, las legumbres, los cereales integrales, las frutas y verduras de estación, las carnes magras, no solamente no favorecen el sobrepeso y la obesidad sino que también ayudan a evitar la inflamación. “Son sustancia, como el caso de los omegas, que no generamos nosotros naturalmente entonces deben ser ingeridas a través de la alimentación”, aclaró el especialista en Nutrición.
Por último, Querze puntualizó que por tratarse de alimentos que uno no está tan acostumbrado a consumir, lo principal es empezar a incorporar algunos de ellos diariamente. “Reducir el consumo de carnes rojas y aumentar el consumo de carnes blancas, reemplazar los azúcares simples por azúcares más complejos o hidratos de carbono más complejos, que se encuentran en los productos integrales o cereales integrales y las legumbres, son cambios en nuestros hábitos de alimentación que mejoran nuestro estilo de vida y nuestra salud cerebrovascular”, finalizó.
*Dr. Mariano Socolovsky (M.N. 90.961). Jefe de Neurocirugía del Hospital de Clínicas - Profesor de Neurocirugía de la Universidad de Buenos Aires
*Lic. Diego Querze (Matrícula 7.949). Licenciado en Nutrición - Responsable de la sección Nutrición y Enfermedades Neurológicas de Fleni