Karen Ortiz (25) vive en Carrodilla, estudia Arte Dramático y trabaja en un local de venta de accesorios para teléfonos celulares. El sábado por la noche -y ya durante los primeros minutos del domingo-, la joven decidió salir un rato con una amiga, como para divertirse e intentar despejarse después de una semana difícil. Sin embargo, lo que debería haber sido una noche de disfrute y diversión se convirtió, según ella misma denunció, en una pesadilla. Porque no la dejaron entrar a un conocido boliche ubicado en el centro mendocino, sobre calle Rioja. Y, junto a ella, también aplicaron el “derecho de admisión” a cerca de 20 mujeres (según relató la joven a Los Andes).
“Al principio pensamos que era por capricho que no nos dejaban entrar. Pero después vimos que había ciertos patrones en común entre las chicas a quienes no dejaban entrar y que tenían que ver con el cuerpo o con el pelo y peinado. Incluso, le negaron la entrada a una chica trans. Es duro esto, duele el orgullo y es una humillación”, contó Karen a Los Andes sobre el triste e indignante episodio que, relata, vivió cerca de la 1:30 ya del domingo pasado.
Si bien la visualización comenzó en las redes sociales de Karen, a raíz de esa publicación se fueron conociendo más casos y denuncias públicas de este tipo y contra el mismo local bailable. Por esto mismo es que, en las últimas horas, algunas de esas casi 20 mujeres que acusaron haber sido discriminadas al momento de no permitírseles el ingreso al boliche presentaron una denuncia colectiva en la delegación mendocina del INADI.
“En el momento en que me dejaron afuera me sentí mal, horrible. Pero después me puse a pensar: ‘Pucha, me arreglo para salir y divertirme y resulta que no puedo arreglarme ni pintarme como quiero’. Al otro día me puse a llorar cuando estaba con mi mamá. Sentí que la poca o mucha autoestima que tengo me la destruyeron en un segundo”, resume la joven.
Discriminación
Karen y una amiga llegaron ya durante la madrugada del domingo a la puerta de un boliche ubicado en calle Rioja, en el centro mendocino. “Había ido al lugar cuando todavía tenía otro nombre y era otro boliche, pero con ese nombre era la primera vez que iba”, comenzó con su relato Karen.
Su nombre y el de su amiga estaban anotadas en la lista para que pudieran ingresar sin pagar entrada, aunque ese beneficio vencía a la 1:30. “Llegamos antes de la 1:30, pero nos dijeron que íbamos a tener que pagar. Era algo a lo que habíamos accedido, incluso. Pero cuando me acerqué a hablar con la gente de la puerta, vimos que habían sacado a una chica”, recapituló Karen sobre el comienzo de la angustiante madrugada de domingo.
Si bien a la amiga que fue con ella la habían dejado ingresar al local -al principio-, a Karen le pidieron que se quedara en la puerta a esperar. “No me dieron excusa para no dejarme entrar. A mí me dijeron que el dueño iba salir y decidir quién entraba y quién no, me dijeron que era porque aplicaban el derecho de admisión”, siguió la joven.
Karen permaneció unos minutos más en la puerta, y mientras esperaba a que alguien -a quien ni siquiera le habían presentado- decidiera, supuestamente, si podía ingresar o no, vio cómo le negaban el ingreso a otras chicas que esperaban para entrar.
“Me quedé esperando para ver si tenía alguna respuesta, pensando el motivo por el que no me permitían el ingreso. Nunca me dijeron motivo, simplemente no me dejaron entrar. Y ahí deduje que fue por discriminación, por más que dijeran que era el dueño quién decidía”, acotó Karen.
La publicación en Facebook que destapó más casos
Esa madrugada Karen se retiró y volvió a su casa, con esa angustiante sensación de que le habían “destruido” la autoestima, como ella misma define. Y, más tranquila, el mismo domingo describió lo vivido en la puerta del boliche en su cuanta de Facebook, en una crónica que -además- sirvió como descargo.
“Intenté hacer un vídeo para poder explicar con precisión, pero está situación me afectó mucho emocionalmente”, describió Karen al comienzo del texto.
“El día sábado 22 de abril, fuimos a ese boliche con mi mejor amiga, estábamos anotadas en lista free. Hicimos la fila (cómo todos), nos acercamos a la entrada a preguntar respecto al ingreso ya que era casi la 1:30 y dicha lista cerraba a esa hora. La policía que estaba en la entrada directamente la cerró al momento en que fuimos a preguntar, es decir, teníamos que pagar entrada, a lo cual lo aceptamos y nos colocamos nuevamente en el lugar en el que estábamos”, continúa la joven.
