Un proyecto social y comunitario del que tomaron parte estudiantes del último año de la secundaria del colegio San José Maristas, no solo tuvo como objetivo recolectar distintos elementos esenciales para gente en situación de calle, sino que concluyó con dos jornadas donde compartieron experiencias con estas personas y ayudó a reflexionar y comprender distintas situaciones muy duras.
Fue con la firme intención de trabajar en el marco de la acción socio-comunitaria y la iniciativa demandó todo el año para coronarse en septiembre, cuando los chicos asistieron al Patio Callejero, espacio donde se contiene a las personas sin techo, a dialogar, compartir la merienda y vivir una experiencia interesante.
De este modo, en el inicio del ciclo lectivo los quintos años (Ciencias y Economía) reconocieron problemas de la comunidad mendocina para procurar resolver dificultades reales. La actividad involucró diferentes espacios curriculares como Economía Social, a cargo de Juan Nieva; Comunicación, de María Florencia Gallardo y Proyecto Socio-comunitario de las Ciencias Naturales, con la conducción de la docente Cecilia Celis.
A partir del diagnóstico realizado en marzo por los jóvenes -que rondan los 17 y los 18 años- y a través de diferentes charlas con Cristian Ortiz, coordinador del “Patio Callejero”, realizaron una campaña de recolección de abrigos.
Los jóvenes se interiorizaron de la situación a partir de entrevistas con otros actores de ese espacio, como el padre Sebastián Flores y el licenciado Adrián Castellano.
Además de ropa de abrigo, reunieron mantas, elementos de limpieza y mercadería para las alrededor de 80 personas sin techo que se registran en Mendoza.
“Una vez elegido el nombre del proyecto, ´Abriguemos a la calle´, realizaron flyers y difundieron la iniciativa a través de diferentes medios de comunicación y armaron cajas para la recolección en diferentes puntos de la ciudad, como locales, negocios y estaciones de servicios”, relató Nieva.
“Los meses comenzaron a transcurrir y se fueron organizando, dividiendo y administrando ropa, elementos, mercadería. Todo comenzó a cristalizarse”, agregó.
De ese modo, para darle un cierre al proyecto, los docentes organizaron dos jornadas muy emotivas donde los grupos visitaron el Patio Callejero, compartieron, agasajaron y sirvieron el desayuno a personas en situación de calle.
“Fue impresionante el impacto que generó esta experiencia entre los jóvenes y quedamos muy satisfechos con el trabajo realizado”, remarcó el docente.
“Los chicos hicieron reflexiones muy profundas tras esas jornadas y entendieron que estas personas deben y merecen ser tratadas igual que al resto. Además, se dieron cuenta de que necesitan un oído”, agregó.
Indicó el docente que otros estudiantes hicieron especial hincapié en el momento agradable que compartieron. “Fue muy lindo saber que nuestra visita les despertó una sonrisa sin importar en qué situación se encuentran”, dijo un alumno.
Otro compañero habló del lema del colegio: “humildad, sencillez y modestia” y dijo: “personalmente en esta ocasión lo sentí en carne propia porque tomé acción, compartí, y lo vivencié de manera profunda”.
El profesor sostuvo que al llegar al colegio y en plena reflexión, los chicos dimensionaron la experiencia y pudieron entender la necesidad de estas personas de comunicarse, ser escuchadas y compartir sus experiencias y emociones.
“Quedé muy conmovido con una alumna que confesó que vio una realidad a la que muchas veces le corría la cara, pero al final se dio cuenta de que todos somos iguales”, recordó.
Nieva rememoró otra particular historia relatada por un estudiante. “Comentó que se sentó al lado de una persona que hacía un año había perdido a su mamá y estaba destruida. Este alumno puso su oído, su corazón y su alma. Se sintió útil en un momento muy triste de alguien que, además, vive en la calle”, puntualizó.
Finalmente, el docente agradeció a las familias que fueron parte de este proyecto colaborando con distintos elementos, así como a la institución que apoyó y acompañó cada paso de los alumnos, en especial a su directora, Berta de Nevrezé.
“Confiamos en que esta experiencia será el punto de partida de muchos más proyectos como este”, concluyó.