Desde la edad temprana, desfilando con la marcha de San Lorenzo, o a lo largo de nuestras vidas pasando por algunas de las plazas, calles o monumentos que llevan su nombre, José Francisco de San Martín ha quedado inmortalizado por los argentinos. Su legado es recordado hasta el día de hoy más allá de su hazaña militar, acentuando su moral inquebrantable.
El libertador nació el 25 de febrero de 1778, en Yapeyú. Mendoza guarda los recuerdos del paso del General San Martín en los numerosos lugares que fueron escenarios de su gestión como gobernador intendente, jefe del Ejército de los Andes. En nuestra provincia, Don José de San Martín también sencillo ciudadano dedicado a las labores agrícolas, además, conservando en nuestro territorio importantes reliquias y despojos mortales de su hija, su yerno y la mayor de sus nietas.
1814: San Martín, Gobernador de Cuyo
San Martín no solamente se dedicó a la preparación del Ejército de los Andes sino que también asumió las tareas propias del cargo de gobernador de Cuyo. Entre otras medidas, se ocupó de la vacunación antivariólica, plantó árboles, creó un laboratorio de salitre, una fábrica de pólvora y un taller de confección de paños para vestir a sus soldados.
Además, San Martín hizo construir más canales y desagües, mejoró los caminos y las postas, blanqueó los frentes de las viviendas, que eran de adobe, construyó el paseo de la Alameda, organizó y reglamentó el servicio de correos y de policía, atendió a la educación y prohibió los castigos corporales que se aplicaban a los niños en las escuelas.
El general Don José de San Martín sabía fehacientemente que para darle la independencia al continente americano, era necesario primero, declarar la Independencia en las provincias Unidas del Río de La Plata. Cuando esto sucede, el 9 de julio de 1816, la noticia no tarda en llegar a Mendoza.
Enterado de que las Provincias Unidas del Río de la Plata eran libres e independientes de España, el 8 de agosto de 1816, el General San Martín jura y hace jurar por los jefes, oficiales y tropa del Ejército de los Andes, la independencia sancionada por los congresistas el mes anterior. San Martín sabía que la independencia de los pueblos de América era inminente: “Seamos libres, y lo demás no importa nada…”
1817: El Cruce de la Cordillera de los Andes
En 1817 San Martín y el Ejército de los Andes llevaron a cabo la gran proeza de cruzar la cordillera para liberar Chile. Antes de esto, El libertador difundió rumores señalando fechas erróneas acerca de la partida de su tropa, y sobre todo del lugar por donde se efectuaría el pasaje. Así, consiguió dividir las fuerzas del enemigo y mantener a salvo sus columnas mayores.
Además, San Martín cruzó la cordillera por varios pasos (Uspallata, Los Patos, Guana, Comecaballos, Planchón y El Portillo) para despistar al enemigo. La tropa estaba compuesta por cuatro mil soldados y mil quinientos milicianos, 10.600 mulas de silla y de carga 1.600 caballos además de 700 reses.
Las temperaturas en la Cordillera iban desde 30 grados durante el día hasta diez grados bajo cero a la noche. El cruce finalmente se efectuó entre mediados de enero y los primeros días de febrero de 1817. El plan era que las columnas centrales cortaran las fuerzas realistas en dos, y que las secundarias tomaran pequeños pueblos y consiguieran la adhesión de la población.
Durante la travesía del ejército, se alcanzaron alturas de 4.500 metros con temperaturas de varios grados bajo cero. Las tropas llevaron víveres para 15 días: charqui (carne seca), harina de maíz tostada, galletas, cebolla, ajo, queso, ají picante, vino y aguardiente, a razón de una botella diaria por hombre.
Luego de cruzar los Andes, las tropas de San Martín enfrentaron a las realistas el 12 de febrero de 1817 en la Cuesta de Chacabuco. Aunque fue una batalla dura tuvo un desarrollo rápido, con muchas bajas. La victoria fue total para el bando patriota.
El por ese entonces gobernador de Chile, Francisco Marcó del Pont, no tuvo más remedio que abandonar la capital, Santiago, que cayó en manos de los vencedores. Los realistas dejaron 500 muertos sobre el campo de batalla y los patriotas apenas doce.
1850: Sus últimos días
Instalado desde 1848 en Boulogne Sur Mer, Francia, San Martín aprovechaba el tiempo para pasarlo junto a sus nietas, limpiar armas y lidiar con enfermedades. Las exigencias de la vida militar contribuyeron para ir minando la resistencia del Libertador.
José de San Martín había recibido varias heridas durante las batallas. En los últimos años empezó a tener serios problemas de salud, empezando por su vieja úlcera y la ceguera que padeció en el último año. Además, gota, reuma, úlceras estomacales, heridas de guerra, cólera y tuberculosis fueron otras de las afecciones que lo aquejaron.
El opio y los baños termales eran los paliativos momentáneos para sus dolores. Aun así, el libertador falleció el 17 de agosto de 1850 como consecuencia de una hemorragia interna y una complicación cardíaca.