Por el Acceso Norte, una veintena de cuadras antes de llegar al aeropuerto, está el ingreso a calle Pascual Segura hacia el Este, donde termina el barrio Ujemvi. Es una puerta hacia el pasado mendocino. El paisaje urbano empieza a mutar y, en medio de una zona semi rural, se encuentra la antigua capilla El Plumerillo, un sitio histórico declarado por la Nación, que forma parte de la ruta sanmartiniana.
Es que allí, hace más de 200 años, se encontraba un oratorio privado y la tradición oral cuenta que allí asistían a misa los oficiales del Ejército de los Andes durante su preparación en el campo El Plumerillo. Si bien el Campo Histórico se encuentra hoy a unos 4 kilómetros al Noroeste del sitio, en aquella época el oratorio estaba prácticamente en los límites del lugar de entrenamiento de la tropa que se disponía a cruzar los Andes.
En ese campo se congregaron hasta 5.000 personas durante los meses previos al Cruce, según explica el historiador Marcelo Calabria, especializado en temas sanmartinianos.
“Al principio, en 1815, las tropas estaban alojadas en los conventos, pero luego el Padre de la Patria empieza a buscar un lugar más alejado de la ciudad. Y en agosto de 1816 decide dejar la gobernación en manos de Toribio de Luzuriaga para dedicarse exclusivamente al entrenamiento del Ejército de los Andes. San Martín traslada su despacho al campo de instrucción y por eso muchas de sus cartas están fechadas en el Campo de Instrucción de El Plumerillo o Campamento Los Plumerillos. Por la movilización de tropas de las distintas columnas y de animales, esto significó una logística impresionante”, relata Calabria.
Para los oficiales
“El oratorio se encontraba en la finca que pertenecía a la familia Segura y estaba muy cerca del campamento de instrucción del Ejército de los Andes, que llegaba hasta lo que sería hoy el Acceso Norte y Manuel A. Sáez”, explica el historiador Roberto Tripolone, titular de Patrimonio de la Municipalidad de Las Heras.
Y agrega: “San Martín tenía visitas periódicas de diferentes personajes relevantes de la sociedad mendocina de aquella época, que después influyeron en la política. Uno de ellos era la familia Segura y la tradición oral cuenta que el General y sus oficiales concurrían a misa los domingos al oratorio que tenía en su finca, que años más tarde se convirtió en capilla, ya que la primera construcción cedió con el terremoto de 1861″.
“La construcción era de adobe con cornisas de ladrillo y techo de bóveda. Poseía un coro cerrado con baranda de hierro. El altar mayor estaba realizado en ladrillo y yeso con su mesa y nicho para el Sagrado Corazón de Jesús. Según consta en la testamentaria de los propietarios de la capilla, contenía, entre otros objetos de culto, una lámina del Salvador, un Señor crucificado de yeso y un cuadro de Nuestra Señora de los Dolores”, detalla el funcionario.
Tripolone manifiesta que se genera cierta controversia entre los historiadores en torno al oratorio, ya que una parte opina que no hay escritos que acrediten que allí estuvo San Martín. Y añade que hay un documento que dice que el Libertador adquiere una carpa para que den misa allí para la tropa “pero en ningún momento se dice que los oficiales participaban de las misas allí, se supone que la carpa era para que asistieran los soldados”, aclara.
Puesta en valor de la capilla
En 1870, Elicia Segura de Zapata, hija de Pedro Pascual Segura, hizo construir una nueva edificación que se denomina Capilla del Corazón de Jesús. Sin embargo, se la conoce como Capilla Histórica El Plumerillo. Hoy se mantienen los oficios religiosos, pero también es museo, que está abierto al público de lunes a domingos de 9 a 18.
El lugar fue puesto en valor en 2019, forma parte de la Ruta Sanmartiniana y se refuncionalizó en el marco del Plan Nacional de Infraestructura Turística. El proyecto consistió en la renovación de la capilla en cuanto a su estructura, revoques, techos, pisos, instalaciones eléctricas y ornamentación.
Según los registros prepandemia, la visitaban cerca de 10.000 personas por año. Donde se encontraban los viejos sanitarios hay ahora un centro de interpretación con elementos que se preservan desde los tiempos de la fundación del templo.
“Este año vamos a ampliar las instalaciones, el museo específicamente. Para ello hemos adquirido los terrenos que colindan con un barrio semi privado. En el ala Norte, en las antiguas habitaciones, hemos empezado los trabajos para armar el museo”, cuenta el historiador de Las Heras.
En el libro “Las Heras, una historia de 150 años”, de la historiadora Adriana Micale, informa que esta zona que después se transformó en el distrito El Plumerillo, cuyo nombre proviene de una planta característica de la zona (cortaderia selloana), a principios del siglo XIX perteneció al matrimonio de Clemente Segura y María Manuela Corvalán, familias de élite cuyana y de gran arraigo religioso.
Esta pareja mandó construir el oratorio. Instalado San Martín en Mendoza en 1814 como Gobernador Intendente de Cuyo, Segura colaboró con la Patria aportando parte de sus terrenos para el campo de instrucción del Ejército de los Andes y su capilla como oratorio para su oficialidad.
Misa del futuro Papa y la Estancia del Pino
El libro cuenta que en 1824 Manuela Corvalán permitió que el canónigo Juan María Mastai Ferreti oficiara misa en la capilla. Años más tarde se convertiría en el Papa Pío IX.
Manuela adhirió a los postulados independentistas y le otorgó la libertad a unos esclavos que tenía bajo su propiedad. Y nombró patrono de las obras pías a Pedro Pascual Segura, un joven que había criado durante su matrimonio con Clemente Segura, quien después fue gobernador de la provincia. Por ello, el distrito es considerado cuna de la independencia sudamericana.
Sobre otros hitos históricos de El Plumerillo, la obra departamental destaca la Estancia del Pino, que perteneció a la familia Sotomayor, de la cual desciende Pedro Molina, varias veces gobernador de la provincia. En el oratorio de esa estancia también ofició misa quien fuera después el Papa Pío IX.
Luego la adquirió un comerciante español y posteriormente la compraron los padres, también españoles, de Monseñor Verdaguer, quien nació en ese sitio. La propiedad fue vendida y prácticamente demolieron la histórica casa y fue transformada en un salón de eventos. “Un robusto portal de ingreso de la calle de los Pescadores quedó como mudo testigo de una parte de la historia de Mendoza”, expresa el libro de Las Heras.