Hace 20 años comenzaron con un objetivo claro pero nada fácil: ayudar a jóvenes con discapacidad intelectual en extrema vulnerabilidad social a encontrar su lugar en una sociedad que los excluye permanentemente. Ese sueño se materializó hace dos décadas con la creación de la Fundación Carmela Fassi, la cual nunca dejó de ampliar sus proyectos solidarios, pese a crisis y pandemias.
Tras un trabajo constante lograron acceder a un espacio físico en el Parque Industrial Las Heras y en la calle 3 funciona desde hace 5 años su Centro de Actividades Educativas (CAE) subsidiado por la DGE. Allí, 50 jóvenes asisten de lunes a viernes, de 9 a 16, a diferentes talleres que les brindan herramientas para afrontar un desarrollo económico independiente. No sólo se capacitan sino que reciben desayuno y almuerzo.
Sin embargo, el trabajo de la fundación no se limita a sus alumnos sino que se integraron a toda la comunidad de la zona. Junto con referentes de 4 comedores todos los sábados cocinan, a leña, ya que no tienen gas, para 1.500 personas. “No les regalamos la comida, coordinados acciones para que todos participen”, aseguró Martín Cacciavillani, representante legal de la Fundación Carmela Fassi, profesor del CAE e hijo de la presidenta de la entidad.
Aquí se les presenta uno de los mayores inconvenientes. Durante la semana tienen que ingeniárselas para conseguir llenar los platos de 1.500 personas. Si tienen suerte consiguen hígado o mondongo, “carne es casi imposible”, remarca Martín.
Para tener una idea de la magnitud de la tarea semanal de los voluntarios, en promedio, necesitan para cada sábado 70 kilos de hígado, mongondo o de la proteína que consigan, 50 litros de salsa, cientos de kilos de verdura, aceite y condimentos para terminar una plato decente. Luego las porciones se reparten hacia todos los hogares tras diagramar una logística que envidiaría cualquier empresa de correos.
“Entre semana coordinamos con los referentes de los comedores para designar tareas y que todos trabajen. Algunos vamos a la feria a recolectar la verdura que han descartado, la recuperamos antes de que llegue a la basura y la usamos. Es impresionante la cantidad de productos que se tiran”, reconoce el docente del CAE.
Otros, agrega Martín, recolectan leña, pallets o todo tipo de madera para cocinar el almuerzo multitudinario de cada sábado. Además, utilizan productos de su propia huerta orgánica, que es uno de los talleres que ofrece la fundación. Claro que todo esto no alcanza y sostenerlo se vuelve casa vez más complicado.
Por esto, desde la fundación sumaron el proyecto #CocinaSolidaria un iniciativa que busca el apoyo de los mendocinos. “Necesitamos más que nada alimentos no perecederos”, sintetiza con humildad Martín.
Los principales artículos que requieren que cada sábado se vuelve a encender la gigantesca hoguera solidaria son: Fideos, Arroz, Salsa, Aceite y condimentos.
Para colaborar se pueden contactar al celular 2615401444 o por las redes de la fundación. Facebook / Instagram.