Entre tantos efectos colaterales que ha traído la pandemia de coronavirus, algunos de ellos tienen que ver con las duras consecuencias en la salud mental. Y, más allá de que cada persona es un mundo aparte y que detrás de las frías estadísticas hay vidas; hay una serie de alarmas e indicios a los que es fundamental estar alertas.
El suicidio del futbolista uruguayo Santiago “el Morro” García sacó a la luz un tema que suele ser tabú y en el que está instalada la idea de que “de eso no se habla”. “Son problemáticas de las que hay que comenzar a hablar”, refuerza la responsable de Atención de Salud Mental en el 0800 Covid de Mendoza (0800 800 26843 - interno 3), Alina Del Canto. Actualmente, y de forma diaria, se reciben entre 8 y 10 llamados que piden ayuda por situaciones que implican riesgo de suicidio: casi cinco veces más de las de marzo del 2020 y al comienzo de la pandemia.
“El aislamiento, la incertidumbre, la angustia, la pérdida de seres queridos o el haber estado internado son factores que pueden incidir en la salud mental. Lo mismo ocurre con el encierro, el desempleo o el quiebre económico. Todo esto ha generado un aumento en las problemáticas de salud mental”, destacó la especialista.
Según Del Canto, la propia Organización Mundial de la Salud ha advertido sobre estas consecuencias. “Son reacciones normales ante una situación amenazante. Pero la prolongación el tiempo hace que se agudice. Es muy probable que en 2020 y en este contexto haya habido un incremento en la tasa de suicidios”, dijo.
En Mendoza, el índice de suicidio más alto de los últimos años se observó en 2017. La tasa de mortalidad de suicidios de ese año llegó a 9,9 cada 100.000 habitantes y fueron 192 los fallecimientos. En 2018, en tanto, se registraron 185 suicidios (9,4 cada 100.000 habitantes); mientras que en 2019 se contabilizaron 134 suicidios (6,8 cada 100.000 habitantes).
“A nivel mundial, el suicidio es la segunda causa de muertes evitables en personas de entre 15 y 29 años, después de los accidentes. Y, de acuerdo a la información de la OMS, a nivel mundial hay un suicidio cada 40 segundos”, agregó la especialista.
En riesgo
“El confinamiento y la pandemia han roto con certidumbres que el ser humano sostenía ilusoriamente. Se detuvo el tiempo y se produjo una alteración que afecta a la subjetividad y los vínculos. Tenemos una noción del tiempo cronológico, pero también psicológico. Y tiene que haber una cierta discontinuidad entre semanas, días y meses. Pero el confinamiento produjo una sensación de continuidad; un día es igual al otro. Eso produce una alteración psicológica”, destacó a su turno el doctor en Psicología Roberto González-
Para el profesional, el hecho de haber “prohibido” el contacto con el otro por el riesgo de contagio ha tenido un costo. “Se afectaron los vínculos con la pareja, familia y amigos. Y aquí es donde aparece la gran dificultad de aceptar los cambios. Hay personas que son muy vulnerables. Un cambio implica la elaboración de un duelo”, se explayó González.
Según el psicólogo, la pandemia trajo aparejada la angustia frente a la incertidumbre, y un sentimiento de vulnerabilidad. “Estas situaciones pueden derivar en la perdida de sentido de la vida”, advirtió.
El especialista destacó que en estos casos es fundamental la intervención de profesionales de la salud mental que trabajen en equipo. “Hay muchas maneras de quitarse la vida. Hay gente que se muere de a poco, que acrecienta los ‘quitapenas’ (el alcohol, las drogas y los psicofármacos) y los ven como una manera de aquietar la angustia. Vivir tiene un costo, y hay gente que no está dispuesta a pagarlo. No se trata de voluntad, sino de recursos internos”, sostuvo González.
Invierno y fin de año, más llamados
Del Canto indicó que las llamadas por ayuda se incrementaron en junio, julio y agosto; y también previo a Navidad y Año Nuevo.
“Son fechas sensibles para quienes están con sufrimiento”, acotó. Mientras que en un principio los llamados tenían que ver con consultas desde el desconcierto, promediando el año pasado ya giraban en torno a reacciones de temor y angustia por el encierro.
Líneas de asistencia
Ante la sensación de angustia o de ver que alguien está pasando por estas situaciones, el 0800 800 26843, interno 3 está operativo de lunes a lunes, de 8 a 20. Ante una situación de riesgo inminente, la línea para llamar es el 911.
Mitos y recomendaciones
En torno al suicidio hay gran cantidad de falsas afirmaciones que no hacen más que activar alarmas. Una de las más comunes sostiene que “quien se suicida, no lo avisa”.
“Se ha comprobado que la mayoría de los suicidios consumados son en personas que dieron aviso en algún momento. Por esto es importante hablar de suicidio. Si vemos que un familiar o un amigo ha puesto en sus redes algo preocupante, no es verdad que evitar preguntarle por el tema va a evitar la acción”, sostuvo Del Canto.
La especialista destacó que si se observa a alguien del entorno que atraviesa una depresión o menciona que va a matarse, es muy importante preguntar. “Y escuchar sin juzgar. Acercarnos y decirle que estamos para ayudar, para escuchar. Por ahí no siempre es recomendable preguntarle directamente a la persona si se quiere matar, sino preguntarle si ha pensado en hacerse daño”, destacó la responsable de Salud Mental.
Otra frase hecha –tan errónea como preocupante- es la de creer que quien se suicida lo hace porque quiere. Es hasta común leer que una persona “decidió” quitarse la vida. “Quien comete un suicidio, ha pasado por muchas confusiones y no se trata de hechos irrevocables. Preguntar puede ser de gran ayuda”, agregó Del Canto.
También resulta fundamental estar alerta ante posibles indicios. “Cuando notamos que alguien atraviesa mucha angustia, que se ha comenzado a aislar o que hay cambios repentinos de conducta; hay que estar alerta”, destacó la responsable de Salud Mental.
“Los consumos excesivos de alcohol, del cigarrillo u otras sustancias son indicadores también”, reforzó González.