Pocas cosas pueden resultar tan gratificantes como compartir un maravilloso momento al aire libre y en contacto y conexión absoluta con la naturaleza. Ni hablar si ese momento se corona con la compañía de nuestro perro o gato, esos compañeros incondicionales que ya son mucho más que “simples mascotas”.
No obstante, el ingreso de animales domésticos -por más que cuenten con todas las vacunas que se exigen y con la correa y elementos de seguridad- está prohibido en la mayoría de las áreas naturales protegidas, reservas o parques nacionales y provinciales, ya sea de Mendoza como del país.
No se trata de una cuestión meramente restrictiva o caprichosa, sino que tiene su explicación desde el punto de vista veterinario y zoonótico.
“Uno de los principales motivos es el riesgo de introducir enfermedades. En otras áreas en las que, en su momento, se permitió el ingreso de perros -por ejemplo-, terminaron contagiando a zorros de moquillo. Eso pasó en lugares como el Parque Nacional El Palmar”, destacó el veterinario y docente Juan Pablo Coniglione a Los Andes.
Los disturbios que los animales domésticos puedan llegar a provocar en estas reservas también son otros de los motivos por los que, tajantemente, se restringe el ingreso de mascotas.
“Muchas veces puede estar anidando un ave en el lugar y un perro que llega comienza a ladrar o sale a corretear, lo que genera disturbios en la fauna local”, explicó el especialista.
Una de las causas más inhumanas, y que lamentablemente se registra o ha registrado, tiene que ver con que muchas personas dejan a perros y gatos abandonados en estos espacios, y su introducción altera todo el ecosistema y el normal desarrollo de la fauna silvestre.
Los gatos y la problemática en una conocida área natural de Mendoza
La Reserva de Biósfera Ñacuñán es un área natural protegida -cuenta con esta declaración desde 1961- ubicada en Santa Rosa y que incluye una superficie de 12.282 hectáreas. Se encuentra a 180 kilómetros de la Ciudad de Mendoza y se accede por Ruta Nacional 7 -hasta Las Catitas- para luego continuar por la Ruta Provincial 153.
En 1986 fue incorporada a la Red Mundial de Reservas de la Biósfera de la Unesco y su valor radica en la conservación representativa de la ecorregión del Monte, de flora nativa (algarrobo, chañar, entre otras), flora y fauna típicas del ambiente árido.
Y es en esta área protegida donde la problemática de la invasión de animales domésticos ha comenzado a causar estragos, tanto que un grupo de especialistas y referentes ha comenzado a trabajar en la mitigación de estas consecuencias.
“La problemática de Ñacuñán es que en esta área protegida hay una gran cantidad de perros y gatos sin dueños. En lo que tiene que ver con gatos, el número de ejemplares empezó a crecer y cada vez se empezaron a notar más. A ello se suma que son gatos ariscos, que no han socializado nunca en sus vidas”, destacó el veterinario Coniglione.
Por esto mismo es que, ante esta problemática y los riesgos ya detallados de la intromisión de fauna doméstica a ecosistemas silvestres, desde 2022 un grupo de biólogos y veterinarios del Iadiza y de la Universidad Maza, de guardaparques de la reserva, del área de Zoonosis de la Municipalidad de Santa Rosa y con el apoyo de la Dirección de Recursos Naturales Renovables de la Provincia lleva adelante un proyecto de control poblacional y sanitario de animales.
“La Reserva de Ñacuñán está al costado de una ruta que la atraviesa casi en su totalidad. Entonces, muchas personas arrojan a cachorritos en el camino, y terminan introduciéndose en el lugar, con todo lo que implica esos animales lleguen a un área natural protegida. Estos riesgos van desde la predación de la fauna silvestre (pequeños mamíferos, reptiles -culebras, lagartijas- y aves de menor tamaño) hasta la posibilidad de transmitir enfermedades”, siguió Coniglione.
El trabajo que realiza este equipo involucra el censo, identificación, vacunación y castración de perros y gatos (principalmente de estos últimos) sin dueños para intentar reducir la probabilidad de transmisión de enfermedades.
“Comenzamos en septiembre de 2022 y el 20 de mayo ya completamos la tercera campaña. Antes el municipio iba a hacer castraciones, pero ahora se intensificó el trabajo y -de manera conjunta- se trabaja en la captura de animales sin dueño. Luego se los castra, se los desparasita y se los vacuna, ya sea contra la rabia o, en caso de gatos, se aplica la quíntuple felina o la séxtuple canina (para perros)”, agregó el veterinario consultado por Los Andes.
Además, resaltó que se hacen talleres de concientización en la escuela de Ñacuñán y donde se enfocan los contenidos en la tenencia responsable. Y agregó que hasta marzo de 2023 se habían censado 35 gatos castrados y 25 perros, con y sin dueños.
Entre las especies que habitan en la reserva de biósfera ubicada en el Este mendocino se destacan algunos felinos silvestres (como el gato montés o el gato del pajonal). Y son precisamente estos ejemplares quienes pueden verse afectados por parasitosis internas y externas transmitidas por gatos domésticos -sin dueños-, así como también por enfermedades virales como rinotraqueítis.
“El sábado 20 de mayo nos unimos a la tercera Campaña Latinoamericana de Vacunación de animales de compañía, iniciativa de la ONG Tiger Cats Conservation, cuyo foco fue la vacunación de gatos y perros con y sin hogar en Áreas Protegidas y zonas de influencia. Arrancamos a las 8 y terminamos a las 21, vacunando gatos y perros sin dueños. También salimos a buscar a los pobladores casas por casa. Se vacunó y desparasitó a mascotas, además de detectar a animales a castrar en una próxima campaña”, destacó el veterinario.