El cuerpo humano necesita beber. Beber es algo indispensable. No se puede vivir sin beber agua, por ejemplo. En pleno desierto, con un sol abrazador que evapora el mercurio de los termómetros tomar agua es aferrarse a la vida. Sin ella no hay camino hacia el futuro.
Usamos el agua de tal manera que nos es indispensable, no sólo para beber, por supuesto, sino también para cocinar, para limpiarnos e higienizarnos. Vivir sin agua sería, de desta manera, un castigo demasiado severo para cualquier ser humano.
En este punto pienso en los millones de personas que no tienen, como nosotros, agua corriente en sus hogares. Pienso en algunos barrios de nuestra Mendoza que están en la misma condición. Es algo que directamente no se puede soportar. Ir con un recipiente a buscar agua a una fuente pública es una situación denigrante que no debería ser concebible para la cultura de la solidaridad.
Nuestra provincia está en crisis hídrica, eso lo sabemos. El agua con la cual contamos es cada vez menor, los espejos de agua disminuyen su cota, los ríos se ven tan escuálidos como arroyuelos, los glaciares han contraído anorexia y no proveen el agua que anteriormente proveían.
Tenemos que tomar conciencia de esto, y si bien el agua que se utiliza para el confort doméstico es una pequeña parte del agua en existencia, el cuidado del agua debería ser prioridad entre nosotros.
Una canilla que gotea permanentemente equivale a varios litros acumulados durante un mes, y eso no puede permitirse.
Se han realizado varias marchas de protesta por el cuidado del agua en nuestra Ciudad y en otras ciudades de la provincia, pero en el andar cotidiano no valoramos la importancia del líquido elemento. Impedir que una canilla chorree es prevenir la carencia, es respetar lo que decimos cuando salimos a la calle a protestar.
Vivimos en lo que fue un desierto y lo sigue siendo en gran medida. Por lo tanto, el agua debe ser valorada más allá de cualquier dimensión. Para Mendoza el agua es tan fundamental como “el agua pa’ beber”.
Esto creció por la veneración que nuestros ancestros tenían del agua, a tal punto de ser considerada una divinidad. Cuando hablamos de la Pachamama, de la madre tierra, también estamos hablando del agua y de su cuidado. Porque los pueblos originarios hicieron de ella la aliada indispensable para poder subsistir. Nada crece sin el agua.
Ahora estamos buscando agua en Marte. Allí andan nuestros camioncitos especiales tratando de hallar una gotita, o un trozo de hielo. Y está bien que así ocurra, pero primero deberíamos preocuparnos por los terráqueos que sufren su carencia, que andan buscando aunque sea un hilito de agua salvador.
El agua dulce es más escasa en el mundo en la medida que avanzamos con los años y ha de ser, en el futuro, mucha mayor su escasez. Es uno de los grandes problemas de la humanidad y no lo estamos atendiendo.
Los habitantes que la tenemos apenas abrimos una canilla no sabemos la importancia de una canilla en ciertos lugares. Una canilla que devuelva agua y no aire. Si lo supiéramos seríamos más estrictos en el despilfarro. El agua está en peligro, la vida también.