No se descubre nada nuevo al decir que el sexo anal es una de las prácticas más usuales y difundidas de la historia de las relaciones humanas, tanto cuando se trata habla de personas del mismo sexo o no. En cuanto al sexo heterosexual, sin embargo, no siempre es la primera opción en las parejas, y a veces ni siquiera la segunda, ya que el sexo vaginal y el sexo oral suele ser más usual.
Pero lo cierto es que, aunque hay registros milenarios que muestran que el hombre practicaba el sexo anal, todavía para algunos suele ser tabú, sea por desconocimiento, rechazo o hasta temor.
En la actualidad, si bien esta práctica no se considera reprochable, existen tabúes que la estigmatizan, así como una creciente desinformación en cuanto a cómo practicarla, como consecuencia de la propagación de videos de pornografía, que distorsionan el sentido al punto de crear la impresión de una práctica insana y, a veces, no consensuada.
Además, existe la creencia errónea de que el placer anal en el hombre solo se da entre homosexuales, que condiciona profundamente la satisfacción heterosexual masculina.
En notas anteriores, hablamos sobre el punto G de ellos (llamado Punto P) que se encuentra justamente detrás de la próstata y la única forma de estimularlo es a través de la penetración anal. Por supuesto que no se trata de una “penetración total”, sino que a veces, con un simple estímulo dactilar es suficiente para que él vuele.
Por eso mismo, no nos cansamos de reiterar que más allá de la identidad u orientación sexual, cada persona tiene derecho a disfrutar del sexo con libertad, que también conlleva la responsabilidad de prácticas seguras.
Citada por el sitio Cuidate, la psicóloga y sexóloga Silvia Castells compartió algunos datos que hablan de la frecuencia de esta práctica en las parejas de hoy. “Algunos porcentajes indican que entre el 15 y el 45% de las parejas heterosexuales jóvenes practicarían la estimulación y penetración anal, una cifra que aumentaría con la edad. En el entorno homosexual lo practicarían aproximadamente el 75% y el 85% de los hombres homosexuales”, contó.
Hablar claro
Lo más importante para empezar es reconocer y nombrar las partes cuerpo que intervienen, así como conocer las funciones y características que tiene cada una.
El ano es el orificio al final del tubo digestivo, por donde se evacua el material de defecación. Está compuesto por capas de piel -con terminaciones nerviosas que la hacen especialmente sensible- y por el intestino.
El recto es la parte final del tubo digestivo y está encima del ano -poco sensible-, y el esfínter anal que es un anillo muscular que mantiene cerrado el ano y es controlado por el sistema nervioso autónomo, pero en parte también es posible contraerlo y relajarlo a voluntad.
Relaciones seguras
La zona del recto y el ano es especialmente sensible, y se puede desgarrar o fisurar fácilmente. Por lo tanto, es una parte del cuerpo más propensa a permitir el ingreso de enfermedades al organismo, sobre todo aquellas de transmisión sexual (ETS) y se recomienda el uso de preservativo desde el inicio hasta el final de la relación.
Además, en las relaciones sexuales anales son mayores los riesgos de transmisión de VIH, en comparación con las relaciones sexuales vaginales u orales.
Una forma de llegar a la relación con mayor seguridad en nuestro cuerpo también es realizando una higiene previa, que elimine restos de materia fecal. Un enema o ducharse es introducen líquidos al recto a través del ano, limpiando el recto y el colon. Pero hay que tener cuidado de no abusar de este tipo de práctica, ya que el uso excesivo puede producir lesiones en la mucosa del recto, y generar un ambiente propicio para la transmisión de ETS.
Entre las afecciones y enfermedades probables que se pueden contraer en caso de no tener una práctica segura, están la gonorrea, hepatitis (A, B y C), sífilis y herpes genital—estas dos últimas se contagian debido al contacto piel con piel. Sumado a esto, cuando se practican relaciones sexuales anales sin preservativo se pueden propagar a través de restos de materia fecal en el recto parásitos como la Giardia—que puede provocar infecciones en el intestino delgado y cuyo síntoma principal es la diarrea, amebas intestinales y bacterias como E. Coli.
Si hay dolor, mejor detenerse
Esa debería ser la premisa número 1, ya que el sexo anal no debería ser doloroso. Muchas personas experimentan una primera vez por demás negativa, y eso los lleva a desechar la práctica por completo, por temor a sentir dolor nuevamente.
Para evitar pasar por una experiencia desagradable otra vez, hay que tomar en cuenta algunas cosas.
Para empezar, es bueno realizar esta práctica con alguien de confianza: puede ser tu pareja o una persona con quien te sientas cómodo para plantearle si algo no te gusta.
Es importante aprender a disfrutarlo, a relajarse y a confiar, estando dispuestos a aprender del placer de nuestro cuerpo con paciencia, cariño y actitud exploratoria, sin presiones, prisas, ni dolor. El potencial erótico del área anal es muy amplio.
El placer de estimular el ano reside en la numerosa concentración de terminaciones nerviosas que tiene esta zona, que están muy próximas y conectadas a las zonas sensibles de los órganos sexuales y a los músculos pélvicos encargados del orgasmo, lo que hace que se potencie el placer. Todo esto hace que el placer sea mayor cuando se da simultáneamente estimulación en el clítoris o el pene y en la zona anal. En el caso de los hombres, el grado de placer es aún mayor ya que este tipo de estimulación o penetración masajea la próstata lo que provoca intensos orgasmos en el varón. Esta zona se estimula accediendo al recto a través del ano, a unos 4 ó 5 centímetros de la entrada anal, en la pared que va hacia el ombligo.
Consejos esenciales
Para garantizar una adecuada penetración anal es necesario tener en cuenta tres aspectos:
Lubricación: el ano y el recto no segregan fluidos que faciliten la penetración, por esto la lubricación es fundamental, con el uso de lubricantes (a base de agua para que no afecte la calidad del preservativo) para prevenir rupturas en los tejidos internos del recto y porque, además, resulta mucho más satisfactorio. Muchos de estos lubricantes vienen con anestésicos locales -lo cual ayuda a no sentir dolor- e ingredientes que provocan sensaciones de calor o frío, ayudando a provocar mayor excitación.
Distensión: implica la relajación de la musculatura anal, es decir, del esfínter anal. Se recomienda introducir lentamente un dedo o la punta del pene o juguete sexual, para ensancharla de manera paulatina y progresiva.
El inicio: debe ser lenta para permitir que se produzca la dilatación de la musculatura anal y así evitar fisuras. Igualmente se aconseja lubricar los dedos antes de la penetración anal y evitar llevarlos luego a la boca o la vagina, y tener en cuenta que si se comparten juguetes sexuales con varias parejas es importante usar preservativo.