La otitis externa, comúnmente conocida como “oído de nadador” u “otitis del nadador”, es una infección aguda de la piel del conducto auditivo, causada principalmente por bacterias, siendo la Pseudomonas la más frecuente. Esta infección puede ocasionar síntomas como dolor al manipular el pabellón auricular, secreción y pérdida de audición si el conducto auditivo se encuentra edematizado.
“La incidencia de la otitis externa es más notable en niños que pasan largos períodos dentro del agua, especialmente durante el verano. La humedad dentro del oído puede irritar la piel facilitando la entrada de bacterias y hongos”, menciona la Dra. Valeria El Haj, directora Médica Nacional de OSPEDYC y agrega: “Además, cualquier acción que dañe la piel interna del conducto auditivo, como la sequedad cutánea, rascarse, limpiar el oído con hisopos o la introducción de objetos extraños, aumenta el riesgo de desarrollar esta infección”.
En casos de otitis media, el pus acumulado en el oído medio puede pasar al conducto auditivo a través de una perforación en el tímpano desencadenando la otitis externa.
Signos y síntomas
Los signos y síntomas de la otitis externa incluyen dolor severo de oído, sensibilidad al tirar de la parte externa del oído, molestias al masticar, picazón previa al dolor, enrojecimiento o hinchazón del oído externo, aumento de tamaño y dolor en los ganglios alrededor del oído, y supuración que puede cambiar de transparente a turbia y amarillenta.
¿Cómo se puede prevenir?
La prevención de la otitis externa implica el uso de gotas de una solución diluida de ácido acético después de nadar, especialmente en niños propensos a estas infecciones. Estas gotas solo se pueden usar en niños que no tengan tubos de ventilación en los oídos ni el tímpano perforado.
“Para evitar dañar los oídos, los niños no se deben limpiar los oídos. “, explica la profesional.
¿Cuál es el tratamiento?
El tratamiento depende de la gravedad de la infección. Un profesional de la salud puede recetar gotas para los oídos que contengan antibióticos para combatir la infección, tal vez junto con medicamentos para reducir la inflamación del conducto auditivo. Las gotas para los oídos se administran varias veces al día durante 5 a 7 días.
Si un canal auditivo inflamado dificulta la colocación de las gotas, es posible que el médico inserte una pequeña esponja o “mecha” dentro del conducto auditivo para que las gotas penetren en el oído con mayor eficacia. En algunos casos, el médico tendrá que extraer el pus y demás partículas que se hayan acumulado dentro del oído, aspirándolas. Esto permitirá que las gotas funcionen mejor.
En el caso de las infecciones más graves, los profesionales de atención médica pueden recetar antibióticos por vía oral y querer realizar pruebas de la secreción del oído para saber qué bacterias u hongos están causando el problema.
“Es fundamental saber que este tipo de infecciones deben ser tratadas por profesionales de la salud, ya que si una otitis no se trata, el dolor de oídos empeorará y es posible que la infección se extienda. Siempre es bueno recordar que la prevención y el tratamiento oportuno son fundamentales para garantizar la salud auditiva”, concluye la Dra. El Haj.