Entre los 16 terremotos de mayor intensidad registrados en Mendoza desde 1692, sólo dos ocurrieron en julio. Uno fue el 5 julio de 1942 que afectó a Cañada Seca, Salto de las Rosas y Las Malvinas, en San Rafael. El otro, anterior y que recordamos en esta nota, fue el 27 de julio (ó 26, según las crónicas periodísticas) de 1917 y afectó al Gran Mendoza, especialmente a Las Heras y Ciudad.
Aquel jueves -de acuerdo a las páginas de diario Los Andes, aunque el Inpres lo ubica el viernes basado en la hora UTC- pasadas las diez y media de la noche el movimiento telúrico alteró la tranquilidad nocturna de los mendocinos (en esa época aún no se declaraba a Santiago como Patrono de Mendoza).
“Anoche a las 10.35 (de la noche), se sintió un fuerte temblor cuyas peculiaridades no podemos detallar con exactitud debido a que la oficina meteorológica estaba inhabilitada por ausencia de su jefe”, empieza diciendo la primera crónica publicada en la edición del 27 de julio, página 6 (NdR en aquella época las noticias en Los Andes aparecían luego de las páginas de avisos).
Asimismo, señala que el horario en que se produjo “permitió que la población, que aún estaba en su mayor parte en pie, invadiera las calles para ponerse a salvo”. Y destaca que “las salas de espectáculos se hallaban repletas de concurrencia, produciéndose en todas ellas el desorden consiguiente, en el azoramiento por ganar las puertas de salida, ocurriendo solamente en uno de ellos un accidente que no resultó afortunadamente de graves consecuencias”.
Aunque, como relató Los Andes, no se pudo conocer en el transcurso de las primeras 24 horas lo que realmente había sucedido, luego sí se conoció que el epicentro se ubicó en la zona precordillerana, a 50 kilómetros de profundidad (en las inmediaciones de la Quebrada de Los Berros). La magnitud estimada fue de 6,5 en la escala de Richter y la intensidad alcanzó grado VII en la escala de Mercalli.
“Afectó al departamento de Las Heras y sectores de la ciudad Capital. Produjo la caída de paredes y cornisas. En la ciudad, algunas iglesias fueron cerradas debido a la magnitud de los daños. Hubo varias y fuertes réplicas”, resume el cuadro del Inpres donde enumera los -hasta ahora- 80 “sismos históricos -y más destructivos- ocurridos en la República Argentina”. El saldo también incluye dos víctimas fatales.
El colapso de las cornisas tan generalizado hizo que tiempo después -tal como indica el documento del Conicet “Terremotos y sismos en la evolución urbana de Hispanoamérica. Ejemplos coloniales y estudio de caso”- se prohibieran las cornisas y balaustradas de adobe y barro. Asimismo, la Ordenanza 249 del 5 de octubre de 1917 “estableció que todo edificio público debía tener cálculo ‘para construcciones contra temblores’ exigiendo encadenados de vinculación entre los muros; mandó reducir todas las cornisas que excediesen de un metro de altura y dispuso asegurarlas con tirantes de hierro”.
Réplicas e inspecciones
Durante varios días consecutivos, las páginas de Los Andes fueron reflejando las novedades y lo que se iba conociendo en los diferentes departamentos y en San Juan.
Si bien en algunas de las crónicas se critica la alarma generada en medios nacionales, la nota del sábado 28 deja constancia de la rotura del sismógrafo ubicado en la Escuela Nacional de Vitivinicultura y Enología de la Capital. “Debido a la violencia del temblor, la aguja del sismógrafo fue despedida del cilindro que contiene la faja de papel indicadora de sus movimientos, después de haber marcado un largo trecho de líneas preliminares”, detalla.
La misma nota, que da cuenta de que el 27 a las 10.10 y a las 17.35 se produjeron “ligeros movimientos de tierra” que llevó “nuevamente alarma a la población”, enumera las casas y edificios dañados -incluso de escuelas-, en Ciudad y Las Heras. Y dedica una columna a transcribir la resolución de la intendencia capitalina, en la que acepta la cooperación del Centro de Ingenieros, Agrimensores y Arquitectos y divide a la Ciudad en secciones.
