El 1 de enero de 2019, con la entrada en vigencia del tan esperado sistema de transporte público Mendotran, las calles del microcentro de Mendoza perdieron a un emblema que recordaba a los años dorados de fines del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX: el tranvía de compras. Si bien la adaptación más moderna ya era una réplica nostálgica que había sido puesta en circulación entre 2005 y 2006 y que permitía mantener vivo a aquel ícono original que surcó las calles mendocinas entre 1885 y 1966, fue durante casi 14 años un atractivo para turistas y mendocinos. Pero con el nuevo sistema, las tres unidades perfectamente acondicionadas volvieron a los garajes. Y allí continúan.
Aunque durante los primeros meses de Mendotran se asignó un recorrido específico del Grupo 1 que completó este trayecto con ciertas ampliaciones (se lo identificó con el número 148), con los distintos ajustes operativos se optó por dejar un único recorrido, el del 130 y que fue el que reemplazó al también emblemático trole Parque.
A poco menos de tres años y medio del último viaje del tranvía de compras por las calles del Centro (el recorrido completaba el cuadrado de las calles San Martín, Colón, Belgrano y Las Heras), sus impulsores se entusiasman con una posible vuelta de este recorrido. “La gente lo usaba mucho y lo pide todavía. Permitía evitar el uso del vehículo particular en el Centro y hoy, que se vuelve a plantear el concepto de ciudad moderna y de evitar el ingreso de tantos autos, es una inmejorable oportunidad. Mucha gente dejaba el auto y usaba el tranvía de compras para moverse por la Ciudad. Incluso, el ticket que demostraba haber comprado en un comercio te permitía viajar sin costo por el tranvía”, destaca el presidente de la Cámara Empresarial de Comercio de Mendoza (Cecitys), Adrián Alín.
Alín y Héctor Daniel Naspi (conocido como “Cholo” y quien fue el principal impulsor del regreso del tranvía) comenzaron a darle impulso a la creación del tranvía de compras a mediados de la década del ‘90. Sin embargo, distintas situaciones fueron postergando el lanzamiento, hasta que finalmente pudo ponerse en circulación entre 2005 y 2006.
Más allá de la ilusión y el entusiasmo de Alín y los comerciantes del Centro, quienes ya han tenido algunas reuniones informales con gente de la Asociación Unida Transporte Automotor Mendoza (Autam), lo cierto es que no hay nada concreto ni formal todavía, sino una simple ilusión. Pero a los nostálgicos del tranvía les alcanza y sobra para volver a soñar.
“No tengo dudas de que la gente va a agradecer si vuelve el tranvía de compras. Esto es parte del patrimonio histórico de Mendoza. Era un paseo y en muchas ciudades del mundo quedan todavía réplicas de los tranvías”, destaca a su turno Oscar Razquin, quien entre mediados de la década del 90 y el 2015 fue el director técnico de Autam y quien fue parte de todo el proceso de creación del tranvía de compras. “Cuando lo sacaron argumentaron que no era rentable. Pero esa explicación a mí me deja bastantes dudas. El servicio tenía sus ventajas”, resume Razquin.
Sus inicios
Durante la década del 90, “Cholo” Naspi fue presidente de la Asociación de Amigos de Calle Las Heras. Era una de las tantas entidades que nucleaban a los comerciantes del Centro, aunque años después confluyeron todas en la Cecitys. Fue Nasti quien se puso como meta el regreso del tranvía de compras para darle un impulso a los comercios céntricos, y Alín lo acompañó en esa campaña.
“La idea del tranvía de compras era que uniera los distintos sectores de la ciudad: el centro financiero (bancos), el centro comercial y el centro cívico. El tranvía iba a vincular todos estos polos y se le sumaba el atractivo turístico”, recapitula Alín a Los Andes sobre la génesis del proyecto, que se dio durante los últimos años de la década del 90. Sin embargo, la crisis y el estallido social llevaron a que todo se aplace.
En 2003, con Eduardo Cicchitti como intendente y con el actual ministro de Seguridad Raúl Levrino como subsecretario de Desarrollo Económico, el proyecto se retomó. Los comerciantes del Centro e impulsores del proyecto ya tenían hasta una maqueta con diseño original.
