El Cabildo, emblema del 25 de Mayo de 1810, y que hoy representa una de las postales de Argentina junto con la Plaza de Mayo, no es exactamente el mismo que albergó a la Primera Junta: es una réplica reconstruida en 1940, que respeta parcialmente su forma original. Su “mutilación” estuvo marcada por un proceso lleno de vaivenes que lo llevó al borde del derrumbe y la demolición en más de una ocasión.
Pero, ¿cómo era el Cabildo en 1810? Aunque la edificación actual es relativamente nueva, guarda un parecido con la estructura de aquellos días de mayo. Sin embargo, le faltan tres arcos en cada lado y la torre fue reducida en altura para mantener las proporciones y evitar que se convirtiera en un campanario aislado.
Los primeros vestigios del Cabildo se remontan a 1608, cuando era poco más que un modesto rancho de adobe con techo de paja. Con el paso del tiempo, se fue ampliando y mejorando. En 1725, bajo la dirección del padre jesuita Andrés Bianqui, se inició la construcción de un nuevo edificio que se completó en 1752. Esta imponente estructura albergaba funciones administrativas, municipales, judiciales, de policía y era el centro del Virreinato del Río de la Plata.
En 1821, cesó su actividad como Cabildo y pasó a ser la Casa de Justicia. Durante casi 60 años, se utilizó como un edificio administrativo y, en 1861, el reloj español fue reemplazado por uno inglés. Estos fueron los años en los que el Cabildo sufrió transformaciones que lo dejaron irreconocible.
En 1879, en un afán de modernización, se llevaron a cabo reformas que alteraron su apariencia original. Bajo la dirección de Pedro Benoit, se elevó la torre, se agregó una cúpula azulejada y se aplicaron elementos arquitectónicos de estilo europeo. El objetivo era borrar cualquier referencia a la época colonial y adaptarlo a los ideales progresistas de la época.
Sin embargo, las verdaderas mutilaciones llegaron en 1891, cuando la construcción de la Avenida de Mayo obligó a demoler tres arcos y la torre del Cabildo. La propuesta de demolerlo por completo generó un acalorado debate entre quienes lo veían como un edificio vetusto y los defensores de su valor como símbolo patrio. Aunque maltrecho y asimétrico, el Cabildo siguió albergando dependencias del Estado.
En 1933, el Cabildo fue declarado Monumento Histórico Nacional y sometido a una minuciosa restauración entre 1938 y 1940, a cargo del arquitecto Mario Buschiazzo. Aunque muchas de sus características originales se perdieron, la réplica actual reproduce fielmente los ambientes originales del edificio, como la sala capitular y las galerías.
Así, en 1940, se inauguró nuevamente, convirtiéndose en la primera restauración científica de un Monumento Histórico Nacional en Argentina.
La última etapa de transformación del Cabildo estuvo a cargo del reconocido arquitecto Alejandro Bustillo. Este talentoso creador, responsable de obras como el Hotel Llao Llao y el Banco de la Nación Argentina, remodeló la Plazoleta del Cabildo y agregó espacio al edificio para la construcción de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos.
Hoy en día, el Cabildo se alza imponente en la Plaza de Mayo: es un atractivo turístico y cultural que permite a los visitantes adentrarse en la historia de la Argentina. Aunque no sea idéntico al que presenció los eventos revolucionarios de 1810, su réplica cuidadosamente restaurada nos permite vislumbrar lo que fue el lugar que albergó un momento clave en la formación de nuestro país.