Las caras desoladas, tristes y con ojeras tras haber vivido, o sobrevivido, a una de las peores noches de sus vidas de los habitantes del piedemonte mendocino era la prueba de que horas antes se había desatado un verdadero infierno en la montaña lujanina.
Alrededor de 50 construcciones incineradas, cientos de hectáreas carbonizadas, al menos 82 turistas (en su mayoría chilenos) evacuados y un operativo que incluye, además de bomberos de toda Mendoza, a brigadistas de Córdoba, San Juan y San Luis fue el saldo de un viento Zonda sin precedentes.
El molesto viento fue protagonista durante todo el agitado fin de semana mendocino. Pero a las 22 de anoche, el mayor miedo se hizo realidad. Los distritos del piedemonte lujanino de Colonia Suiza, La Crucecita, Blanco Encalada sufrieron los peores incendios de las decenas de focos que se registraron en varios puntos de la provincia.
Eras las 22 de un domingo sofocante y el Zonda comenzó a mostrar su lado más salvaje. Las ráfagas empezaron a derribar todo a su paso. “Te juro que no me podía mantener en pie”, exclamó un hombre que aseguró que, a pesar de llevar una vida en la precordillera, jamás vio algo así.
Según los testimonios de varios afectados el viento tiró un poste de luz ubicado a la vera de la ruta 82, a unos 200 metros de la central hidroeléctrica Álvarez Condarco, y todo se salió de control. Ese fue el inicio de un incendio que se extendió por varios kilómetros y arrasó un conglomerado de cabañas, en su mayoría para turismo y varias casas de familia.
“Eran flechas de fuego”
La increíble velocidad del Zonda contribuyó a “guiar” un incendio impredecible. Un barranco que desemboca en el río Mendoza fue la ruta que eligió el fuego para que se adentrara en un pintoresco barrio de cabañas construidas para el turismo.
Pero los incendios no fueron “lineales” sino que ramas encendidas se transformaron en “flechas de fuego”, como describió una vecina del barrio Portal Andino, en Colonia Suiza, y fueron prendiendo construcciones casi de manera aleatoria.
“El fuego rodeó nuestra casa. Pensamos que no iba a llegar pero en minutos llegó a la casa principal y perdimos todo en minutos”, relató a Los Andes Paola Maradona, una mujer que horas atrás era la propietaria de una proveeduría ubicada sobre la ruta 82, al inicio de Colona Suiza. Ahora solo quedan cenizas.
“Acá vivimos con mi marido y mi hija. Pero no nos quedó nada. El fuego destruyó heladeras, frezer y hasta la mercadería que teníamos para vender”, dijo entre lágrimas.
Todos los afectados coinciden en una cosa. “No pudimos hacer nada”. Cuando el fuego llegó a sus casas no les quedó otra que resignarse y abandonar sus pertenencias para salvar su vida. Todos escaparon hacia la ruta en medio de las llamas y un viento de más de 80 km/h.
Verónica se arriesgó a resistir en su casa. Ella, junto a sus dos hijas, sus dos nietas y su marido, conforman una de las pocas familias que vive de manera permanente en la zona. “Con baldes que sacamos de la pileta mojamos los pinos que tenemos en uno de los costados para que no se prendieron y el fuego no llegara a nuestra casa”, relató ya un poco más tranquila, pero confesó: “Vivimos horas de terror y desesperación”.
El panorama actual de Colonia Suiza, entre la ruta 82 y el río, es desolador. Autos, casas, quinchos y jardines completamente carbonizados. “Fue un infierno, estamos todos en shock”, resumió Eduardo otro habitante que tuvo que correr junto a sus dos perros para salvar su vida en medio de la noche.
Seis cabañas, una camioneta, un cuatriciclo y un SUM para 70 personas, arrasados
Fabián González es presidente de la cámara de turismo de la ruta 82 y propietario de “Terrazas de Encalada”, un imponente complejo con 14 cabañas. Él fue el más afectado.
El fuego llegó a su complejo y arrasó con 6 cabañas, 3 depósitos, una camioneta, un cuatriciclo y con un SUM para 70 personas. Afortunadamente no había huéspedes. Horas antes habían cancelado el desembarco de un contingente de decenas de chicos que venían a Mendoza a jugar al rugby.
“Solo estaba el encargado que vive acá. Obviamente no pudo hacer nada. Las perdidas son millonarias”, remarcó González mientras señalaba su camioneta carbonizada.
Un matrimonio de Carrodilla decidió bajar a la Ciudad para estar con sus hijos perdió la casa donde pasaban la mayoría de sus fines de semana. “No nos quedó nada. Ni las plantas se salvaron”, dijo Claudia.
“Me llamaron a la medianoche y me dijeron que había un incendio en la entrada a La Colonia, pero llegué y mi casa estaba envuelta en llamas”, resumió Roberto mientras pasaba cuidadosamente por debajo de un peligroso techo al borde del derrumbe.
Misma situación vivió un ídolo tombino. El Ex jugador David Fernández (recordado por sus goles a la Lepra con los botines rojo) llegó a su complejo de 5 cabañas cuando solo quedaban en pie 2. Las llamas llegaron de sorpresa por un “cañadón” y destruyeron las construcciones en minutos. Eduardo, el encargado del lugar, tiró algo de ropa a su auto y con sus dos perro escaparon hacia la ruta. Dos horas antes, una familia chilena había dejado una de las cabañas destruidas.
Son decenas las familias afectadas por el desastre que causó el Zonda y el incendio en esa zona del piedomonte. El municipio esta mañana estaba relevando los daños y los afectados para comenzar a ejecutar una asistencia que fue confirmada por el intendente Sebastián Bragagnolo.
Brigadistas de todo el país combatiendo en las montañas mendocinas
Los vecinos de La Crucecita, un paradisíaco paraje ubicado a 6 kilómetros de la ruta hacia el oeste, también vieron cara a cara al voraz fuego desatado por el Zonda.
“El viento cambio de dirección alrededor de las 23 y el fuego comenzó a dirigirse hacia las casas. Ahí decidimos autoevacuarnos. Pero antes dejamos los espesores abiertos para intentar evitar que las llamas ganaran terreno”, explicó Mariel mientras servía café a los brigadistas que ayudaron a salvar su casa.
Las ráfagas volvieron a modificar su dirección hacia el oeste y vecinos y bomberos de San Juan y Tunuyán regresaron al barrio que conforman unas 30 casas, solo 7 familias viven de manera permanente en la parte alta de La Crucecita, y terminaron de controlar las llamas.
Alrededor de las 10 de la mañana, seis camionetas con brigadistas de Córdoba llegaron para reemplazar a los exhaustos sanjuaninos y tunuyaninos.
“Vamos a cubrir los 10 kilómetros desde la ruta hasta la base del cerro Negro para ir sofocando todo posible foco de incendio”, ordenó el jefe de Bomberos pero antes miró hacia arriba y señaló a uno de los aviones hidrantes que operaba en la zona. “Cuidado, no tenemos comunicación y ellos ven humo y descargan. No estamos para mojarnos”.
El olor a yuyo quemado se respira en toda la zona y la solidaridad en un factor común. Los primeros rescatistas fueron los mismos vecinos. Armados con mangueras, baldes y todo lo que sirvieron lograron contener lo más que pudieron el avance de un incendio que quedará en el recuerdo de todos los que pasaron la peor noche de su vida.