“Ya se hablaba de los centros comerciales a cielo abierto y uno de los primeros proyectos en que trabajó Levrino fue el del tranvía de compras. La idea inicial era que incluyera dos recorridos: de San Martín hacia el oeste, y de San Martín al este”, rememora Alín.
Sin embargo, sólo el primero de los tramos pudo concretarse, ya que el segundo (que –se suponía- uniría el Área Fundacional, la Alameda, la casa de San Martín en calle Corrientes y la terminal de ómnibus) no prosperó.
El negocio de la publicidad
La tercera “pata” fuerte en lo referido a la implementación del tranvía de compras de ellas era Autam, la asociación que nuclea a los empresarios del transporte público de Mendoza. Y allí estaba como referente Oscar Razquin. “Todo lo referido a transporte público tenía que ser autorizado por ley provincial y se necesitaba de una licitación. El ‘Cholo’ Naspi había propuesto que fuera un micro chino, que era relativamente barato, y que se adaptara con la forma de un tranvía”, rememora Razquin.
También entró en escena un cuarto actor que se mostró particularmente interesado en concretar el proyecto: una conocida empresa de publicidad en la vía pública. “A Publicidad Sarmiento le interesaba el tranvía desde el punto de vista de la publicidad. Así fue entonces como propusimos una UTE entre Autam y Publicidad Sarmiento. De la parte del transporte se ocuparían los empresarios del transporte, la Provincia y la Municipalidad deberían hacer la licitación para las unidades, mientras que Sarmiento se encargaría de la publicidad callejera en las paradas del tranvía”, reconstruye Razquin.
“La idea inicial fue que la publicidad de las paradas y del tranvía la manejara la Cecitys para poder difundir las promociones de los comercios. Pero nunca pudo concretarse”, lamenta a su turno Alín.
El resultado de todo este proceso (que comenzó a mediados de 2005, pero llegó a concretarse recién en 2006) fue la incorporación de las tres unidades del tranvía de compras, con un chasis original desarrollado en un taller especializado Mendoza. “Optamos por un chasis de ómnibus Mercedes 1214. La Municipalidad de Capital quería inaugurar el tranvía para la Fiesta de la Vendimia de 2006″, rememora con nostalgia Razquin. Pero no se llegó a ese plazo.
El estilo original
Ya con el chasis homologado y con todo encaminado para el regreso del tranvía, surgió otro problema que le planteó todo un dilema a Razquin. “Me salió el arquitecto y me di cuenta de que, si el tranvía volvía, tenía que ser idéntico al tranvía histórico. Entonces me pude contactar con un hombre que había conocido cómo eran las carrocerías viejas de madera de los tranvías. Se llamaba Oro de apellido. Le pregunté a don Oro si se animaba a darle forma en la parte de adelante y de atrás. ¡Y me dijo que sí!”, sigue Razquin.
Así fue como consiguieron fotos del interior de los viejos tranvías y pusieron manos a la obra. Un diseñador se encargó de hacer los asientos de madera, mientras que un grupo de artesanos de la Plaza Independencia se encargó de hacer el rulito que se usa para hacer sonar la campanilla, todo como réplica del tranvía original.
Las posibilidades del regreso
Aunque no ha existido más que una charla informal en la que la Cecitys hizo público su deseo de que regrese el tranvía de compras; Alín y Razquin se entusiasman con la idea.
“Desde el principio se pensó como un atractivo y que sirviera para darle impulso a los comercios del Centro. Fue algo que se hizo con mucho amor y mucho sentido histórico”, resalta Razquin. “No sólo fue un medio de transporte para turistas, sino también para los mendocinos”, acota Alín.
“Yo trabajaba en el Centro y el medio de transporte que mejor me dejaba era el tranvía de compras. Recuerdo que cuando los turistas se subían, quedaban fascinados con cómo era por dentro. ¡Y se entusiasmaban cuando se enteraban que podían pedirle el gorro de conductor al chofer!”, recuerda con nostalgia Miguel, un mendocino que se había convertido en habitué del tranvía. “¡Hasta se podía pagar en efectivo, sin necesidad de tener una tarjeta, y era más barato que el micro común!”, concluye.