Karen Ortiz indicó que en ese momento la fila comenzó a avanzar y, abruptamente, se detuvo cuando había llegado el turno de ingresar para ella y su amiga. “La policía le recibe el documento a mi amiga y le permite el ingreso. Le quise entregar mi documento en la mano a la policía, cómo todo el mundo, a lo cual no me lo recibió. Simplemente me miró de arriba hacia abajo y solamente me dijo que me hiciera a un costado, sinceramente no entendía la razón”, continuó la joven en su descargo de Facebook.
Ante esta situación, Karen relató que su amiga tampoco ingresó al boliche y las dos se quedaron aguardando en la vereda hasta que le permitieran el ingreso a ambas. “Por un momento, pensaba que no me permitieron entrar por lo que asistí con zapatillas (sinceramente no sé caminar con ningún tipo de zapatos). Pero al mirar el calzado de las chicas a las cuales les permitían el ingreso, me di cuenta que las mías no estaban mal, ya que son zapatillas urbanas. Algunas chicas iban con zapatillas deportivas, entonces asumí que no fue ese el motivo”, se explayó la estudiante y trabajadora.
“Luego, pensé que era porque tenía puesta una riñonera, pero también vi chicas que también llevaban riñonera, entonces a partir de allí comenzó a surgir la duda. Me acerqué a la policía y le pregunté si había algo malo en el documento por lo que no me dejó ingresar, ella simplemente me sonrió de manera sobrante y me dijo: ‘la casa se reserva el derecho de admisión, después va a salir el dueño y él va a decidir quién entra y quién se va’”, continuó con el relato Karen.
Fue en ese momento en que ambas amigas se percataron de los patrones en común de las chicas sobre quienes se había aplicado el derecho de admisión.
“Con mi amiga empezamos a observar cómo eran las chicas que habían quedado afuera y todas teníamos algo en común; el tipo de cuerpo o algún mínimo detalle que nos hacía diferentes a las chicas que ingresaban. Unas por ser gorditas, otras por ser ‘muy grandes de edad’, otras por tener rastas o trenzas e incluso por ser transgénero. Llegamos todas a la conclusión de que realmente nos estaban discriminando por no ser cómo las chicas que suelen frecuentar ese lugar, es decir, no éramos bonitas, flacas, e incluso no íbamos ‘bien vestidas’”, acusó Karen en la red social.
“Una chica preguntó cuál era el motivo por el cuál no nos dejaban ingresar, a lo que la policía dijo exactamente lo mismo, sólo que con una diferencia: ahora era el encargado quién decidía quien ingresaba y quién se iba. Esta chica pidió una explicación coherente pero no hubo respuesta, simplemente un ‘ya estamos grandes para dar explicaciones’ y después sumó ‘te calmás o te calmo’”, continuó con la reconstrucción de la situación. E, incluso, Karen contó que intentó hablar con la encargada de seguridad y que volvió a recibir una respuesta violenta desde lo verbal.
“Realmente no les puedo explicar lo mal que me sentí. Soy una persona que todos los días batalla contra los malos pensamientos y la mala autopercepción, además todos los días intento subir aunque sea un poco mi nivel de autoestima, lo cual es muy difícil. Es increíble que en pleno 2023, cuando el cuerpo ajeno no es tu asunto, pasen estas cosas. Cómo, de repente, en lugar de poder ir a divertirnos y olvidarnos de la rutina diaria, tenemos que salir con nervios y/o miedo de que no nos dejen ingresar a un boliche porque no sabemos si estamos a la ‘altura’ de sus exigencias”, reflexionó Karen Ortiz en su publicación.
En el mismo posteo, donde incluyó -además- una foto del frente del boliche, varias personas se solidarizaron con la joven y le manifestaron su apoyo. E, incluso, surgieron otros testimonios de personas que también vivieron la discriminación en carne propia y en el lugar. “Después de leer todo eso, decidí salir y hacer algo. No es justo naturalizar la discriminación”, detalló Karen a Los Andes.
Además, la joven dijo que desde el boliche la bloquearon en las redes sociales, así como también a quienes compartieron y comparten la publicación que hizo.