Snapchat: huele a espíritu adolescente

Snapchat: huele a espíritu adolescente

Por Claudio Barros - cbarros@losandes.com.ar

Paso 1: instalás la aplicación.

Paso 2: la mirás, le pasas el dedo y no entendés nada.

Paso 3: la borrás.

¿Tan complicado es Snapchat? Buscando una respuesta es que uno descubre que no es un problema de la aplicación sino de la edad del usuario. Esa franja etaria en la que el término “adulto joven” empieza a desvanecerse se lleva consigo también cierta capacidad para interactuar con la tecnología de forma ágil e intuitiva.

Pero antes de ahondar vamos a la importante: qué es Snapchat y cómo funciona. Estamos ante una aplicación para smartphones y es una red social. Sirve para hacer fotos y videos y su gran particularidad es que ese contenido después de ser compartido desaparecerá. O sea que todo lo que generemos -o compartan nuestros contactos- será borrado.

Así uno toma una imagen o graba un video al que puede agregarle emojis, escribirle un texto o dibujar por encima con el dedo decidiendo cuantos segundos puede verlo alguien. Se puede simplemente publicar para que lo vean nuestros contactos o abrirlo al mundo pero también se puede enviar por chat y vivirá 24 horas en la app antes de desaparecer para siempre. ¿Se entendió? No hay mucho más, aunque la promesa del contenido que se “evapora” tentó a más de un pirata que fantaseó con andar de trampa por allí.

El dato duro dice que 60% de los que poseen un smartphone y tienen entre 13 y 34 años usa Snapchat o al menos lo tiene instalado.

A mis 40 años me quedo afuera de la estadística pero me le animo igual a la aplicación por el desafío de ver por qué atrae tanto.

Mi curiosidad, claro, no está aislada. El mismo motor impulsó a los grandes medios como CNN, MTV, People o National Geographic a tener un canal por allí. Lentamente se van sumando las celebridades y ahora también los políticos. Mauricio Macri ahora tiene una cuenta y desde Snapchat fue mostrando como se preparaba para recibir al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien también usa Snapchat desde la cuenta de la Casa Blanca. De hecho hubo mucho en Snapchat sobre el encuentro entre presidentes que no fue enviado a los medios pero sí compartido por la red social.

¿Por qué están todos allí? Porque les interesa estar cerca de quienes lideran el consumo, la tecnología y, en breve, el país: los jóvenes.

Cada vez que hay un sondeo sobre por qué los adolescentes o veinteañeros eligen esa red social las respuestas son concordantes: escapar de Twitter o Facebook que es donde están sus padres, no apegarse a la perfección estética de Instagram y dominar un espacio caótico pero lúdico.

¿Es una moda? Probablemente. Pero no lo es más -o menos- que otras tendencias tecno que nos eran desconocidas hace pocos años, o incluso meses, pero a sabiendas de que cualquier día venidero se transformarán en un recuerdo.

¿Acaso no suspiramos con nostalgia cuando recordamos al Messenger de Hotmail?

Pero más allá del aspecto técnico, Snapchat es un reto intelectual porque después de cierta edad nos cuesta entender cuál es la gracia de valorar tanto lo efímero y la necesidad de dedicar tiempo a generar contenido que no va a trascender.

Y allí radica su secreto y su éxito. Los más chicos buscan justamente eso: mostrar su cotidianidad sin imposición y sin reglas.

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