La pandemia de Covid-19 tuvo y seguirá teniendo a futuro un impacto fuerte en la salud mental de las personas. Ante esto, los profesionales que se dedican a su cuidado vieron incrementadas las demandas de los pacientes. Pero además, el drástico cambio de escenario conllevó cambios en su forma de trabajar, muchos de los cuales llegaron para quedarse. Tal es el caso de la virtualidad que ganó terreno en todos los planos y en este, generó nuevas formas de contacto.
“Los colegas psicólogos nunca dejaron de prestar atención”, destacó el licenciado Mario Lamagrande, quien realizó un balance en el marco del día del Psicólogo que se celebra hoy.
Aislamiento mediante, hubo que apelar a diferentes canales para sostener la atención de quienes ya recibían tratamiento como así también de quienes comenzaron a requerirla. Así, las videollamadas se transformaron en la vedette, como ocurrió en otros ámbitos. Pero además se adaptaron a las posibilidades de cada uno de los pacientes por lo que se incorporaron la mensajería instantánea, como Whatsapp, e incluso llamadas telefónicas y hasta el correo electrónico. Esto implicó que en muchos casos, a medida que se ha retornado a cierta normalidad, muchos han mantenido un sistema mixto de consultas.
“Se tuvo que exportar a la oficina electrónica, con formatos para mantener la confidencialidad de la consulta, por eso se han incorporado a instancias con protección punta a punta de la sesión, antivirus y todo lo que garantice la seguridad”, apuntó.
Dijo que así respondieron a consultas locales pero también desde fuera de las fronteras, como la de argentinos que no podían regresar al país.
La licenciada Rocio Alaniz dijo que hay colegas sin posibilidad de turnos por la cantidad de consultas que reciben. Aceptó que la llegada de la virtualidad implicó que algunas personas empezaran a acceder más aunque también ha puesto en jaque a terapias que no estaban de acuerdo con la atención online. “Hay mucha casuística de ansiedad y depresión en todas las etapas del ciclo vital”, afirmó.
Pero por otra parte, refirió que hay quienes no pudieron adaptarse. “Algunos no quisieron dejar de asistir a la terapia, hay pacientes que por no tener la privacidad en su hogar para la consulta de manera on line, estuvieron imposibilitados durante el aislamiento y luego retomaron”.
También hizo referencia a las consultas desde el exterior: “Hay pacientes que se han ido a otros países y sostienen las terapias con los terapeutas con quienes ya tenían una relación que facilita la mejora, en muchos casos influye el impacto de lo económico porque es más accesible tener buenos psicólogos que se pagan en pesos ganando en dólares o euros”. Detalló que en Europa una sesión puede costar entre 60 y 80 dólares o euros y en Mendoza, una mínima es de aproximadamente 12 dólares.
Sostén
Lamagrande comentó que la demanda de los trabajadores de la Salud se incrementó de manera exponencial con la particularidad de que recibían atención, que mucha veces se transformó en contención, en cualquier horario.
“Hay colegas psicólogos que nunca se desconectan” afirmó y dijo que gran parte de la jornada extendida tuvo que ver con la atención del personal de salud y con una masa crítica de gente que se quedó sin trabajo o que no sabía que iba a ser de su futuro.
Señaló la gravedad de los estigmas respecto de la salud mental: persiste la creencia de que una persona que requiere licencia por esta causa es un “flojo” y por ello muchos siguen trabajando pese a no estar en condiciones.
“Hemos visto un incremento de ataques de pánico y de ira y eso hay que llevarlo al campo de la familia, de las relaciones, del cumplimento”, expresó.
Agregó que también se sumaron a la atención más niños que se vieron muy afectados.
Recordó además, la necesidad de acompañamiento al inicio de la pandemia de quienes eran estigmatizados por tener coronavirus y quienes “eran señalados con el dedo”.
Fueron y son tan complejas las consecuencias de la pandemia que, Lamagrande subrayó “la necesidad del trabajo interdisciplinario ante la gravedad de los síntomas”.
Por otra parte, la incorporación de estos nuevos canales de atención implicó dificultades para el reconocimiento y pago por parte de las obras sociales y prepagas. Esta atención, muchas veces gratuita, afectó el plano económico de los profesionales por lo que surgieron cooperativas en las que comparten un espacio de atención en diferentes horarios.