Luego de visitar Moscú, partí en tren a San Petersburgo, la antigua ciudad imperial y capital de la Rusia zarista hasta la Revolución de 1917. Se ubica junto al río Neva que conecta con el Mar Báltico. Al igual que Brasilia, La Plata, Washington y Canberra fue diseñada por arquitectos para su utilización específica como centro gubernamental. Me alojé en un hostel a pocas cuadras de la última casa que habitó Fiodor Dostoievski, mi escritor preferido de la adolescencia. La avenida Alexander Nevski es la arteria principal.
A lo largo de ella encontramos teatros, restaurantes, tiendas e iglesias. Conecta todos los lugares de interés, que son muchos. Se recomienda una visita al Museo Fabergé ubicado en el Palacio Shuvalov sobre el río Fontanka. Aquí se exponen 9 de los 50 célebres Huevos de Fabergé que se crearon. Para cada celebración de la Pascua el Zar Nicolás II, cabeza de la Familia Imperial Romanov, solicitaba al prestigioso orfebre que diseñara un modelo nuevo. Nunca había visto personalmente estas fabulosas piezas artesanales y quedé estupefacto ante la fineza y los detalles exquisitos de cada uno.
Otra familia poderosa eran los Yusupov cuya fortuna superaba, incluso, a la del Zar. Se puede conocer el Palacio Yusupov donde se cometió un asesinato mundialmente célebre y muy debatido: el de Grigory Rasputín, un monje sanador que adquirió un poder insospechado al convertirse en confidente de la Zarina Alejandra y a quien culparon de influir en asuntos de Estado en detrimento del mismísimo Nicolás II. La nobleza y algunos militares decidieron asesinarlo en las dependencias de este palacio. Estuve en el mismo sótano donde ocurrieron los acontecimientos. Allí se han colocado muñecos de cera de los protagonistas del complot y de Rasputín que ayudan a comprender lo que ocurrió esa fría noche del 30 de diciembre de 1916. El monje fue invitado al palacio, donde le convidaron dulces envenenados con cianuro. Esta primera estratagema no funcionó y fue baleado por el Príncipe Félix Yusupov, dueño de casa. Lo creyeron muerto y fue envuelto para trasladarlo, cuando despertó súbitamente. Otro conspirador le descerrajó varios tiros más, incluso uno en la cabeza para rematarlo. Creyeron que este sería el fin, pero Rasputín aún vivía. Desesperados, lo subieron a un coche y lo arrojaron a las gélidas aguas del Neva en las afueras de la ciudad. La autopsia determinó que murió por ahogamiento, con lo cual ni el cianuro ni los disparos causaron su muerte.
Para el final dejé el recorrido por la casa de Fiodor Dostoievski. Habitó varias moradas. La última dependencia de este magistral literato fue el departamento 10 del segundo piso del edificio de la calle Kuznechny 2. En su interior se observan objetos de la vida cotidiana de Fiodor y su familia. Junto a su esposa, Anna Grigorievna, se encargaban de editar los libros, algo inédito para la época. En su estudio vemos el escritorio en el que escribió Los hermanos Karamazov. Un reloj en la misma habitación, está detenido a la hora de su muerte, las 20:37 del 28 de enero de 1881. Huelga decir que es una celebridad en San Petersburgo. Existe la semana de Dostoievski con lecturas y representaciones teatrales de sus obras.
Datos
Tren de Moscú a San Petersburgo: 220 dólares (ida y vuelta)
Hostel Broadsky: 13 dolares por día
Museo Fabergé: 9 dólares
Palacio Yusupov: 7,5 dólares
Sótano y salas de Rasputín: 4,5 dólares
Paseo de hora y media en barcaza por los canales y el río Neva: 17 dólares
Casa de Dostoievski: 3,5 dólares
Mamushka de cinco elementos: 6 dólares
Gorro militar Ushanka: desde 7 dólares