Astrónomos y estudiantes de Física de la Universidad Nacional de Cuyo realizaron la primera observación astronómica remota de Mendoza, un hito científico que busca explorar nuestra galaxia y construir un camino de desarrollo e investigación en Astrofísica desde el medio local.
El 19 de diciembre de 2013 fue lanzada la sonda espacial GAIA. Una misión espacial de astrometría que está a punto de cumplir una década dedicada a medir la posición y la velocidad de las estrellas de la Vía Láctea con el fin de crear el mapa tridimensional más exacto de la galaxia.
De los datos recabados por GAIA surgieron miles de publicaciones científicas, una de ellas anunció el pasado año el descubrimiento de 11 nuevos cúmulos abiertos en nuestra galaxia. La posibilidad de observar a esos nuevos objetos astronómicos y posteriormente validar o no su existencia dio origen a la idea de crear el primer observatorio astronómico remoto en Mendoza.
Fue así que las noches del 20 al 22 de febrero la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales se convirtió en el primer observatorio astronómico online de la provincia. La experiencia estuvo en manos de cuatro estudiantes de la Licenciatura en Ciencias Básicas con orientación en Física (Micaela Morón, Agustina Teragni, Fabricio y Franco Mulé), bajo la coordinación del astrónomo Andrés Piatti.
“Fue una experiencia fundamental para reafirmar nuestra vocación hacia la astronomía, y además muy enriquecedora para nuestras carreras, ya que durante la investigación estuvimos en un constante aprendizaje del manejo del telescopio y de la astronomía observacional”, detalló Micaela Morón, estudiante de la Licenciatura en Física de la UNCuyo.
El telescopio controlado de forma remota fue el HSH (Helen Sawyer Hogg) instalado en el cerro Burek del Complejo Astronómico El Leoncito (Casleo-San Juan). A través de él, los estudiantes observaron una serie de cúmulos estelares abiertos ubicados en la Vía Láctea con el fin de avanzar en un proyecto de investigación del Grupo de Astronomía y Astrofísica (GAAS, linktr.ee/gaasicb).
La observación astronómica a distancia que comenzó en febrero y proseguirá en los meses de marzo y julio está orientada al estudio de cúmulos estelares abiertos. Estos son subsistemas estelares de la Vía Láctea que tienden a concentrarse sobre el plano de la misma. Estas estructuras –que pueden contener entre unas pocas docenas y varios miles de estrellas unidas gravitacionalmente, con una misma composición química inicial- juegan un papel crucial en el entendimiento y la construcción de teorías de evolución estelar.
Los más jóvenes de los cúmulos abiertos son marcadores de las regiones donde se forman; de manera tal, que determinar con el máximo de precisión posible sus distancias y ubicación en la galaxia, nos muestra por dónde pasan los brazos espirales de nuestro sistema mayor. Puesto que son objetos ubicados a lo largo del plano de la Vía Láctea, el análisis conjunto de su distribución espacial revela, además, la estructura y morfología de este plano.
Pero el trabajo no es tan sencillo como apuntar el telescopio a una región determinada del cielo y detectar de manera inequívoca a los cúmulos abiertos. Aunque existen grupos de estrellas que se observan principalmente en el interior del plano de la Vía Láctea con más estrellas de las que aparecen en los alrededores, sin embargo, no están unidas por la fuerza de la gravedad. En esos casos el efecto de perspectiva suele jugar una mala pasada y entonces se identifican estrellas agrupadas que en realidad se encuentran a distancias muy variables.
De allí que identificar a las estrellas miembros de un cúmulo abierto en particular puede ser difícil. Los astrónomos han desarrollado numerosas técnicas para abordar este problema. Uno de los últimos resultados publicados en la revista “The Astrophysical Jornual” por Karl Jaehnig, propone un método que utiliza técnicas de Machine Learning para identificar a cúmulos estelares abiertos. Su trabajo anuncia el descubrimiento de once nuevos cúmulos ubicados en el plano de nuestra galaxia.
Esos once nuevos cúmulos abiertos son el primer objetivo científico de la puesta en marcha del observatorio remoto en Mendoza. Quizás el lector se pregunte por qué indagar sobre estos objetos astronómicos que ya fueron detectados y confirmados por un grupo de astrofísicos. Pues resulta que la ciencia suele avanzar sobre los rieles de la compulsa argumentativa y la contraposición de evidencias. Bajo este paradigma se inscribe el trabajo que comenzó a desandar el pasado mes de febrero el grupo de investigación mendocino (GAAS).
La idea es realizar varias observaciones de estos cúmulos abiertos y almacenar toda la información posible sobre cada uno de ellos. Luego con los datos obtenidos realizar un análisis centrado en las características astrofísicas de los cúmulos y verificar si cumplen con los parámetros que permiten confirmar los resultados alcanzados por Karl Jaehnig o si, por el contrario, el análisis resulta en una refutación de los resultados publicados.
“Estudiamos una región específica de la Vía Láctea con el fin de verificar o refutar la hipótesis de la existencia de cúmulos abiertos en esa región galáctica”, afirmó Agustina Teragni, estudiante de Física de la Facultad de Ciencias Exactas.
La continuidad del proyecto no solo está garantizada por el aspecto técnico sino también por el entusiasmo que ha despertado en los estudiantes, tal como lo definió Fabricio, quien dijo estar encantado con la Astrofísica “por todos los misterios abiertos que nunca te dejan de sorprender”.
*El autor es licenciado en Física. Integrante del Grupo de Astronomía y Astrofísica (ICB, Conicet-UNCuyo.
Producción y edición: Miguel Títiro - mtitiro@losandes.com.ar