Cuesta pensar que Argentina y Mendoza vayan a salir alguna vez del desastre social en el que vivimos. No entra en la cabeza de nadie que en una provincia en donde en el Gran Mendoza la pobreza infantil llega al 65% (la peor provincia de Cuyo, tiene más pobreza infantil que San Juan y San Luis) y en la que hay más de 155 mil niños pobres, nadie sepa, ni se interesen demasiado por saber, cuándo llegaran los alimentos que estaban guardados y que nunca se repartieron. Lo penoso es que parecería raro, pero no lo es, por qué debería haber sido distinto, qué nos hace pensar que tendría que haber funcionado bien, y ahí está la tragedia real.
Las quejas en comedores y merenderos vienen desde el año pasado por la disminución en la entrega de leche, arroz, aceite y fideos. El Banco de Alimentos de Mendoza haría estragos con unas 200 toneladas que -según cálculos de Los Andes- deberían llegar a la Provincia del total que tenía Capital Humano sin repartir.
Desde algunas organizaciones sociales que realizan un trabajo serio en Mendoza afirman que en el Ejército tampoco nadie sabe nada. ¿El Top Gun mendocino no puede facilitarle un poco las cosas a la gente que la está pasando mal?
Sabemos que el tema es más de fondo, confiar en las gestiones de los funcionarios y esperar que ellos solucionen las cosas es lo que corresponde, pero no siempre pasa y por eso hay que ocuparse. Ya sabemos que algunos llegan a los cargos para terminar con los problemas que pueden, otros llegan para enriquecerse y otros para cobrar, no hacer nada y vender humo. Los “ventajitas” de la vida andan por todos lados, no sólo en el sector público.
Entre el segundo semestre del 2022 y el mismo período del 2023, cayeron 14.000 niños en la pobreza, casi 40 por día hasta llegar a esos 155 mil que marcaba al principio según los datos del Indec.
La medición de pobreza e indigencia que hace la provincia a través de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE) muestra que se incrementó la indigencia 5,8 puntos en un año y que hay 163.800 personas en esa situación, es decir que no comen. En el 2022 eran 70.828, se incorporaron 92.729, 254 personas por día. El indicador pasó del 4,9 al 10,7%. Todos estos son los que están esperando que aparezcan y lleguen los alimentos. Llevamos 4 días y no sabemos nada, después de habernos enterado que había 5 mil toneladas que se podrían haber repartido y no se hizo, y esta gente sigue con hambre. ¿A los responsables los dejará tranquilos que muchos revuelven contenedores y comen la basura que tiramos?
Que a nivel social no pase nada, creo yo, es realmente un milagro o las entidades intermedias de la sociedad civil trabajan mucho mejor de lo que nunca nadie jamás se imaginó.
Es una pena que no ocupe Desarrollo Social alguna de esas personas, Cornejo optó por dirigentes de su alianza política vinculados a los movimientos sociales, más concretamente a Barrios de Pie, los que quizás le garantizan paz social a través de la entrega de planes sociales.
Vengo sosteniendo que el radicalismo tercerizó su política social, si es que alguna vez la tuvo desde que llegó al gobierno en el 2015 y nada indica que vaya a cambiar hasta el 2027. Claramente la visión y gestión del Gobierno queda corta en lo referido a este punto.
El tema no se agota aquí, hay mucho más para decir y reflejar la inutilidad de los que nos gobiernan.