Los últimos años, las mujeres se han incorporado más al mundo del empleo. Durante 2022, registraron la tasa de actividad más alta de los últimos 20 años. Esto puede ser visto como el logro de una larga demanda, que se abrieran oportunidades. Sin embargo, lo cierto es que hay diversas variables para analizarlo y entre ellas, destaca que esa incorporación ha estado ligada a la necesidad de incorporar dinero al hogar, en un contexto de deterioro socioeconómico que ha pulverizado los ingresos. Tanto varones como mujeres se han visto en la necesidad de sumar empleo o salidas laborales, pero la magnitud de la incorporación ha sido mucho más marcada en su caso.
El asunto es en qué condiciones esto ha sucedido. Es que por un lado, suelen ser, junto con los jóvenes, quienes acceden en mayor medida a trabajos de peor calidad. Esto se da de la mano de un crecimiento notorio de los empleos informales en el último tiempo, en los que hay menos derechos y garantías y en el que los pagos son menores.
Por otro, esta mayor dedicación al trabajo remunerado, no ha cambiado demasiado las cargas que habitualmente se asignan a ellas en mayor medida: el trabajo doméstico y de cuidado. Pese a cambios y mentalidades que se han logrado los últimos años en este sentido, persiste el desequilibrio y, en este contexto, tal cosa redunda en sobrecarga.
Hoy es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, una fecha en que se conmemora la lucha y la muerte de 129 mujeres en una fábrica estadounidense, en la que reclamaban por derechos laborales equiparables a los de los varones. Ocurrió el 8 de marzo de 1908, hoy, 116 años después, se han ganado luchas, no sin dolor, pero persisten las brechas y las inequidades. Y en el plano laboral, aunque hay avances, las oportunidades son más acotadas y mediadas por condicionantes como las tareas de cuidado y la cuestión doméstica. Las mujeres se han incorporado más al mercado laboral, bienvenido eso si es lo que buscaban, pero no puede dejarse de lado que, en gran medida, ha sido no como oportunidad, sino mucho por necesidad. Y que para el equilibrio, aún falta mucho camino.
En números
Un trabajo del Observatorio Laboral del Instituto de Trabajo y Producción de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) da cuenta de los cambios registrados en los últimos años en el acceso al trabajo.
El equipo de investigadores resalta que históricamente, las mujeres han tenido una menor participación en el mercado de trabajo, con menores tasas de actividad, mayores niveles de desempleo y peores condiciones laborales. Además refieren que esta desigualdad es antecedida por la brecha de cuidados, que explican gran parte de la imposibilidad de las mujeres de dedicar más horas a trabajos remunerados.
Sin embargo, subrayan que en Argentina, durante 2022, las mujeres registraron la tasa de actividad más alta de los últimos 20 años, al superar el 50%
Dado que no hay aún un informe con datos de 2023 cerrado, se toma el último disponible que es 2022. En tanto las condiciones se agravaron los últimos meses, con una aceleración de la inflación (254% interanual) y un aumento de la pobreza (ascendió a 57,4% en enero), es de suponerse una profundización de esta tendencia.
Con la mayor incorporación femenina, en 2022, se redujo la brecha entre varones y mujeres en la tasa de empleo, debido a un mayor incremento de esta tasa en las mujeres ese año. La brecha de género es la distancia entre mujeres y varones con relación a un indicador determinado.
La tasa de actividad (porcentaje entre la población económicamente activa y la población total) en mujeres pasó de 49,5% en 2021 a 51% en 2022, mientras que la de los varones tuvo un movimiento mínimo (69,4% a 69,9%). Esta incluye a quienes se emplean y quienes no encuentran trabajo pero buscan.
En Mendoza, sin embargo es menor: según datos de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE), la tasa de actividad era 39,1% en mujeres y 53,8% en varones, En 2019 había sido de 37,1% y 53,3% respectivamente.
En tanto, el desempleo muestra la otra cara de la misma situación: en las mujeres en el país pasó de 9,9% en 2021 a 7,7% en 2022 y se acercó al de los varones (7,9% y 6,1% respectivamente).
Se aprecia que la desocupación se redujo más en las mujeres que en los varones.
“Las familias hoy no pueden descontar un segundo ingreso, es algo que hace muchos años se viene dando (...) un fenómeno muy interesante es que había una subocupación no demandante, mujeres que preferían trabajar menos horas para dedicarse a la crianza, hoy el fenómeno es subocupación demandante, personas que buscan pasar a la ocupación plena, dedicarse más horas al trabajo”, dijo Dora Balada, profesora, investigadora y miembro del Observatorio de Género de la Universidad Champagnat.
Además, hay un fenómeno de los últimos años que es la doble ocupación: personas con trabajo formal que buscan otro trabajo. Esto se asocia a la aparición de un nuevo actor: el trabajador pobre.
Cabe considerar que en Argentina, durante 2022 hubo un incremento anual promedio de las tasas de actividad y de empleo y un descenso del desempleo en relación a 2021.
