Un 26 de agosto como hoy, pero de 2017, el joven Alan Villouta (21) fallecía tras ser atropellado en el Acceso Sur, a la altura del centro comercial La Barraca (Guaymallén). Cerca de la 1:50, el “Guachi” (como lo llamaban cariñosamente sus compañeros de trabajo, ya que era uno de los más jóvenes del equipo) salía de trabajar de una pizzería ubicada en este mall y, el el momento en que intentaba cruzar el acceso para dirigirse a la para del colectivo que lo llevaría a su casa, el conductor César Alejandro Verdenelli lo atropelló con el vehículo que guiaba. Verdenelli dejó al joven tendido en la vía pública (Alan falleció prácticamente en el acto) y huyó de la escena, aunque se entregó a la Policía -ya estaba prácticamente cercado- 60 horas después. En abril del año pasado, Verdenelli fue condenado a tres años de prisión en suspenso tras se declarado culpable del delito de “homicidio culposo agravado por conducción imprudente y antirreglamentaria”.
La vida de los padres de Alan (Andrés Villouta y Andrea Bazán) y de sus otros seis hijos no volvió a ser la misma. Pero la familia convirtió todo ese dolor en acciones de labor social. Desde entonces crearon una fundación (Red de Corazones) y pasaron noches y madrugadas enteras en los distintos controles de la zona de boliches, repartiendo volantes con la intención de concientizar sobre los riesgos de conducir bajo los efectos del alcohol y otras sustancias.
Y desde ese 26 de agosto por la mañana (en 2017 cayó en sábado), Andrés y Andrea iniciaron un reclamo que todavía mantienen y no abandonarán hasta que esté lista: que se construya una pasarela para el cruce peatonal a esa altura del Acceso Sur (hay un cruce para vehículos por debajo, la calle Alsina, aunque tampoco está pensada para personas que van a pie).
“Queremos pedirle una vez más a las autoridades de la Dirección Nacional de Vialidad que aceleren y avancen con la construcción. Hace cuatro años que nos dicen que el proyecto está aprobado y todo tiene el visto bueno. Pero no se ha avanzado nada”, destacó Andrés Villouta, quien desde las 10 de esta mañana está junto a su familia en el mismo sector del Acceso Sur en que fue atropellado y falleció su hijo mayor. “Si hace falta, estoy dispuesto a preocuparme y ocuparme en buscar presupuesto y, o como sea, juntar dinero. Así tenga que ponerme a vender tortitas al lado del cartel del Alan. Y todos los meses, todos los días voy a llevar la plata que junte, un sobre con 100, 200, 500 o 1000 pesos, lo que sea que se junte”, sintetizó el hombre a Los Andes.
Homenaje y solidaridad
Desde las 10 y hasta las 16 de este jueves, la familia Villouta Bazán estará a la vera del acceso. En coincidencia con el cuarto aniversario del fallecimiento, descubrieron un nuevo cartel con el nombre de Alan y la leyenda: ‘Sí a la vida’. “Vamos a estar juntando mercadería y alimentos no perecederos para ayudar a cinco comedores. Sabemos que no somos dueños de la verdad, pero sí podemos ser nexo para recibir y brindar ayuda, contención o bendición para que las personas superen situaciones difíciles”, agregó Andrés.
Además, a las 13:30 harán una oración en memoria del joven, que cumpliría 25 años el próximo 14 de octubre
“Se cumple cuatro años desde que mi hijo Alan dejó de existir físicamente. Pero lo hizo para convertirse en ese ser especial que se mudó al corazón de cada uno de nosotros, que vive en el recuerdo de cada uno y en todo lo que hacemos para que no quede en vano su partida”, sintetizó su padre.
Alan por siempre
La familia de Alan no duda en definir como “tremendamente difíciles” estos cuatro años sin el joven. “i bien uno tiene seis hijos más, ninguno es igual al otro y te falta uno todos los días. Cada uno de nosotros lleva su duelo de forma diferente forma, y tenés que fortalecerte vos, a ellos, a la esposa; y viceversa”, reflexiona Andrés, quien agrega que ni siquiera todos los días son iguales en cuanto a las sensaciones. “Tenés tus momentos. Siempre estás pensando que quizás hoy podrías estar planificando su casamiento, por ejemplo. Cuando para el Día del Padre entran todos a llevarte el desayuno, en algún momento se te cruza la idea de que también va a cruzar él esa puerta. Hace cuatro años que no puedo dormirme antes de las 3 o 4 de la mañana y me quedo mirando fijo por la ventana; hace cuatro años en que, algunas noches, me despierto a las 5 de la mañana y me quedo callado escuchando que mi esposa está llorando a mi lado”, se explayó Andrés.
Desde 2017, cada 26 de agosto los padres y hermanos de Alan Villouta realizan una actividad especial para recordar al joven. “Yo no elegí jugar este partido de fútbol. Pero cuando estaba en la cancha, vi el marcador y lo teníamos perdido por goleada. Pero el técnico te mira y te dice que no te va a sacar hasta que termine, que vas a seguir jugándolo. Y ahí tratas de hacer lo que puedas; quizás algún gol para achicar la diferencia, defender cuando hace falta, atacar en otro momento. Y, si es necesario, ir al arco a atajar. Jugás en toda la cancha y no parás hasta que el partido termine”, resalta con una metáfora futbolera.
A cuatro años del “homicidio culposo agravado por conducción imprudente y antirreglamentaria” de su hijo Alan, Andrés no le guarda nada de rencor a quien lo atropelló en el Acceso Sur.
“A Alejandro Verdenelli, como papá, le diría que reconozco su error y lo perdono de corazón. Porque me enseñaron a no cargar con el dolor de haber perdido a un hijo en forma de odio y de rencor. En ese camino uno tiene que ver que ese rencor y ese odio se conviertan en amor’”, se explayó Andrés Villouta.
Alan era el hijo mayor de Andrés y Andrea (45). El 14 de octubre próximo cumpliría 25 años, mientras que le siguen Franco (23), Mili (21), Jorge (20), Luci (19), Emanuel (18) y Morena (13).