A 50 años del “Malarguazo”: el estallido social de un pueblo, con la minería en el centro de la escena

A tres meses del “Mendozazo”, en el departamento sureño se produjo otra revuelta, por el cierre de la firma minera Florencio Casale. La protesta incluyó el corte de la ruta y la toma de una radio.

A 50 años del “Malarguazo”: el estallido social de un pueblo, con la minería en el centro de la escena
Obreros de la minera Casale cortaron el puente sobre el río Malargüe en la noche que fue del 1 al 2 de julio de 1972. Fue el inicio del "Malarguazo" o "Malargüinazo".

Ruta 40 Sur. La temperatura descendió a 10 grados bajo cero en la madrugada que “va del 1 al 2 de julio” de 1972 en el puente sobre el río Malargüe. Varios mineros atravesaron un roto camión Bedford de la Municipalidad. Los neumáticos y los pies de los trabajadores se clavaron sobre el hielo del camino. Piedras y tachos completaron una barricada.

El puente sobre el Salado corría una suerte similar, según los overos. A la par, un grupo ocupó la radio Municipal de Malargüe desde donde temprano comenzaron a emitir proclamas por el despido de obreros de una minera. A través de las ondas corta y media de la emisora el discurso se extendió acerca de la estancada economía del departamento. Había comenzado así una protesta social conocida como Malarguazo o Malargüinazo, a la que, pese al frío, se plegó gran parte de los 10.000 habitantes que tenía el pueblo sureño.

Tres meses antes se había producido en la capital de la provincia y departamentos aledaños el Mendozazo, que inspiró a los pobladores a efectuar el reclamo ante la grave situación que se observaba en Malargüe. El detonante fue el cierre de la firma Florencio Casale, que explotaba la mina Santa Cruz en Agua Escondida.

El crecimiento minero que había tenido el enorme departamento, cuya superficie duplica a la provincia de Tucumán o al Estado de Israel —por efectuar una alguna comparación— estaba por poco detenido. Para la historiadora Rosa Bianchi, aquel incremento de la minería se operó “a partir de las necesidades emergentes de la Segunda Guerra Mundial” y no tuvo permanencia en el tiempo. La situación mundial cambió y con ello las demandas de productos extractivos por parte de varios países que hasta ese momento eran compradores.

Alzamiento popular se registró en Malargüe: así titulaba la edición de Los Andes del 3 de julio de 1972 los acontecimientos en el Sur.
Alzamiento popular se registró en Malargüe: así titulaba la edición de Los Andes del 3 de julio de 1972 los acontecimientos en el Sur.

Aquel impulso por la situación bélica “sirvió no sólo para la radicación de empresas de mediana envergadura, sino también para despertar el interés en sus empresarios que, aunque con escaso apoyo provincial se dedicaron a explotar distintos minerales”, señaló Bianchi, quien recuerda su época de estancia en el Sur provincial. El perfil estrictamente ganadero de Malargüe se modificó. Entre otros proyectos, fracasó, a su vez, el cultivo de la amapola con fines farmacológicos. El Gobierno de la Provincia se negó a proporcionar tierras para el experimento. Las posibilidades de nuevas fuentes de trabajo sucumbieron, también las esperanzas de muchos malargüinos.

Otro revés fue advertir la negativa a la publicitada instalación de una planta de soda Solvay en Malargüe. Las expectativas se desmoronaron no sólo para los malargüinos. Se habían postulado también otros lugares del país, pero en enero de 1972, un decreto del gobierno nacional bajó todas las propuestas. (Años después fue en San Antonio Oeste, Río Negro, donde finalmente se instaló).

Ante los fracasos, en los primeros días de julio, distintos sectores económicos y sociales reaccionaron por el estancamiento y la desidia de las autoridades. Hasta el intendente municipal Juan Ranco apoyó decidido el levantamiento por el malestar que se había generado entre los pobladores. A la dimisión casi de inmediato le sucedió la intervención de la Comuna y su relevo como jefe comunal.

LV 19, la radio que era de la Comuna en ese tiempo, se transformó en portavoz de la protesta a través de sus ocupantes junto de sus directivos y el personal. “Al cierre de la trasmisión ocurrida a las 24 horas del sábado 1 de julio, el pueblo de Malargüe dispuso tomar la emisora local”, señalaba la crónica del diario Los Andes. “Al iniciarse ayer la actividad diaria de la emisora, toda la programación fue suspendida y solo se irradiaban los comunicados y marchas militares. Varios mensajes, todos ellos numerados, como así comentarios sobre la insensibilidad y las promesas oficiales, eran trasmitidos por el mismo personal de la emisora que se había plegado al movimiento”, señalaba Los Andes.

Alzamiento popular se registró en Malargüe
Alzamiento popular se registró en Malargüe

Era domingo y “el ómnibus de la empresa TAC que sale en la mañana de Malargüe a San Rafael estuvo demorado aproximadamente en el lugar” del corte de ruta. Precisaba Los Andes que el Bedford fue “retirado alrededor de las 9.15″ por un grupo de gendarmes que “regresaba de El Sosneado a Malargüe al mando del segundo comandante”. Al camión se lo sacó del puente sobre el río Salado y “quedó a un costado de la ruta, lo que permitió la habilitación” del camino, indicaba la crónica.

Alrededor de las 11 llegó otro grupo de manifestantes, lo que obligó a Gendarmería Nacional a enviar en dos Unimog a más gendarmes, oficiales y suboficiales y tropa. La situación se tornó tensa. Más aún cuando su vez, en la plaza San Martín había comenzado una “asamblea popular” en la que participaron vecinos, obreros, representantes de la Cámara de Comercio, el intendente renunciante, gremialistas y estudiantes. La queja de la postergación que sufría el departamento de Malargüe era unánime.

La noticia de los sucesos llegó a la capital mendocina. Félix Gibbs había sucedido en abril a Francisco Gabrielli al frente de la provincia como interventor designado por el presidente de facto, Alejandro Lanusse Gibbs decidió enviar en un avión una comitiva, que entre otros, integraban dos ministros de su gabinete.

Los comisionados no fueron bien recibidos por los manifestantes. A las 18 partían de Malargüe prometiendo la presencia de Gibbs en el departamento. El 6 de julio llegó el interventor, tras las gestiones en la Casa de Gobierno, de la Comisión Pro Defensa de Malargüe y de la Asociación Obrera Minera Argentina (AOMA). Gibbs, ante un público que colmó el teatro Municipal, ofreció “algunas soluciones”. En principio, el gobernante fue resistido pero tras un largo debate y con la minería como objetivo ofreció un importante crédito para la continuidad de la explotación de la firma Casale, de la minera Santa Cruz, y el compromiso de tomar a los obreros despedidos, junto con la creación de una “agencia de rescate de minerales” para la renovación de la actividad minera en el departamento. Entre promesas Gibbs también llegó con un subsidio para el Club Deportivo Malargüe y la terminación de su complejo deportivo.

“Los logros apenas pudieron paliar la coyuntura” -opinó Rosa Bianchi- “pero demostraron la construcción de un sujeto colectivo histórico, capaz de hacerse oír y dejar huellas de la tenacidad de los malargüinos. El espíritu de progreso y la lucha por decidir sobre su propio destino se convirtieron en fortalezas estratégicas que también hoy se imponen en el departamento”.

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