Construcciones actuales: durabilidad y riesgos

Varios años después del gran “boom” del uso del hormigón armado en la construcción, se observa un envejecimiento creciente de las estructuras, lleno de anomalías, que trae consigo la necesidad de preservar el patrimonio construido con costos significativos.

Construcciones actuales: durabilidad y riesgos
El 24 de junio de 2021 colapsó parte del edificio Champlain Towers South, en Surfside, Florida (EEUU), debido a corrosión, fisuración, punzonado y asentamiento diferencial dejando un saldo de 98 muertos. Todo el complejo fue demolido.

Se sabe que cualquier tipo de actividad humana comporta riesgos. De hecho, hasta no hacer nada puede ser un gran riesgo. No se trata de eliminar el riesgo sino de encontrar el nivel correcto de exposición. Las organizaciones e instituciones más exitosas se destacan por ser capaces de identificar y comprender sus riesgos, y transferirlos y/o controlarlos cuando es necesario. Para alcanzar esos objetivos es necesario siempre asumir algún riesgo.

Japón es el país que mejor supo desarrollar una cultura del riesgo debido a los terremotos, tan frecuentes como graves. El terremoto del 11/3/2011 mostró el encadenamiento y la combinación de riesgos extremadamente graves (terremoto + tsunami + accidente nuclear), el compromiso demostrado de la sociedad civil y la gran responsabilidad del poder público. Lo mismo ha sucedido en Chile con sus últimos terremotos, por lo que es de vital necesidad contar con una adecuada gestión del riesgo público ya que obviarlo podría resultar más costoso que invertir en él.

Un fuerte terremoto destruyó parte de Japón en 2011.
Un fuerte terremoto destruyó parte de Japón en 2011.

Otro caso testigo fue el derrumbe parcial del edificio Champlain Towers South, en Surfside, Florida (EEUU), el 24 de junio de 2021, que causó 98 víctimas fatales. Todo el complejo fue demolido.

El análisis de riesgos es un campo complejo que requiere conocimientos y experiencia especializados, pero también sentido común. No es sólo un campo científico puro, sino que, necesariamente, incluirá juicios sobre cuestiones como la inclinación por el riesgo y la estrategia de gestión del riesgo. Es vital que el proceso sea lo más completo, coherente, transparente y accesible posible.

Desde principios del siglo XX las construcciones de hormigón se guiaron por el sentido común y la experiencia profesional hasta los años ochenta, siendo el requisito más importante la seguridad evaluada por la resistencia media a la compresión. Con la evolución del conocimiento, principalmente en el transporte de gases y líquidos agresivos a través de ambientes porosos (como el hormigón), aparecen posibles consecuencias de la sinergia entre diferentes procesos de degradación. Así ha sido posible asociar el factor tiempo a modelos matemáticos, que expresan estos mecanismos en números, y que permiten obtener la vida útil en años.

A las ya conocidas causas de deterioro natural (mecánico, físico, químico y biológico), así como fallas humanas (reflejadas en problemas del proyecto, uso inadecuado de materiales de construcción, fallas durante la construcción y la inexistencia de mantenimiento eficiente, etc.), se deben sumar diferentes factores como la especulación económica de los costos inmobiliarios, la falta de apego al buen ejercicio de la profesión de construcción, las empresas presionadas por la inmediatez y corrupción y la creciente contaminación ambiental, entre otros. Esos agravantes, a lo largo de las últimas décadas, han llevado a estructuras más frágiles y menos preparadas para ciertos agentes patológicos. Como consecuencia, varios años después del gran ‘’boom’' del uso del hormigón armado en la construcción, se observa un envejecimiento creciente de las estructuras, lleno de anomalías, que trae consigo la necesidad de preservar el patrimonio construido con costos significativos. Por lo tanto, es urgente el desarrollo de técnicas y materiales que apunten a mejorar las estructuras de hormigón armado con características originales, mecánicas, funcionales y estéticas y también ampliar su ciclo de vida, que guarden compatibilidad con los materiales de la estructura existente.

La construcción en el último tiempo ha sufrido cambios. Foto: José Gutierrez/ Los Andes
La construcción en el último tiempo ha sufrido cambios. Foto: José Gutierrez/ Los Andes

A nivel mundial es notoria la creciente preocupación en legislar la construcción civil para garantizar la calidad, el comportamiento y la durabilidad de las construcciones sumando después de la pandemia, la sostenibilidad. En consecuencia, la durabilidad dejó de ser un aspecto subjetivo, exclusivamente garantizado por requisitos prescriptivos, y dio lugar a una de las demandas más importantes de los proyectos. Por otro lado, las normas y documentos técnicos de diversas entidades internacionales, elaboradas en las últimas dos décadas, han contribuido en gran medida a la expansión y consolidación del conocimiento a favor de la durabilidad y el aumento de la vida útil de las estructuras de hormigón. Por estos motivos y teniendo en cuenta los factores de competitividad, costos y preservación del medio ambiente, es posible observar la tendencia mundial actual, a priorizar los aspectos del proyecto en función de los requisitos de seguridad, durabilidad y sostenibilidad, exigir equipos multidisciplinares actuando en cada paso del proceso constructivo y, principalmente, el dominio de los fenómenos o procesos fisicoquímicos y mecánicos y sus interacciones.

Los reglamentos argentinos actuales tienen incorporada la temática de durabilidad y vida útil. Los cambios más significativos en el material de construcción más consumido, el hormigón, se encuentran en la clasificación de las acciones ambientales y en los requisitos del hormigón en ambientes agresivos; en el uso de aditivos y adiciones para sustituir parte del cemento del hormigón y en el control de la producción, incluido el control de la conformidad.

Muchas construcciones existentes son muy vulnerables porque están deterioradas y dañadas, se construyeron con materiales de baja resistencia, son pesadas, las conexiones entre los diversos componentes estructurales a menudo son insuficientes y tienen mantenimiento deficiente. Por lo tanto, para evaluarlas es necesario: (i) caracterizar el patrimonio construido existente donde la fecha del reglamento utilizado puede ser una primera orientación en la clasificación; (ii) realizar un análisis simplificado a nivel territorial para estimar la vulnerabilidad y el riesgo de este patrimonio; (iii) en casos identificados con mayor riesgo en el paso anterior, realizar análisis detallados para confirmar la vulnerabilidad y el riesgo, (iv) definir un plan con medidas de intervención a largo plazo y sus costos, teniendo en cuenta el riesgo observado y v) implementar el plan, con revisiones periódicas de tiempo y costos, considerando las restricciones económicas y los costos incurridos en las intervenciones reales. También es cierto que una estrategia como ésta requiere un compromiso político y social para convertirse en realidad y la capacitación de los recursos humanos con formación de posgraduados en la temática.

*La autora es Doctora ingeniera. Especialista en Estructuras sismorresistentes. UTN

Producción y edición: Miguel Títiro - mtitiro@losandes.com.ar

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