La idea de contemplar el mundo y poder retratarlo ya es una aventura. La cuenta de Instagram de Zak Shelhamer es un backstage de sus viajes, de todos sus pretextos teñidos de trabajo: saboreando adrenalina detrás del insólito reto que afronta un deportista extremo o fascinado por la rústica perfección que desnuda el paisaje. El californiano -nacido en 1985- está atento a los mandatos de la cámara.
“Cualquier persona puede montar luces y armar una mantilla, pero hay que ser especial para poder capturar la emoción”, dice Zak. El fotógrafo se ha transformado en una referencia y algunas publicaciones especializadas le han otorgado el título del “Mejor viajero de aventuras”. La revista del canal Natgeo destaca: “Zak Shelhamer sigue alimentando increíbles aventuras a través de todas las cosas que hace o de los lugares que visita”.
El hombrecillo freak
El retrato de @zakshelhamer no causa ningún impacto. Aquel hombre desarticulado, de cabellos claros que no son ni rubios ni rojizos, se esconde detrás de unos importantes anteojos de marcos negros. Su apariencia es insípida, como la de cualquier pasajero que viaja anónimamente en los subterráneos de una ciudad populosa. A primera vista es difícil poder recordar un detalle que lo caractericé,,, sin embargo una pequeña multitud sigue sus experiencias desde las redes sociales.
Una colección de instantáneas que se despliegan en forma aleatoria: que mezcla campos verdes, saltos al vacío o viajes apurados en motocicleta. Casi como un road movie pero cuadro por cuadro. Zak usa su cuenta de Instagram para inspirar el deseo de riesgo entre sus miles de seguidores.
La pasión de Shelhamer por la fotografía nació de la mano del snowboard. Pero, después de demasiados cortes y hematomas del rider que busca alcanzar el profesionalismo, decidió dar un paso al costado y disfrutarlo. Zak fue votado como uno de los diez mejores fotógrafos de Instagram y también de aventura.
Él ha trabajado para marcas de deportes extremos como Vail resorts, Quiksilver y Vans, Además con su iPhone ensayó micro relatos y sus imágenes son cada vez mejores. En el transcurso de su carrera ha grabado, editado y dirigido aproximadamente 400 videos que han obtenido más de 200 millones de visitas.
The ghost rider
Su entusiasmo por contar historias es evidente, ya sea a través de la fotografía, el cine o combinando ambos. Algunos de sus trabajos surgieron poniéndole el cuerpo a una cámara Gopro; saltando de espaldas hacia un río, sobre una tabla de surf, o conduciendo su motocicleta por bosques que parecen encantados.
Zak Shelhamer, aquel hombre desarticulado, ha trabajado en piezas (films de pocos minutos) que llegaron a las pantallas durante el Superbowl o fueron vistas en los Juegos Olímpicos. La revista Forbes lo rotuló como el ‘Fotógrafo de Instagram N°1 a seguir”. Nada mal para un chico californiano -nacido en 1985- que se divierte con algún truco sobre una tabla.
Golpeando las puertas del cielo
“No estoy seguro, no sé si fue la cámara la que me inspiró a salir o viajar lo que me inspiró para conseguir una cámara, pero de cualquier manera, mi amor por el aire libre y la idea de capturar la creación de Dios es lo que ha impulsado mi pasión”, confió Zak Shelhamer en una entrevista publicada el año pasado por el Matador (matadorup).
“Me encanta explorar nuevas zonas a lo largo de la costa. Puedo encontrar nuevas olas, águilas marinas, tropezar con cascadas o simplemente encontrar un nuevo lugar desde donde observar el atardecer. Si alguna vez me aburro de la costa, puedo ir de excursión a una montaña cubierta de nieve en unas pocas horas”.
“Vivir en Oregón... en la costa de Oregón es uno de los lugares más inspiradores que podría haber elegido para vivir y desarrollar mi profesión. Nunca hay escasez de lugares para explorar y actividades para hacer. ¡Me gusta aquí!”.
-¿Qué te saca de la cama todas las mañanas?
-La idea de un café, buenas olas y el miedo a perder el tiempo...
Zak Shelhamer y su esposa son nómades. tienen un estilo de vida muy radical para estos tiempos de intercomunicación. En su cuenta de Instagram, uno puedo espiar su cotidianidad. Viven en constante movimiento, en una van que recorre la costa. Su desapego por lo material, provoca el deseo de querer participar de aquella utopía. De viajar por el mundo y sentir que la vida se despliega a nuestro alcance con total intensidad.