“A los efectos de las inspecciones domiciliarias, considérase la Ciudad en siete secciones a saber:
- Primera. Comprendida, dentro del eje de las calles Boulogne Sur Mer, Belgrano, Sarmiento y Zanjón Frías.
- Segunda. Boulogne Sur Mer, Belgrano, Sarmiento y Callejón de los Ciruelos.
- Tercera. Belgrano, Sarmiento, San Martín, José V. Zapata, Canal Zanjón, Honorio Barraquero y Paso de los Andes.
- Cuarta. Belgrano, San Martín, Sarmiento y Coronel Plaza.
- Quinta. Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, San Martín, Coronel Plaza y Callejón de los Ciruelos.
- Sexta. San Martín, Canal Zanjón, José V. Zapata y Córdoba.
- Séptima. San Martín, Canal Zanjón, Córdoba y Coronel Díaz.”
Tras nombrar a los inspectores ad honorem que recorrerían las secciones, en el último artículo la resolución ordena la demolición de los edificios que ofrezcan peligro de derrumbe. Y en otra de las crónicas de Los Andes, se destaca el accionar del municipio: “La inspección general de la Municipalidad realiza habitualmente giras de carácter higiénico, pero nunca han de ser ellas como las de ahora que comprende la visita de todas y cada una de las casas de la capital”.
Las características del terremoto de 1917
El lunes 30 de julio seguían surgiendo ecos del movimiento sísmico. Desde el Observatorio de La Plata también dieron a conocer su opinión sobre las características del terremoto:
“Desde su iniciación, el movimiento fue violento, sin la faz preliminar que los caracteriza casi siempre. Esa violencia de las vibraciones subterráneas determinó en el sismógrafo Mainka una agitación tal en las agujas que trazan las líneas indicadoras de la perturbación que desde el principio desbordaron la banda registradora, no quedando anotación alguna.”
“El sismógrafo Vicentini, en razón misma de su construcción, registró en cambio todo el movimiento. En este aparato, como en el Mainka, empieza violentamente la anotación a las 10 horas, 38 minutos y 30 segundos, es decir, a los 4 minutos justos de haber empezado el temblor. El sismógrafo funcionó durante 41 minutos, sin interrupción.”
“La componente vertical llegó a 8 cm de desarrollo, quedando así establecido que el foco o hipocentro donde se ha producido la perturbación debe encontrarse entre los 25 y 30 kilómetros de profundidad. La onda máxima de la componente horizontal llegó a 24 cm.”
“Según el concepto científico, sobre las causas a que obedecen los temblores de tierra, el actual corresponde a los de dislocamiento, es decir a los que los geólogos llaman tectónicos, por ser originados por el desprendimiento de inmensos bloques de piedra en la cordillera subterránea.”
“Por lo que se refiere a la duración del movimiento, deben tenerse en cuenta estos detalles interesantes: en Mendoza o Chile, sitio probable de la ubicación del foco, el terremoto sólo se ha sentido durante algunos segundos; el sismógrafo Vicentini, a 900 km, lo ha registrado durante 41 minutos, y los observatorios de Europa deben haberlo anotado durante más de una hora y media. Este fenómeno se produce en razón de que, a medida que el punto de observación se aleja del foco, las vibraciones subterráneas perduran más tiempo por la mayor amplitud de las ondas.”
“El actual terremoto se ha sentido en Buenos Aires, en razón de la profundidad del hipocentro... Si hubiera sido más superficial, seguramente que hubiese resultado más violento y desastroso en sus efectos en el lugar mismo donde se produjera, pero se habría advertido sólo a poca distancia. Por tal razón en Buenos Aires, sólo se han notado los temblores de Mendoza de 1861, San Juan 1894, Valparaíso 1906, Copiapó 1909 y el actual”, describe la nota del 30 de julio de 1917 publicada en Los Andes.