Amigos solidarios crearon un taller musical para niños y adolescentes de un comedor

A partir de instrumentos donados y reparados, el profesor Leandro Ríos y el músico Gabriel Mignani decidieron abrir un taller musical gratuito para los chicos de La Casita de Guadalupe.

Amigos solidarios crearon un taller musical para niños y adolescentes de un comedor
Profesor de música solidario.

Leandro Ríos tiene 31 años, es profesor de Matemática y toda su infancia colaboró en voluntariados, por eso hoy vuelca su solidaridad en la Casita de Guadalupe, un espacio de contención para niños y adolescentes situado en Guaymallén.

Gabriel Mignani, de 44, vive en la Sexta Sección, es músico y decidió abrir en su domicilio un taller para reparar instrumentos y donarlos a niños y jóvenes sin recursos económicos amantes de la música.

No por casualidad, Leandro y Gabriel son amigos entrañables. Y siempre pensando en ayudar al prójimo, armaron un proyecto que beneficia a los concurrentes de La Casita de Guadalupe, en su mayoría en estado de vulnerabilidad.

Crearon un taller musical que funciona los sábados en la mencionada sede comunitaria del barrio Las Viñas (Manzana B casa 26) de Guaymallén y cuyo fundador es Sergio Lacón.

“Siempre hemos pensado en talleres de música o arte para sumar una alternativa más al apoyo escolar y a la merienda que reciben todos los días”, dijo Leandro, para agregar: “Estamos felices porque debutamos con un taller que funciona con mucha alegría y los chicos están contentísimos”.

Gabriel –que toca en vivo y además da clases particulares—ya había iniciado esta propuesta solidaria denominada “Doná música, recibí una sonrisa”. A través de esta iniciativa, muchos mendocinos que tienen instrumentos en malas condiciones o en desuso, se los acercan para que los repare y luego los done a quienes realmente los necesitan.

“Leandro conoce mi trabajo, por eso me llamó para ser parte de la Casita de Guadalupe. Acepté enseguida, faltaba un profesor de música y, al mismo tiempo, teníamos guitarras, teclados, flauta, ukelele y hasta un bombo para empezar a trabajar”, recordó Gabriel.

La idea surgió, precisamente, un sábado de hace algunos meses. En general los sábados Leandro suele acudir a pintar, llevar mercadería, dar clases de matemática y contener a los niños que concurren a recibir alimento y clases gratuitas de matemática y otras materias.

Claro que para pensar en un nuevo taller, necesitaba ayuda económica y financiamiento que supo gestionar a través de una red de contactos de argentinos radicados fuera del país. “Estos argentinos donan dinero a través de criptomonedas y financian talleres para afrontar los pagos a los maestros de oficio o arte”, ejemplificó.

Estudiante de ingeniería industrial en la UNCuyo, Leandro sumó años atrás una iniciativa loable y solidaria en las instalaciones de la Casita de Guadalupe, donde la realidad golpea duro. Acondicionó un pequeño espacio, colocó pizarras en paredes y consiguió bancos y pupitres. Su rol implica mucho más que estudiar, sino brindar herramientas para que los alumnos se capaciten en electricidad, carpintería, peluquería y metalurgia.

El proyecto que encaró Leandro, así como toda la asistencia y contención que brinda el comedor, no posee aportes estatales y menos aún financiamiento privado. “Lo hacemos a pulmón juntando lo que se pueda de todos lados con la consigna de que alimentación y educación son pilares básicos que están relacionados”, expone, para agregar: “Se vienen tiempos difíciles, muy competitivos a nivel laboral y los jóvenes deben salir adelante, deben capacitarse y alejarse de los flagelos que ponen en riesgo su futuro”, dice, esperanzado.

Por su parte, Gabriel Mignani es profesor de Educación Física pero siempre sintió una gran atracción por la música, al punto que hoy sólo está abocado a esto último.

“Daba clases y solía ver las necesidades de muchos chicos que querían aprender pero no tenían el instrumento. De a poco me fui haciendo cargo de ayudarlos a que pudieran tener su herramienta”, explica. Además, vive de sus clases particulares de música.

Nació así su propuesta a pulmón denominada “Doná música, recibí una sonrisa”, que en cuatro años reunió 300 instrumentos. Gabriel suele publicar cada donación en su cuenta de Facebook.

“Son instrumentos que reparé con mucha dedicación en mi propio taller. La Municipalidad de Las Heras ayuda pero nunca es suficiente. A través de mis redes suelo seguir pidiendo guitarras para donar y aunque no estén en buen estado, las utilizo”, dice. Y concluye: “Todo lo que hago es a pulmón y con muchísimo amor”.

Cómo ayudar

Quienes puedan donar instrumentos en desuso para que Gabriel los repare y done pueden contactarse al teléfono de Gabriel Mignani: 2616657096. El contacto de Leandro, para quienes puedan colaborar con La Casita de Guadalupe es 2613353026.

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