Alejandra Córdoba, la mujer que busca recuperar su identidad y contó su historia a Los Andes, fue una de las víctimas del incidente del teatro Plaza. Ella había contado su historia a principio de junio, y ahora desafortunadamente se encuentra internada al ser una de las perjudicadas gravemente en esta tragedia.
En la obra “Dos locas de remate” de Soledad Silveyra y Verónica Llinás se encontraba Alejandra Beatriz Córdoba, quien al terminar el espectáculo, salió del teatro junto con todos los espectadores. Fue ahí que un hombre perdió el control de su auto, al salir del estacionamiento, y se incrustó en la puerta del Teatro Plaza, dejando 23 heridos y tres de gravedad entre las que se encuentra Alejandra.
El conductor, identificado como Aldo Díaz, hizo marcha atrás para estacionar en la vereda oeste y el cambio se le quedó pegado, provocando el trágico accidente. Luego se supo que el hombre era una persona con discapacidad, quien no manejaba un auto adaptado y que, además, tenía la licencia de conducir vencida desde abril del 2021. El fiscal Jorge Calle lo imputó por conducción antirreglamentaria e imprudente y fijó una fianza de $1,5 millones.
Por otro lado, el parte médico de este miércoles indica que Alejandra (59) “continúa con buena evolución en el servicio de Cirugía de Tórax” debido a que tenía un pulmón complicado, y está “internada en sala común”, detallaron en el hospital Central. Lidia Palorma (75) también permanece internada en sala común con “buena evolución, en seguimiento por los servicios de Oftalmología, Cabeza y Cuello y Traumatología”.
En tanto que Gabriela Rodríguez (27), “sigue en terapia intensiva con sedoanalgesia, asistencia respiratoria, control hemodinámico, neuromonitoreo y control evolutivo por equipo multidisciplinario. Su pronóstico es reservado”, detallaron desde el nosocomio.
La Historia de Alejandra Córdoba
Alejandra había decido contar su historia a diario Los Andes para ver si podía encontrar a alguien que la ayudara en la búsqueda de su verdadera identidad.
Hace 8 años su madre le confirmó, un día antes de fallecer, que era adoptada, algo que ella sentía pero no sabía. Su padre había fallecido hace un mes, por lo que prácticamente no contó con ellos para su investigación. Le dijeron que su madre biológica una vez volvió a buscarla pero le negaron verla, diciéndole que se había ido al extranjero, lo cual era mentira.
Según el relato de su madre de crianza, ella no podía quedar embarazada y una tía abuela, llamada Petrona Córdoba, que trabajaba con el odontólogo Alberto Voloschín de Mendoza, le dijo que del entorno del Dr. Samuel Voloschín nacería un bebé y lo entregarían. Así fue que, en octubre de 1963, con tres meses de edad llegó a su nuevo hogar.
También supo por su madrina, que llegó con una partida de nacimiento que databa de los primeros días de julio de 1963, pero que la rompieron y la volvieron a anotar. Respetaron el mes y el año, pero cambiaron el día. Según la tía la partida de nacimiento original era de los primeros días de julio y a ella la volvieron a registrar los últimos días del mes.
“Tengo la gran necesidad de cerrar mi historia, sin reproches, sólo saber que existe alguien que tuvo tanto amor como para desprenderse de una hija y encargarle su crianza a otra persona”, había contado Alejandra en su momento.
A las semanas ella le comentó a Los Andes que la nota había tenido mucha repercusión y algunos amigos, que conocían la historia pero no en detalles, pudieron ayudarla. Un amigo de ella resultó ser nieto de la hermana del médico Samuel Voloschín, quien le ofreció hacerse un ADN para descartar dudas.
Otro amigo, experto en derechos humanos que sabía de su historia pero tampoco sabía los detalles, le ofreció ayuda para acompañarla y asesorarla. “Mirá la revolución que he tenido estos días gracias a la nota”, dijo hace unas semanas, comentando el avance que había tenido, pero sin concretar nada aún.
Ahora, luego del accidente en el Teatro Plaza, busca recuperarse para continuar con la búsqueda de su identidad y para terminar los avances que había logrado, gracias a abrirse a contar su historia. Según comentó su hijo Leandro a Los Andes, “Ale está un poco mejor, gracias a Dios”, y para mayor tranquilidad comentó que “el pulmón comenzó a responder”.