“Este comportamiento, si bien es significativo porque implica una mayor incorporación de las mujeres a la actividad laboral, da cuenta de una mayor presión sobre la fuerza de trabajo femenina para suplir la caída en los ingresos de los hogares en un contexto de alta inflación y pérdida del poder adquisitivo de los salarios”, resaltan.
En Mendoza, advierten que persisten graves dificultades para crear empleos de calidad, hay altos niveles de informalidad laboral y precariedad.
Límites
“Es cierto que tenemos una inserción histórica de mujeres respecto de varones”, asumió Balada.
Apuntó que el último trimestre del 2023, la tasa de empleo en mujeres fue de 48% en Argentina y el fenómeno se repite en Mendoza. Agregó que hasta hace unos años el registro estaba en más de 30%
“El último trimestre fue significativo, porque teníamos una dificultad en la inserción laboral de las mujeres, sobre todo hasta los 29 años, en que se insertan poco por varias razones, entre ellas las tareas de cuidado”, explicó para comprender la significación.
Dijo que además del contexto socioeconómico, hay que tener en cuenta que cada vez acceden más a formación, de hecho en la universidades son mayoría, y eso facilita el acceso. Pero eso ya pasaba hace varios años. Sin embargo, eso no ha implicado mejor acceso a cargos de toma de decisiones, siguen chocando con el famoso techo de cristal. En este sentido y aunque haya mejoras, dijo que solo 4% dirige una empresa en el país y si se observa el plano político y de los funcionarios, también son minoría u ocupan segundas líneas.
En Mendoza la brecha de ingresos en 2022 era de 24%: en promedio ellos ganaban $ 63.534 y ellas $48.312.
Otro aspecto a tener en cuenta es que muchas de las mujeres que acceden al mercado laboral en este contexto, lo hacen por primera vez. Esta situación hace que tengan menos recursos para el mercado y terminan accediendo a actividades peor pagas, empleos de peor calidad, y que en muchos casos son una extensión de las tareas domésticas. “Las mujeres continúan siendo sobrerrepresentadas en ciertos sectores de la población de 14 años en adelante, con una tasa de desempleo del 6,3%, en comparación con el 5,3% de los hombres. Esta disparidad resalta la persistencia de desafíos estructurales que afectan desproporcionadamente a las mujeres en el acceso y la retención de empleo digno, según último dato de INDEC”, detalló Mariana Iza, Economista y co-fundadora del Centro de Investigaciones en Economía Crítica.
Sobrecarga
“Hay una sobrecarga significativa en las tareas que tienen las mujeres, lo que incluye el cuidado”. subrayó Balada.
“Tenemos la percepción de que ha aumentado la sobrecarga sobre todo en los sectores más vulnerables, por traslado de niños y niñas”, señaló a lo que agregó el tema de las compras, comidas, revisión de tareas escolares de los hijos, jardinería, limpieza, trámites y otras cuestiones domésticas. Cabe recordar que es sobre ellas que recaen en mayor medida las tareas de cuidado no solo de los niños sino de cualquier persona dependiente. Asimismo, cuando las mujeres se integran al mercado laboral, suelen delegar en otras mujeres lo que deban suplir de ese rol.
“Hace dos años, las mujeres dedicaban 60% del tiempo a esas tareas”, dijo Balada.
Como dato significativo apuntó que 98% de las empleadas domésticas son mujeres.
“Un estudio que hicimos en la UCH, entre más de 850 casos dio que las mujeres tienen 40% más de sobrecarga horaria, es decir que trabajamos 40% más horas respecto de los varones”, advirtió. En Mendoza, según datos 2022 las mujeres dedican 4,06 horas a tareas domésticas y 4,51 a las de cuidado en promedio,. Los varones, 2,35 y 3,22, respectivamente. La investigadora dijo que esos números no se han movido, pese a que más mujeres dedican tiempo al trabajo fuera del hogar
“La mujer llega al hogar después de 8 horas de trabajo, se cambia y se pone a revisar tareas escolares, ver qué hay que comprar, que hay que cocinar, etcétera, esa sobrecarga se toma como trabajo”, explicó.
Por otra parte, la economista se refirió al impacto de las últimas medidas económicas. Mencionó el conjunto de tareas vinculadas con la educación, la salud, la vivienda, los cuidados, entre otros, identificadas como servicios básicos para la sostenibilidad de la vida.
“Las trabajadoras de estos sectores son quienes principalmente soportan las políticas de ajustes implementadas actualmente por el gobierno nacional y provincial ya que los salarios son el componente predominante de estas áreas. En este punto es imprescindible resaltar que son mayoritariamente mujeres (71% en servicios sociales y de salud y 77% en enseñanza). Por ende, cuando una provincia recorta “gastos” para “sanear” su economía, las principales perjudicadas son las poblaciones feminizadas que trabajan en estas áreas”, manifestó.
Y prosiguió: “Es por esto que hablamos de un doble ajuste sobre las mujeres”. Es que se afectan sus ingresos y ven aumentada su carga de responsabilidades.