Tendrá que tomar nota de lo sucedido ayer, José María Bianco. Gimnasia mostró dos caras muy distintas ante Sarmiento y terminó pagando caro su falta de eficacia en los metros finales. A pesar de jugar un gran primer tiempo, en el segundo entró en el desorden propio de quien no encuentra los caminos para igualar y pudo ser goleado por un rival que exhibió, por nombres y juego, credenciales de candidato al soñado ascenso.
De nada le sirvió al Lobo hacerse del balón durante el capítulo inicial. En el primer ataque a fondo de la visita, el balón terminó en el córner y de esa ejecución llegó el gol de Landa. De ahí en más se jugó bajo las condiciones que impuso el equipo del "Chaucha". Presión alta, mucha movilidad de balón y apertura hacia las bandas.
Sin embargo, esa fue la trampa en que cayó Gimnasia; Sarmiento le ofreció los espacios, atento a la altura de sus defensores y la escasa presencia mensana en el área rival. "Nachito" Morales no presenta las características que si tiene, por caso, Sebastián Matos, por lo que el Lobo no tuvo una referencia clara en el área rival y casi ni incomodó con los lanzamientos desde los costados.
Para el complemento, Bianco tomó nota de esto y mandó a la cancha a Matos en la búsqueda de resolver de otra manera esas acciones del juego. Sin embargo, cambiaron los caminos por donde el Lobo intentó llegar al gol y casi no hubo centros desde los costados. Ahora la intención fue romper a partir de sociedades por el centro del campo, aunque el resultado fue el mismo: casi no generó peligro.
Sarmiento, con el ingreso de Quiroga y Vivani, ganó en verticalidad y provocó un descontrol defensivo al Lobo. A tal punto que si el triunfo hubiera sido con goleada incluida, nadie se hubiera sorprendido. Por defectos en la definición y el palo en dos ocasiones, recién sobre el final llegó el golazo de Nicolás Orsini para sentenciar la historia.
Así se acabo el invicto largo de 32 partidos que ostentaba el Lobo como local. Un tropezón que puede servir para el futuro.