La vida los puso a prueba desde muy pequeños pero los cuatro supieron capitalizar los tiempos difíciles de internaciones y tratamientos oncológicos con una amistad sólida y duradera.
Martina Zalazar tiene 11 años y padece leucemia linfoblástica aguda. Es oriunda de Tunuyán pero vive en Casa Ronald, a metros del Hospital Notti, un lugar que recibe a familiares de niños enfermos mientras estén en tratamiento. Allí, en esa convivencia tan particular, la pequeña conoció a Iris Giménez (11), de San Luis y a Sofía Toledano (12) y Lucas Soto (15), ambos de San Rafael. Todos padecen distintos tipos de leucemia.
La vida diaria en Casa Ronald, los paseos en el jardín, las largas charlas y los muchos juegos de mesa, además de coincidir en la escuela hospitalaria 2-003 “Dr. Silvestre Peña y Lillo”, ubicada en el edificio del hospital y perteneciente a la Dirección General de Escuelas (DGE), los unió para siempre.
“Comparten momentos hermosos, logros, altas médicas y también de los otros, los que tienen que ver con la lucha contra la leucemia. Formaron una hermosa amistad que resulta terapéutica para salir adelante”, contó Graciela Zalazar, hermana mayor de Martina y quien en estos días la acompaña. “Ellos no hablan de la enfermedad, simplemente se entretienen y eso es lo que los ayuda a sanar, a estar felices y acompañados”, agrega la mujer.
Todo empezó con los chicos y sus mamás viviendo bajo el mismo techo y compartiendo situaciones parecidas. Ellas conversaban y se desahogaban por su lado y los chicos, mientras tanto, armaron su propio grupo. Martina contó a Los Andes la felicidad que sintió días atrás, cuando Iris y Sofía, sus confidentes, fueron dadas de alta. “Las extraño un montón, pero estoy feliz por ellas”, reflexionó, para agregar que todavía le queda un mes y medio de tratamiento y, si Dios quiere –porque dice ser muy creyente—se irá a su casa junto a sus padres y hermanos. Las videollamadas entre los cuatro amigos están a la orden del día, sobre todo porque dos de ellos ya están en sus ciudades.
Mientras tanto Lucas, que en el acto del 9 de julio pasado fue escolta de la bandera, actualmente está internado y Martina, abanderada, dice que va tachando los días para volver a verlo. “Nos regalamos pulseras de la amistad, cartas, dibujos, fotos. Nos queremos un montón”, señala la valiente guerrera de Tunuyán. Martina recordó ese día inolvidable cuando ella y Lucas llevaron la bandera nacional y el salón del Hospital Notti explotó en un aplauso bajo la atenta mirada de la “seño” Verónica Naranjo.
“Gracias seño; esta batalla me enseñó que pase lo que pase siempre trataré de sonreír”, le dijo la niña, que es muy querida entre todo el personal médico y los docentes.
Verónica contó que la amistad entre sus cuatro alumnos está muy consolidada y que todos están pendientes de la salud del otro. “Siempre están atentos con todo lo que le ocurre al compañero y ni hablar cuando alguno no puede asistir a clase. Voy llevando novedades y cartitas, es realmente conmovedor”, añadió.