La nueva normalidad ya se instaló en Mendoza y si bien plantea algunas restricciones aún de lugares y horarios, la circulación de gente por las calles es prácticamente la misma que antes de la cuarentena iniciada en marzo por el Covid-19. Y como se preveía en materia de seguridad, el fin del aislamiento provocó el repunte del delito, los accidentes y la violencia social.
Las estadísticas judiciales y la propia Policía confirman que la inseguridad y los hechos de sangre en esta última parte del año se van acercando a lo que fue el verano pasado, antes de las restricciones. El mayor movimiento en las calles, además de notarse, lo confirma la herramienta de Google que mide la movilidad en base al seguimiento de los celulares.
“En enero y febrero, ya se notaba una baja de delitos respecto del mismo período de 2019. Después, la cuarentena profundizó ese descenso. Ahora notamos un pequeño incremento. Podemos decir que se han regularizado los números, pero siempre con la tendencia en baja de los últimos años”, analizó Roberto Munives, director general de la Policía.
Agregó: “El 2019 fue el año con menos delitos de los últimos cuatro. Desde 2015 hemos bajado la tasa de homicidios 50% y la sustracción de automotores 40%. Se trabaja mucho en coordinación con la Justicia. Tenemos un coeficiente alto de esclarecimiento de hechos violentos”.
Más allá de que este 2020 mantendrá la tendencia en baja, hay datos que son para prestar atención.
Oscilaciones
Los asaltos a mano armada -pistolas o cuchillos- se fueron repitiendo con mayor frecuencia en los últimos meses, según las estadísticas oficiales del Ministerio Público Fiscal.
Teniendo en cuenta los datos de la Primera Circunscripción Judicial (incluye los seis departamentos del Gran Mendoza y Lavalle), donde vive la mayor parte de la población, este tipo de robos agravados creció 16% comparando los meses de cuarentena más estricta con los posteriores en los que se vivió bajo el distanciamiento social. Desde abril a julio hubo 745 denuncias y de agosto a noviembre, 1.049.
Más allá de este paulatino incremento, aún no se alcanza el pico de enero con casi 400 asaltos a mano armada. En este sentido, noviembre es el que más se acerca con 307.
En el resto de los delitos el panorama es similar: los números más elevados se dieron en enero y febrero, hubo un descenso marcado con la llegada del otoño (la cuarentena empezó el 20 de marzo) que se mantuvo durante el invierno. Con la primavera, comenzó el ascenso. Esos hechos que también crecieron son otros tipos de robos agravados, robos simples, y robos y hurtos de vehículos.
Las otras jurisdicciones (la segunda abarca los departamentos del Sur, la tercera los del Este y la cuarta los del Valle de Uco) registraron también una fuerte caída en el inicio del aislamiento y luego las oscilaciones fueron distintas.
El mes pasado puso en alerta al Ministerio de Seguridad y el Poder Judicial, luego de transformarse en el de mayor cantidad de homicidios en 2020 en el Gran Mendoza. Hubo 10 muertes violentas, superando las 8 de enero, a las que se le pueden sumar dos en el Valle de Uco, para finalizar con 12 crímenes en toda la provincia.
A noviembre se le aproximan los tres meses anteriores, también con bastantes episodios violentos; entre agosto y octubre hubo 12 asesinatos y 5 femicidios en Mendoza (tres fueron en un incendio intencional en el que fallecieron una abuela y dos nietas).
Más allá de que estos datos reflejan un aumento de la violencia social en los últimos días, hasta ahora es julio el mes con más asesinatos: 13 homicidios y un femicidio.
Fuera ya de los hechos de inseguridad y la violencia social, hubo un rubro en el que quedaron más que evidentes las diferentes etapas de la cuarentena: los siniestros viales con muertos. Fue muy notorio cómo el aislamiento redujo el tránsito y, en consecuencia, los accidentes. Sin embargo, el regreso a la vida habitual y a la circulación intensa dejó en setiembre 14 muertos, la cifra más alta del año. Para tomar noción de cómo fue el aumento en las recientes semanas, basta con analizar lo sucedido en el Gran Mendoza: en los siete primeros meses se contaron 32 fallecidos por el tránsito, contra 30 de agosto a noviembre.
¿Ola de violencia pospandemia?
Teniendo en cuenta que luego de una gran debacle económica suele llegar una crisis social y un aumento de la inseguridad y la violencia, Los Andes consultó a especialistas.
“Pensar la pandemia implica también conocer que es un hecho total, global y que la reconstrucción será lenta. Esta pandemia no sólo refractó en las desigualdades que ya existían, sino que las visualizó como nunca y las acentuó: la dimensión de los hogares, la conectividad, la precariedad laboral, la violencia intrafamiliar, los servicios de higiene elementales, son todas capas que gravitan hoy sobre la comunidad con mayor fuerza que antes”, explicó el sociólogo Leandro Hidalgo.
Ante la salida de este hito histórico, el profesional visualiza dos escenarios: “De la crisis económica y social puede surgir otro elemento cohesionador. Si no podemos afrontar la idea de una totalidad social, que incluya y ofrezca posibilidades, estaremos condenados a la singularidad y derrota con el sálvese quien pueda”:
Con un mirada más específica sobre la seguridad, opinó Martín Appiolaza, director de Prevención y Derechos Humanos de Godoy Cruz: “La conflictividad y el delito aumentan con la desigualdad. Para algunos, los beneficios están cerca y para otros, muy lejos. Entonces estos últimos buscan atajos para llegar a esas cosas deseadas y en ciertas oportunidades ese camino puede ser la criminalidad”.
Sin embargo, remarcó que “el aumento de pobreza no es sinónimo de más delitos” porque también violan la ley quienes tienen un alto poder adquisitivo.
Pensando a futuro, el docente en Criminología aclaró que “el delito es cíclico, depende mucho de los contextos, incluso del clima: cuando más calor hace, la gente sale más a la calle y hay más episodios. Quizás las consecuencias económicas y de ajuste se vayan notando más adelante”.