Si bien las aguas ya se calmaron un poco, el río sigue sonando en la polémica por la muestra “8M- Manifiestos Visuales” expuesta en el Espacio de Arte del Rectorado de la UNCuyo. Tras los destrozos, lo que quedó de la obra de arte sigue exhibiéndose en la universidad, mientras continúan las acciones judiciales y las investigaciones para determinar culpas. ¿Pero quiénes son estos mendocinos de los que el país habla?
Entre tanta vorágine, exigencias y acusaciones de un lado y del otro, vale “parar la pelota” y conocer cómo piensan y viven estas personas que se vieron en los videos virales del pasado lunes. Que son “extremistas” y “fanáticos religiosos” fueron algunos de los calificativos que recibieron en redes sociales.
Incluso, el Arzobispado de Mendoza se refirió a ellos como “personas que viven su religiosidad como en tiempos oscuros, que tan dolorosos han sido para la humanidad”. El mismo comunicado, publicado horas después de lo sucedido, habla de “la concordia y la paz que se pierde en los extremos”. Más allá de estas palabras, la entidad religiosa respondió a este diario que no emitiría opinión directa sobre las personas en cuestión.
En un principio se los agrupó como un colectivo organizado bajo el nombre “Católicos Autoconvocados”. Esta denominación “popular” proviene, sobre todo, de algunos mensajes publicados en grupos masivos de Facebook, cuando se difundió la manifestación del pasado lunes. Los Andes intentó hablar con algunos de quienes participaron de la movilización que terminó en un ataque a las obras. Entre ellos, Daniel Giaquinta. Todos se rehusaron a hablar. Sin embargo, Marcos Russo, un joven de 27 años que estuvo horas antes de los destrozos en el rectorado y se fue minutos antes, accedió a hablar sobre el tema.
Para empezar, él aclaró que no existe tal agrupación organizada, sino que “son católicos de distintos lugares de la comunidad que convergieron allí”. Otros testimonios que este diario escuchó, cuyas personas prefirieron preservar su identidad, cuentan de fieles que sintieron “impotencia” por el “ataque a la religión” que profesan y que decidieron asistir para rezar, como indicaba la convocatoria, sin saber ni esperar en lo que finalmente terminó.
“No hay un prototipo. Hay mucha espontaneidad en esto. Cuando se dice que hay grupos extremistas y ese tipo de cosas, no es así. Acá hay mucha espontaneidad y es gente que se moviliza, lo que incluye a muchas personas: trabajadores, estudiantes, padres de familia, etcétera”, explicó Marcos.
Más allá de esto, el joven también reconoció que entre los que asistieron hubo grupos de “un montón de organizaciones de distintas iglesias que los une una sola cosa, que es la fe”. En general, además del ámbito parroquial, suelen conocerse entre ellos por otros círculos sociales, como charlas u otras actividades ligadas a sus intereses, que en muchas ocasiones no tiene que ver solo con la religión.
Intereses en común
Motivaciones políticas, culturales, históricas y de causas sociales son otros de los tópicos que suele encontrarlos entre la comunidad mendocina. En sus redes sociales, por ejemplo, se pueden ver publicaciones como la soberanía sobre las Islas Malvinas y el debate histórico sobre la dictadura militar; así como temas de actualidad como el narcotráfico o las futuras elecciones presidenciales.
Así lo explica Marcos: “Son personas que están muy comprometidas a trabajar por causas sociales, algunas son muy activas en la comunidad. Es gente que tiene un espíritu crítico con las cosas que hoy se promueven desde los espacios de poder, que no todas son buenas para el país”. “Somos gente trabajadora, laicos, que no somos perfectos, pero sí tratamos de respetar los emblemas más importantes del país”, continuó el joven, haciendo mención de una de las características que más los vincula: su expresa defensa de aquello que remite a la Patria.
“Tengo profundo respeto por los símbolos patrios, por todo lo que representan, porque incluyen a todos los que somos, a los que fueron y a los que vendrán”, dijo Marcos, en un paralelismo que intenta explicar por qué se sintieron ofendidos con la obra del 8M. “Al igual que ocurre con la bandera, un símbolo religioso tan importante como la Cruz y la Virgen, que representan a la persona de Cristo y a la Santísima Virgen, la madre de Cristo; es como el ataque a la mamá de uno”, agregó.
La reacción
Eran cerca de las 2 de la tarde cuando Marcos Russo, junto con dos amigos, llegó al rectorado de la UNCuyo, donde aún se expone la muestra “8M- Manifiestos Visuales”. “Nos habíamos acercado a hablar con la rectora, que muy amablemente nos recibió y escuchó. No se hizo la tonta, digamos. Nos dijo que el tema la tenía mal, me animo a decir que hasta estaba consternada”, relató.
Una vez terminado el diálogo, Marcos recorrió la muestra y se retiró. Luego se enteraría por la viralización de los videos lo que ocurrió donde él estuvo minutos antes. “La mayoría de la gente no quería que pasara un acto violento. Los hechos violentos no deberían haber pasado, como tampoco debería haber pasado el primer hecho violento, que es el del ataque religioso. Tampoco queremos que continúe ahora la incitación al odio religioso, como lo están haciendo”, reconoció el joven.
En un principio, reveló, “el sentimiento mayoritario” en la comunidad de católicos “fue de indignación absoluta porque se tocó algo muy sublime, lo más sagrado”. “Desde ahí todo se desencadena diferente: algunos son más intempestivos que otros, algunos tienen más experiencia y otros menos”, continuó. Para él, “a muchos de los que fueron los hicieron pisar el palito”: “Hay gente que quería que esto pasara, y ahora pasan de victimarios a pretender ser víctimas”, expuso.
Para continuar con el análisis de lo que pasó, Marcos expresó: “Muchas veces es gente que ya está cansada y toma el liderazgo de decir ‘yo no quiero esto para mis hijos o para mi país’, y frente a la ausencia o el fracaso de las instituciones públicas, se llama a movilizarse”. Además, advirtió que “es algo que va a seguir pasando, la gente se va a seguir movilizando porque hay mucha gente cansada de las inequidades”.
Por último, el joven aseguró que “se mantiene y está más viva que nunca la solicitud al rectorado de la UNCuyo de que retire la muestra, porque sigue siendo una ofensa”. Según su perspectiva, se trata de “un acto ilegal de instigación al odio religioso, como bien lo define la ley antidiscriminación”. Al mismo tiempo, concluyó: “Que esto nos interpele a todos, creyentes o no, a dialogar y consensuar de manera tal que las partes no se vean dañadas”.